Acciones para preservar antiguas tradiciones

En España, el tejido a bolillo era el medio de subsistencia de muchas familias humildes en el siglo XVII. La técnica para confeccionar con él antiguas artesanías catalanas -como puntillas o flores- se puede aprender en el Casal de Catalunya de nuestra ciudad.

TEXTOS. REVISTA NOSOTROS. FOTO. GUILLERMO DI SALVATORE.

 

Con motivo de la celebración de la Semana de Catalunya, del 23 al 30 de abril, el Casal de Catalunya de Santa Fe realizó diferentes actividades, con el auspicio de la Generalitat de Catalunya, Departament de la Presidencia, Secretaria d’Afers Exteriors y la Comunitats Catalanes de l’Exterior.

El martes 23 de abril festejó su Santo Patrono, San Jordi (San Jorge) y el Día Internacional del Libro, cuya tradición es regalar un libro por una rosa roja. El jueves 25 de abril, en la Vecinal Barrio Roma, hubo un encuentro coral con la participación del coro de esa entidad, el Coro de la Macarena y el de La Coral San Jordi.

El sábado 27 se realizó en la Peatonal San Martín la Muestra de Tejido a Bolillo, donde se ofreció una clase abierta de esta manualidad y fueron exhibidas estas artesanías catalanas. Estuvo a cargo de la profesora María Dolores Torrent Guiu y Juana Porta Torrent, responsable y miembro de la comisión directiva junto a un numeroso grupo de alumnas, quienes exhibieron sus trabajos. Éstas concurren a las clases que se dictan sábado por medio en el local de la institución, Saavedra 1932.

Aquel día, por la tarde, en la Iglesia Sagrado Corazón (Catedral Nueva) se celebró una misa en homenaje a la Virgen de Monserrat, Patrona de Cataluña. Como cierre de los actos de la Semana de Catalunya, el domingo 28 de abril, en la Vecinal Barrio Roma, se realizó un almuerzo, que compartieron todos los socios y amigos, quienes tuvieron la oportunidad de degustar el “allioli” típico en la comida italiana.

Con respecto a la técnica para confeccionar artesanías con tejido a bolillo, Juana Porta Torrent explicó que “se utilizan unos palitos de madera (los bolillos) que tienen una forma especial y a ellos se le cuelga el hilo elegido, que puede ser desde el más finito hasta una lana. Se teje sobre un patrón y se van colocando alfileres para sostener el tejido. El punto tela, medio punto o araña son los básicos que se utilizan, que es lo que enseñamos en el curso para que nuestras alumnas empiecen a mover los bolillos”.

Por último, agregó que “nosotros tenemos algunos patrones -las guías sobre las que se trabaja el tejido- para hacer puntillas, abanicos, flores (para sombreros o solapas), abanicos, cuadros u otros usos, pero otros los sacamos de revistas o los bajamos de Internet”.

ALGO DE HISTORIA

En Arenys de Munt, la tradición de hacer encajes de bolillos le viene de lejos, según explicaron desde el Casal de Catalunya. La primera documentación donde figuran encajeras de Arenys de Munt es el libro de cuentas del encajero Juan Clavell, del año 1698.

Pero es durante el siglo XVIII que en la Costa de Levante y también en Arenys de Munt cuando se consolida la expansión comercial de las puntillas. Muchas familias ven en este trabajo un medio para garantizar la supervivencia del núcleo familiar.

Las puntillas de Arenys tienen un gran prestigio por ser puntillas finas y se esparcen por todas partes, incluso en América. Este comercio fue muy fructífero y reportó un gran beneficio a las pobres economías familiares.

Durante el siglo XIX, los pueblos del litoral catalán fueron industrializando y los encajes de bolillos dejaron de ser un medio de vida para las mujeres. Arenys de Munt, durante este siglo, experimentó un cierto crecimiento en el número de encajeras, explicable porque en las poblaciones vecinas las mujeres preferían ir a las fábricas.

En 1862, Mariano Castells, de Arenys de Mar, creó -junto a su mujer, Anna María Simón- un negocio de puntillas. Los Castillos fueron unos grandes artistas de los encajes, ya que creaban sus propios patrones con dibujos de gran calidad. Muchas de estas puntillas fueron ejecutadas por encajeras expertas de Arenys de Munt.

