Cambio de estación: platos calientes, gustosos y saludables

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el otoño anuncia la llegada de los meses más fríos, ideales para tomar sopas, cremas y purés, humeantes, recién cocinados o recalentados. Pero una alimentación más contundente no tiene por qué sumar calorías. Aquí, una guía para incorporar verduras de estación a la dieta de invierno.

TEXTOS. LIC.. JORGELINA JORDA Y DR. CRISTIAN MEYER.

Así como en el verano nos gustan platos y alimentos refrescantes, templados o fríos, y ligeros, en el invierno el cuerpo nos pide más potajes y guisos; en general, platos más consistentes, calientes y que aporten mayor sensación de saciedad.

Lo cierto es que nuestro cuerpo reacciona ante las bajas temperaturas. Debido al frío, aumenta nuestro gasto energético (el organismo tiene que hacer un mayor esfuerzo para mantener su temperatura corporal) y por tanto, solemos tener más apetito y tendemos a comer más. Aunque solo basta con optar por métodos de cocción que sean adecuados para esta época.

Las sopas, las cremas, los estofados, guisos, cazuelas y las preparaciones al horno o al vapor en olla a presión son las fórmulas culinarias que más calor proporcionan al cuerpo y ese es el efecto esperado cuando, tras un día de frío intenso, se llega a casa destemplados. En definitiva, la fórmula es más sopas, guisos y cazuelas, y menos ensaladas.

LA NATURALEZA DICTA

En los meses fríos, las hortalizas para ensalada escasean. Es indiscutible la presencia de escarola, algunas lechugas y zanahorias, pero no es temporada natural de tomates, pimientos ni pepinos. Esto no significa que, pese a estar a la venta en el mercado, no se deban comer, sino que lo natural debería ser consumir los alimentos que se cultivan en cada estación. Ya llegará la hora de las ensaladas de tomate.

El ambiente gélido enfría el cuerpo, que pide calor también con los alimentos y con sus formas de preparación. Los meses fríos son idóneos para tomar las verduras en sopas, en cremas y en purés, humeantes, recién cocinadas o recalentadas.

Las ensaladas, cuando apetezcan, pueden servir como acompañamiento o complemento al menú, y no de manera necesaria como plato principal. Es un cambio dietético puntual que no repercutirá de modo negativo en la salud ni en la nutrición. A medida que pasan los meses, el propio cuerpo pide más ensaladas. De igual modo, quienes prefieran una ensalada para comer o para cenar no tienen más que seguir la intuición y saborearla con gusto.

Mientras tanto,, se ofrecen algunas opciones para seguir incorporando verduras al menú invernal.

- Sopas de verduras: se pueden cocinar tantas sopas de verduras como combinaciones se hagan con los vegetales (de ajo, de puerro y zanahoria, de champiñones, de brócoli), y los líquidos de cocción (caldos de pollo, vegetal, de pescado o de carne).

- Verduras estofadas o en guiso: el estofado duradero y a fuego lento realza el sabor dulce propio de las verduras, en particular, de las de raíz o rastreras, como zanahorias, calabaza, cebollas y nabos. Se consigue un sabor muy agradable si se cocinan durante, al menos, 30 minutos. Se puede optar desde una cazuela de zapallitos o berenjenas hasta un guiso con el agregado de cebolla, pimiento, tomate y carne magra.

- Al horno: con esta técnica se consigue intensificar el dulzor de los vegetales. Las hortalizas más carnosas, como la berenjena, zuccini, tomate o el calabacín, resultan deliciosas al horno, sazonadas y con un toque personal de hierbas aromáticas. De esta manera, las verduras asadas al horno, en cazuela o en papillote se convierten en la guarnición idónea de cualquier plato o en un apetecible primer plato.

+datos GUISOS Y CALORÍAS

Los guisos y los estofados también pueden ser de vegetales: contundentes estofados de legumbres, sustanciosas paellas variadas o suculentas pastas rellenas dan como resultado platos sabrosos en los que la grasa no es el inconveniente. Basta con un rehogado inicial de las hortalizas y el resto del sabor se obtiene con una adecuada elección de los alimentos, con un uso equilibrado y justo de hierbas aromáticas y especias, y tras aplicar el tiempo necesario para una correcta cocción.