La compra de los ferrocarriles

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Firma del convenio de traspaso y compra de los ferrocarriles ingleses (12 de febrero de 1947). Foto: Archivo El Litoral

Andrés Andreis (*)

Ni Francia, ni Inglaterra luego de la Segunda Guerra Mundial, triunfadores junto a otros aliados de esta dramática contienda, pudieron sostener en el tiempo sus inversiones en el mundo. Al respecto, fueron grandes los sacrificios de toda índole, en relación a Inglaterra, para mantener sus capitales diseminados en muchas naciones y en América Latina en particular. Como sabemos, la Argentina ayudó económicamente al Reino Unido con cereales, vacunos y alimentos manufacturados para asistir a los pueblos de esa región mientras se desarrollaba la guerra. Pero en el caso de este país que había acumulado deudas con el nuestro, la venta de sus ferrocarriles era una buena causa para liquidarlas, transacción que rechazaba el por entonces presidente del Banco Central de la República Argentina Miguel Miranda (año 1947).

Pero lo cierto es que los ferrocarriles de capital francés, fueron los primeros en ser vendidos a la Argentina.

La compra de los ferrocarriles franceses

Aunque Francia también cargaba con muchos problemas económicos por los mismos motivos de su intervención en la guerra, la operación de compra-venta de sus ferrocarriles, fue menos traumática que con Inglaterra, quizás porque no hilaban tan fino como los ingleses, acostumbrados a negociar con habilidad y con la mirada atenta del Foreign Office.

El 14 de diciembre de 1946 se firmó el convenio de nacionalización de los ferrocarriles de capitales franceses que involucraba a la Compañía General de Ferrocarriles de la Provincia de Buenos Aires, la Compañía Francesa del Ferrocarril Santa Fe y la Compañía Francesa del Ferrocarril Rosario-Puerto Belgrano. El monto de lo pagado ascendió a 182.796.173,98 pesos moneda nacional en concepto de todos los bienes ferroviarios, que incluian los activos físicos, directos e indirectos existentes en el territorio nacional de las compañías de origen francés. Tenemos que tener en cuenta que tuvo mucha influencia el hecho que el 1º de enero de 1947 vencía el plazo otorgado por la ley Mitre (5315) de 1907 que en su artículo 8º eximía a las empresas tanto de capitales franceses como británicos del pago de impuestos y la obligación de pagar derechos aduaneros para importar insumos y repuestos ferroviarios.

Digamos que la caducidad de la ley abarcaba los privilegios señalados, pero no la cancelación de las concesiones cedidas a perpetuidad y, sin reservarse el Estado Argentino opciones para su compra.

Los ferrocarriles de capitales ingleses

El 12 de febrero de 1947 se firmó el convenio de compra-venta de los ferrocarriles ingleses en su totalidad. Retrocediendo en la historia, en noviembre de 1943, el Gobierno argentino a través de una comisión que integraba el subsecretario de Finanzas, el director general de Ferrocarriles, el director de Ferrocarriles del Estado, recibieron a los directores británicos y al Dr. O‘Farrel, presidente de la Comisión Argentina-Británica de Ferrocarriles. En la oportunidad los directores de Londres en un viaje de rutina propusieron a la comisión la creación de una compañía anglo-argentina en la Argentina, con participación del gobierno argentino, con directores argentinos y británicos residentes y, la conversión de las cuatro compañías británicas en Londres, en una sola Holding Company. En febrero de 1944 los directores ingleses volvieron, pero el acuerdo no se llevó a cabo aduciendo el gobierno argentino que la actual situación política no favorecía una solución en el problema de los ferrocarriles. No olvidemos que para entonces gobernaba el general Edelmiro J. Farrel, surgido de la revolución de 1943.

Volviendo a la firma del difícil y engorroso convenio del 12 de febrero de 1947, que llevó más de tres años de idas y venidas, con personajes intervinientes como sir Reginald Leeper, nuevo embajador en Buenos Aires, delegados ingleses presididos por sir Montague Eddy, representante de los accionistas ferroviarios y, figura principal de las negociaciones. Las mismas seguirían sin llegarse a un acuerdo, en donde la misión inglesa informa al Foreing Office de la reunión que se mantuvo con el canciller Atilio Bramuglia y Miguel Miranda, presidente del Banco Central, en la que los argentinos no querían llegar a un acuerdo, sin que se arreglara previamente la deuda que mantenía el Reino Unido de la Gran Bretaña con nuestro país. Bramuglia sin embargo, sostenía que era necesario aparte de las negociaciones, que se debía llegar a un acuerdo integral que incluyera algo tan importante como las carnes, la deuda en libras y por supuesto los ferrocarriles.

Miguel Miranda casi inflexible afirmó, “que por estos fierros viejos” no se podía pagar lo que los ingleses pretendían, opinión que compartían muchísimos ciudadanos argentinos por entonces, pero que no se evaluó lo suficiente, pese a que los ferrocarriles estaban aún en condiciones. Miranda muchas veces se retiró de estas negociaciones por su tozudez en mantener los principios que el sostenía que eran justos y, es por eso que se convirtió en principal negociador con los muy difíciles y flemáticos ingleses.

Finalmente con la anuencia y, con un criterio nada fácil para resolver en los primeros tiempos de su gestión, el Gobierno argentino que presidía el general Juan Domingo Perón, se resuelve de común acuerdo entre las partes, pagar por todos los bienes de capital inglés la suma de 2.482.500.000 pesos moneda nacional, equivalentes a 150 millones de libras esterlinas. El principal compromiso era mantener en sus empleos a todo el personal de las empresas inglesas cuyos sueldos al 30 de junio de 1946 no excedían los 1000 pesos.

El largo camino de la nacionalización de los ferrocarriles, tuvo punto final cuando el Gobierno Nacional el 1º de marzo de 1948 se hace cargo de los ferrocarriles con un gran acto público frente a la estación Retiro. El gobierno inglés aprobó con satisfacción el precio pagado por nuestro país.

65 años han pasado de este hecho que registra la historia de los Ferrocarriles Argentinos. En el pasado nuestros ferrocarriles fueron uno de los mejores del mundo. Posteriormente, pese a ser nacionalizados con un comienzo que parecía prometedor, el mismo Estado años después dejó de invertir por un falso déficit que se le atribuía, para luego ser concesionados y en buen romance rematados, por orden de personajes que aún ocupan la función pública. En esta fecha recordatoria de la nacionalización de los Ferrocarriles Argentinos, el deber máximo en lo inmediato es, no sólo mejorar los servicios en capital federal y gran Buenos Aires, sino traer nuevamente los trenes que claman cientos y cientos de pueblos del interior de nuestra patria.

(*) Secretario de Prensa del Museo Ferroviario Regional de Santa Fe.