Se conocieron detalles de una jornada fatídica

El cabo Damián Martinet y un balazo en medio de la noche

El detenido y ahora principal acusado del crimen habría dicho que disparó “a ciegas”. Agregó que la bala tenía por destinatario a otro sujeto con el que se estaba tiroteando.

 

Danilo Chiapello

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La noche del sábado, el cabo Damián Martinet acudió a pasaje Cervantes al 3900 ignorando que en las inmediaciones dos malvivientes intercambiaban disparos desde hacía un rato.

Esto se deduce de una investigación realizada por este diario, en base a testimonios de vecinos y ocasionales testigos del suceso.

Nuestros entrevistados comenzaron diciendo que aquel sábado en cuestión había sido un día tremendo. “Se estuvieron tiroteando durante la mañana y gran parte de la tarde”. Situación que no se modificó cuando llegó la noche.

La frecuencia de los incidentes es dinámica y reiterativa. “Se tiran durante un rato. Luego paran y vuelven a comenzar. Lo cambiante es el ‘receso’ entre un tiroteo y otro. Puede demorar algunos minutos o quizás horas. Lo seguro es que los disparos prosiguen”.

Último acto

Aquella noche, cerca de las 21.30 el servicio de emergencias 911 recibió una llamada telefónica dando cuenta de un conflicto familiar en Pasaje Cervantes al 3900. Se trataba de una pelea entre un hombre y una mujer por la tenencia de un menor, hecho en que había mediado violencia física entre los involucrados.

Minutos después se comisionó al lugar a un patrullero de la subcomisaría 10a., vehículo en el que iba Martinet junto a Cristian, su compañero de guardia. Detrás del patrullero circulaba una camioneta de la Brigada de Explosivos que fue en apoyo.

Los policías arribaron al lugar sin saber que en dicho sector dos tenebrosos dirimían sus cuestiones a tiro limpio.

A un lado del pasaje Cervantes se hallaba el ahora detenido y principal acusado, W. R., de 21 años, el que estaba armado con un revólver, calibre 22. En el otro extremo un tal “Bata” o “Batato”. De este individuo se dice que contaba con una carabina, con mira telescópica.

Ambos ejecutaban sus acciones, parapetados detrás de un muro. Incluso, el reciente apresado habría confesado que disparaba sin mirar donde estaría su oponente.

El escenario de la contienda es un estrecho camino de tierra, mal iluminado, el que encima se encontraba obstruido por una moto y un automóvil. Fueron Martinet y su compañero los que descendieron del patrullero para correr la moto y liberar el paso.

En dicha circunstancia se escuchó una detonación. Tras ello Martinet se tomó la zona del abdomen y le dijo a Cristian “me dieron”.

El cabo Damián Martinet y un balazo en medio de la noche

El uniformado fue cargado en la camioneta de la Brigada de Explosivos que partió a toda velocidad hacia el hospital Cullen. En el trayecto, sus compañeros le hicieron masajes de RCP (reanimación cardiopulmonar) al igual que los médicos que lo recibieron. Los esfuerzos finalmente fueron vanos, ya que minutos después se produjo su deceso.

La muerte de Martinet fue tan rápida debido a que la bala en su recorrido perforó la arteria aorta, el pulmón y corazón.

El proyectil ingresó debajo de la axila de Martinet, por el único lugar que el policía tenía descubierto, ya que llevaba su chaleco antibalas puesto.

Respecto del chaleco de Damián, se supo que estaba en perfectas condiciones. Dicho implemento (que resiste hasta el impacto de un proyectil calibre 357 Magnum) había sido dado de alta en 2012, bajo la norma del Renar MA. 01-A1, siendo su vida útil de 5 años.

Fue crucial para la resolución de este delicado asunto el papel que jugaron los testigos de identidad reservada en las horas posteriores al crimen.

Mediante mensajes de texto y por otras vías, datos vitales fueron llegando a manos de los pesquisas, los que culminaron con la detención del principal sospechoso del crimen, ayer al mediodía, en 3 de Febrero y Juan Díaz de Solís.

Es de hacer notar que junto a este rufián, cayeron otros dos individuos (un adolescente y un mayor de edad), los que fueron apresados en el mismo momento que pretendían ocultar el arma homicida, un revólver calibre 22.

A éstos últimos se les inició causa por encubrimiento de homicidio calificado.

Consultadas al respecto, autoridades de la Unidad Regional I destacaron la predisposición del personal policial, que se abocó de lleno al caso, dejando incluso a un lado sus descansos, lo que derivó en la resolución de este delicado asunto.