En 1880, Josep Viñals -quien también creaba sus propios dibujos y picaba patrones- abrió su comercio en Arenys de Munt, que estuvo abierto hasta 1989. Había otra casa que se dedicaba a la venta de encajes, “Marton Hermanas”, que comercializaban en todas partes, incluso en América. Además de los encajeros, las encajeras de Arenys de Munt compraban los patrones y el hilo por su cuenta y trabajaban las puntas que luego vendían.

El 1º de julio de 1906 se inauguró en Arenys de Munt una exposición, “Blondas y otros encajes” con la asistencia del presidente de la Diputación. En ella participaron varias poblaciones y se organizó un concurso. Casi todas las piezas expuestas eran blondas, ya que, en esta zona y bajo la denominación de “ret fi catalán” o “Punta de Arenys”, existía -y aún perdura- una variedad de encaje que se caracteriza por el fondo de tul adornado con “punto de espíritu”, hecha con hilo de algodón blanco muy fino.

En 1940 aparecen nuevos comerciantes e, incluso, abren escuelas para aprender este noble arte. Actualmente, en Arenys de Munt, la producción de puntas, a pesar de ser una actividad artesanal que ocupa horas de ocio, está muy arraigada y así lo demuestran las dos asociaciones de encajeras que existen y los dos encuentros que se realizan cada año, una por San Juan y el otro el 11 de septiembre.

En 2004, Arenys de Munt y Arenys de Mar han sido proclamadas “Zona de interés artesanal en el arte de la punta” por la Generalitat de Cataluña.

IMG_9702.JPG

La institución organizó una clase abierta y exposición de tejido a bolillo en la Peatonal.

+ Información

Casal de Catalunya: Saavedra 1932 de nuestra ciudad, teléfono 459-9792. Atiende los lunes, miércoles y jueves de 17 a 19.

Rosas, libros y San Jorge

Un dragón, un enorme y feroz dragón se presentaba a las puertas de la villa amurallada de Montblac y con su fétido y amedrentante aliento mataba y se comía todo lo que estaba a su alcance. Rebaños de ovejas, bueyes y caballos debían ser encerrados dentro de la muralla.

Frente al terror que el dragón imponía a la gente de la villa, el rey convocó a todo el pueblo para tomar una determinación. Resuelven entregar a la voracidad de la bestia a la más bella doncella de la villa, que es la hija del rey.

Ella acepta sin vacilaciones y se va al bosque. De repente se encuentra con un joven caballero, armado de pies a cabeza, llevando una lanza puntiagudo y cabalgando en un caballo blanco como la nieve.

Ella, temiendo que el dragón lo matara, le advirtió al caballero del peligro, pero él no tenía miedo del dragón y sólo pensaba en salvar a la doncella. En ese momento, un resoplido del dragón asustó a la princesa, mientras el joven caballero atacaba a la fiera hiriéndola por todo el cuerpo, clavándole al fin la lanza debajo del ala izquierda donde tenía el corazón. Con otro golpe de lanza remató al dragón que, al morir, se fundió en la tierra delante de los ojos admirados de la princesa. Donde el dragón desa-pareció nació un rosal de rosas rojas como la sangre. Esta es la leyenda. Como consecuencia de ésta, en Cataluña existe la tradición de regalar rosas rojas el 23 de abril, Día de San Jorge. Es muy difícil dar una fecha exacta del inicio de la tradición popular de regalar rosas el Día de San Jorge. Debe ser muy antigua, pues se tiene constancia de la celebración de la feria de rosas en ese día desde el siglo XV. Lo más importante es que se ha mantenido viva y es un símbolo indiscutible de Cataluña.

En el año 1926, en España se instauró el 23 de abril como Día del Libro, ya que esta fecha coincide con la muerte de Cervantes, imitando a Inglaterra, que ya celebraba el Día del Libro en la misma fecha pues coincide también con la muerte del Shakespeare.

La celebración arraigó rápidamente en Barcelona y se extendió por Cataluña, en nuestros días, a la tradición de regalar rosas rojas se le suma la de regalar libros. Así pues, en Cataluña, el 23 de abril es el Día de San Jorge, de la rosa y del libro: el día del Santo Patrono, del amor y de la cultura. En Argentina los centros catalanes tratan de mantener viva esta tradición de diferentes formas: regalando rosas a quienes compran libros en librerías elegidas al efecto; poniendo stands de venta de libros y rosas en calles y plazas; y fomentando la hermosa costumbre de regalar estos elementos.