Murmullos de la memoria

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Por María Luisa Miretti

“Las voces bajas”, de Manuel Rivas. Alfaguara, Buenos Aires, 2013.

Manuel Rivas (La Coruña, 1957) comparte en este libro los recuerdos que anidan en su memoria. Los 22 capítulos homenaje se pueden leer de modo independiente o en su conjunto: su madre lechera (gran lectora y habladora), su padre albañil y músico; la educación, la religión, el campesinado, las mujeres, los juegos infantiles y su hermana María (clave en su vida, muerta prematuramente). Todos envueltos en “las voces bajas”, como si fueran murmullos del pasado que necesita recuperar.

El título no pareciera presuponer la “morriña” o la “saudade”, sino el mandato de esas figuras que marcaron su infancia. Las pinceladas de imágenes se suceden en una maravillosa mezcla impresionista de múltiples sensaciones, que permiten acceder a la privacidad de su mundo particular (del que luego se hace difícil salir).

La mirada del niño que capta y atesora voces, registros, tonos, ademanes, gestos, expresiones como en La lengua de las mariposas- se confronta de tal modo con la realidad, que siempre la palabra queda corta ante la posibilidad de manifestar el mundo, mientras va revelando esa realidad que comprende a su manera (pero decodifica cuando adulto, recuerda la película griega La sal de la vida, de Tassos Boulmetis).

Lirismo poético lleno de contrastes: cuna de Franco y canto de alabanza a la democracia; pinceladas de vida frente a la cruda realidad, donde se mezcla lo sagrado con lo profano; los exiliados (emigrados) frente a la búsqueda de un sitio digno para vivir (se temía más a las goteras que al lobo), la pobreza digna frente a la humillación y la soberbia; el deseo de crecer y los versos de Rosalía de Castro en la voz de la madre, junto con la ilusión de tomar el arco iris con sus manos, o las estrellas desde el tejado.

Cuando las palabras se hacen literatura, se activa un mundo de sensaciones que reacomoda los murmullos y el acompañamiento se torna más sostenido.