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Ajustado triunfo de Maduro en Venezuela

Hace seis meses, Chávez se impuso a Capriles por siete puntos de diferencia. Ayer Maduro ganó por un punto y medio de ventaja, lo que significa que en medio año el chavismo perdió alrededor de dos millones de votos.

 

 

Contradiciendo otra vez las mediciones de las consultoras políticas, el líder opositor Hernán Capriles se constituyó en el gran protagonista de la jornada y en el dirigente que objetivamente encarna el futuro de Venezuela. En efecto, si bien los números le otorgan la victoria al sucesor de Chávez -el gremialista Nicolás Maduro-, una lectura política de los acontecimientos permite afirmar que el resultado se parece mucho a una victoria a lo Pirro, el rey de Epiro, que derrotó a los romanos en la batalla de Asculum (279 a.C.) pero perdió tantos efectivos que no estuvo en condiciones de continuar su campaña militar en la península itálica.

Hace seis meses, Chávez se impuso a Capriles por siete puntos de diferencia. Hoy Maduro apenas pudo superar el punto y medio de ventaja, lo que traducido a números contantes y sonantes significa que en medio año el chavismo perdió alrededor de dos millones de votos, una sangría significativa en un horizonte político cargado de acechanzas económicas, sociales y financieras.

La libre disponibilidad de los recursos del Estado, el uso dispendioso de la publicidad oficial, la extorsión a los votantes y la apelación a imágenes supersticiosas y oscurantistas, no lograron el efecto previsto, lo que demuestra que más allá de las expectativas de los demagogos de turno, un amplio espectro de la sociedad está decidida a votar sobre la base de criterios racionales .

La propia candidatura de Maduro estuvo signada por la sospecha y la ilegitimidad. Su condición de “presidente encargado” fue un adefesio jurídico que sólo en las irregulares condiciones políticas y sociales de Venezuela pueden concebirse. La apelación a la memoria del ex presidente muerto fue exagerada y en algún punto patética. La puesta en escena en algún momento debe haber orillado en el ridículo, porque los propios estrategas de la campaña le sugirieron a Maduro que incorporara a su discurso elementos más racionales.

No obstente ello, el celebre “pajarico” -una versión angelical de Chávez-, la contratación de líderes deportivos mundiales -Maradona fue uno de ellos- y el uso y abuso de un doble de Chávez en la tribuna, estuvieron presentes en la campaña. Como dijera el editorialista de un diario de Caracas, transformaron a Chávez en una suerte de Cid Campeador, capacitado para ganar batallas después de muerto.

Como los hechos se encargaron luego de demostrar, los recursos demagógicos y circenses lograron contener los votos ya definidos. Pero el hecho de que más de dos millones de personas hayan cambiado el voto, demuestra no sólo que el chavismo no está en condiciones de ganar nuevas adhesiones, sino que tiene serios problemas para retener lo conquistado.

Consideraciones al margen, Nicolás Maduro será el nuevo presidente de Venezuela y el recurso de santificar a Chávez será cada vez mas débil. En su condición de nuevo mandatario, Maduro deberá dar respuestas a la inflación, la inseguridad ciudadana, el incremento del número de desocupados, el encarecimiento de las importaciones y las intrigas políticas internas, particularmente las promovidas por quienes representan hoy al poder real del chavismo: las fuerzas armadas del país caribeño.

El recurso de santificar a Chávez será cada vez más débil. En su condición de nuevo mandatario, Maduro deberá dar respuestas a la inflación, la inseguridad ciudadana y el incremento del número de desocupados.