TEXTOS. MÓNICA RITACCA. FOTO. MAURICIO GARÍN.
INFANCIA Y ADOLESCENCIA. “Nací el 4 de noviembre de 1976, en Tostado (localidad del norte de Santa Fe). Mi infancia estuvo marcada por los estereotipos de ser varón mujer. Varias veces fui discriminada en la escuela primaria y también en la secundaria. En el nivel terciario fue diferente, porque me puse firme en mi condición transexual. Yo me siento mujer desde los 5 años, cuando me enamoré de un compañerito. Pero mi familia se enteró mucho más tarde, cuando tenía 14 años y estaba en plena adolescencia. Fue un subcomisario el que se lo dijo a mis padres. Al principio no lo entendieron y hasta me pegaron. Por entonces no era como ahora que se habla del tema. Me acuerdo que esa persona se acercó a mi casa y pidió que yo no me acercara a sus hijas, con quienes estudiaba. Dijo que no era digna en su casa y era un mal ejemplo porque me juntaba con los travestis y gays del pueblo”.
EL DNI, UN SUEÑO CUMPLIDO. “Ese día sentí orgullo por mí, pero también por mis compañeras. A partir de ahí cambió mi propia historia, y también la de la provincia. Me sentí muy feliz porque me estaban otorgando la identidad femenina que tanto esperaba, pero triste al mismo tiempo porque el mayor deseo hubiera sido que mi madre esté allí. De todas maneras, frente a la ausencia física de mi mamá, mi hermana Mercedes estuvo presente y eso fue muy importante. Me entregaron el DNI en el marco de un decreto del ex gobernador Hermes Binner, antes de la puesta en vigencia de la Ley de Identidad de Género. Siempre tuve claro que debía aceptarme como era y no importaba la opinión de los demás. Iba a la escuela como me decían que tenía que ir. Por supuesto que me hubiese gustado ir de pollera y taco, pero sabía que de esa manera nunca iba a terminar mis estudios. Opté por adaptarme al sistema y no revelarme porque solo iba a generar rechazo y resistencia del otro lado. El documento con una identidad femenina significó el reconocimiento de varios derechos”.
LEY DE IDENTIDAD DE GÉNERO. “Siento que es una norma a través de la cual quienes somos transexuales podemos identificarnos como personas dentro de un mundo claramente alocado y heterosexual. Considero que nos reconoce como ciudadanos de derechos, y no de segunda. Es una ley que nos da un resguardo, pero tampoco la gloria. Dentro del mundo trans, el 98 % continúa en la prostitución pese a una Ley de Identidad de Género. Es expulsado de sistemas educativos, culturales, familiares, habitacionales... Si bien hubo un avance en cuanto a los derechos, hasta el momento no se dieron los cambios culturales-sociales para una integración total o parcial”.
OPERACIÓN DE REASIGNACIÓN SEXUAL. “En mi vida significa todo. Será sacarme una mochila pesada y volver a nacer. Creo que será un retorno a la vida, al amor, a formar una familia, a recuperar aquello que alguna vez la vida misma y el destino me quitaron. A días de la cirugía, estoy ansiosa; esperando que llegue. La operación de vaginoplastía será el 22 de mayo y tendrá una duración aproximada de 5 horas. Empezará muy temprano, a las 6 de la mañana. Según me explicaron los médicos tendré un post operatorio de 10 días y después siete meses de cuidados especiales.
De todas maneras, yo me siento mujer desde siempre. Esta operación no me va a hacer más mujer ni tampoco me garantiza que voy a ser feliz con un hombre; pero de todas maneras será cerrar una etapa de mi vida a la que le quería poner fin”.
ASPIRACIONES A FUTURO. “En primer lugar seguiré soñando y creyendo que se puede construir una sociedad más justa. También empezar a perfilar mi vida hacia una carrera política, postulándome a concejala, por ejemplo. Más allá del partido político, creo que será una forma de devolverle a la sociedad todo lo que me brindó”.