La soja convoca sospechas
El fantasma antiterrorista y un tesoro de U$S 25 mil millones

Por estos días arranca la cosecha de la nueva campaña. La Casa Rosada no quiere que los ruralistas guarden en silo bolsa al principal generador de divisas para el país.
Foto: Archivo El Litoral
Acosado por la inflación y el déficit, el gobierno nacional necesita más que nunca las divisas del “yuyo maldito”. Los rumores preventivos del oficialismo por temor a que los dólares se demoren.
Benito Geist
economia@ellitoral
Un desproporcionado -increíble- fantasma se ha colado en la disputa por los dólares que genera la soja. Las exportaciones de la próxima campaña de la oleaginosa (a granel o industrializada) deberían generar unos 25 mil millones de dólares, de los cuales 8.960 se los quedaría el gobierno a través de las retenciones.
Algunos sectores del gobierno temen que el enojo de los productores -con asambleas en marcha- pueda llevarlos a paralizar o demorar la comercialización del grano. Si las divisas no entran, la presión sobre el dólar paralelo agravaría el cuadro inflacionario y el déficit financiero de la Casa Rosada en un año electoral.
¿Puede aplicar el gobierno nacional la ley antiterrorista si los productores no venden la soja? Habría que decir en primer lugar que la aplicación de una norma penal no es resorte del Poder Ejecutivo sino de la justicia, y que en todo caso el gobierno debería denunciar -y el ministerio público demostrar- asociaciones ilícitas para ocasionar un perjuicio.
Hasta ahora la Mesa de Enlace ha descartado paralizar la comercialización de la oleaginosa porque, más allá de los enojos, los pequeños productores no tienen espalda para guardar muchos granos y “financiarse” con otro recurso. Y los grandes no van a paralizar su negocio corporativo.
De la pasada campaña, el gobierno estima que quedan exportaciones pendientes entre 3 mil y 5 mil millones de dólares, algo que los ruralistas niegan. En todo caso pueden quedar saldos técnicos que están en las grandes empresas multinacionales que hacen la molienda y convierten el grano en aceite, harina y otros derivados.
Las agroindustrias tienen que tener granos en stock en sus silos para no paralizar sus plantas, hasta que entren los granos de la presente cosecha. La última campaña de soja no fue buena (40 millones de toneladas frente a los 50 previstos para la actual) y en todo caso no son los productores rurales los que realizan las exportaciones.
La tensión de fondo no es por lo poco que queda sino por la eventual demora de comercialización en la cosecha que se inicia en estos días. La cuestión no está en los silos metálicos o de bolsa sino en el momento en que se liquidan las operaciones, aunque hay que esperar luego a que la producción física salga para que ingresen los dólares. Y el gobierno está impaciente y necesitado.




