Vida y muerte en Pompeya y Herculano
Vida y muerte en Pompeya y Herculano
Viviana García
(EFE)
La vida de las poblaciones de Pompeya y Herculano y la súbita muerte que sufrieron cuando una devastadora erupción del volcán Vesubio sepultó en el año 79 a las dos ciudades romanas centran una gran exposición del Museo Británico que reúne 450 piezas sacadas por primera vez de Italia.
La muestra intenta recrear la vida diaria de los habitantes de estas metrópolis de la bahía de Nápoles y la opulencia en la que vivían muchos de ellos hasta que una nube oscura y caliente de residuos volcánicos las enterró en apenas 24 horas.
Titulada “Vida y muerte en Pompeya y Herculano”, entre las piezas que se exhiben hay algunas que fueron descubiertas en recientes excavaciones, que han permitido conocer en más profundidad los pormenores de la vida de las casi 15.000 personas que habitaban Pompeya y las 5.000 de Herculano.
Entrar en la exposición es como ingresar en la casa de un pompeyano de clase alta, a través del Atrium, el salón de entrada, para después ver las habitaciones, el jardín, la cocina y la sala principal, todos adornados con frescos o estatuas de mármol.
El museo exhibe todo tipo de objetos, como comida carbonizada, recipientes para lavar la comida, coladores, morteros, hornos portátiles, la cuna de un bebé y hasta frescos con escenas de la vida sexual de estas poblaciones de origen griego o semnita.
Las dos metrópolis tenían una vida social y cívica muy activa y había templos, grandes baños romanos y teatros, mientras que el principal sustento procedía del comercio y el cultivo de la tierra.
Pero la erupción del Vesubio un 24 de agosto o un 24 de octubre del año 79, según distintos cálculos, calcinó y enterró por completo a estas poblaciones después de que la lava provocara una nube de 32 kilómetros de altura y una lluvia posterior de piedras y ceniza con temperaturas superiores a los 400 grados centígrados.
La oscuridad en la que quedaron sumidas las dos ciudades y la velocidad de la erupción impidieron cualquier huida, como queda reflejado en los restos reconstruidos de algunos habitantes calcinados, a los que se les ve en posiciones relajadas.