Por TV y sin gente en las tribunas

Un clásico con mímica

La edición Nº 82 del derby se va a jugar sin público, en un hecho inédito para el fútbol de Santa Fe, ya que nunca antes un partido entre Unión y Colón se jugó a puertas cerradas. Solamente podrá verse por televisión, el domingo a partir de las 11.

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Con pocos testigos. El partido de mañana en el estadio 15 de Abril será observado por unos pocos dirigentes, periodistas y personal policial. Foto: Archivo El Litoral

 

Gastón Dubois

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Desde un principio me declaro en contra de que se organice un evento deportivo sin público. Que alguien me explique cómo la provincia, la ciudad y sus dirigentes -políticos y deportivos- fueron capaces de organizar un espectáculo de aproximadamente 80.000 espectadores como el Súper TC 2000 sin que haya disturbios. Que alguien me explique cómo los mismos fueron capaces de organizar un clásico entre Argentina y Uruguay, en el marco de la Copa América, sin ningún incidente. Que alguien me explique cómo llegamos a esto, cómo llegamos a vaciar las tribunas.

No creo en el fútbol sin aliento, sin cargadas, sin la música del gol. La tríada dirigentes, jugadores e hinchas son inseparables. Siempre fue así. Jugar un partido sin gente en las tribunas es como jugar a la pelota sin arcos. Entiendo, por supuesto, las razones del gobierno provincial de no querer arriesgar ninguna vida por un partido de fútbol. También comprendo cuando Pablo Farías dice en una entrevista publicada en este medio que “se juntaron factores de una manera excepcional: situación deportiva de Unión, situación edilicia, antecedentes violentos de la barra de Colón”. Pero me duele por mi ciudad y lo creo injusto para los hinchas. Siento que no lo merecemos. Me pregunto: ¿cuándo será el momento de que la Justicia, con ayuda de los dirigentes y de los gobernantes, aplique la Ley del Deporte?

¿Puede un minúsculo grupo de salvajes arruinarles la fiesta a varios miles de hinchas? Parece que sí. No creo que sea el fútbol el responsable de semejante desaguisado. La cargada es, entre otras cosas, lo que apasiona a los hinchas. La “pimienta” del juego. El cosquilleo que sentimos cuando tu equipo le hace un gol al eterno rival es indescriptible y no hay garganta que deje de reflejarlo, pero de ninguna manera los hinchas van a matar gente a una cancha. Esos hinchas, que pagan la cuota, que hacen cola para buscar su entrada, que viajan por las rutas de la Argentina para ver a su equipo o que se gastan lo que no tienen para comprarse la camiseta -“la original”, dicen orgullosos- no son los que matan y arruinan espectáculos. Son los otros, que por el asco que me dan ni siquiera me interesa nombrarlos, porque no tienen nombre. A cara tapada y con los “trapos” son capaces de arruinar un espectáculo deportivo del que vive mucha gente. Porque el fútbol hoy es una empresa de la que comen muchos y que le da trabajo -formal e informal- a personas de bien, en su mayoría. Apañados por algunos cómplices, que después los usan vaya a saber para qué, entran drogados y alcoholizados a la cancha y a punta de facas y cuchillos van robando hasta a sus compañeros de camiseta, si es que tienen una. Esos no son hinchas. Sólo son idiotas, en el sentido más duro de la palabra. Desprovistos del más básico sentido de la convivencia, nos privaron a nosotros del último clásico en primera división. Nos arruinaron la fiesta, nos privaron de cargarnos los unos a los otros. Y lo que es peor, en la próxima fecha seguro van a estar ahí, “aguantando los trapos”, apañados por algún dirigente que les regala entradas de favor.

Es la estupidez hecha pasión, que no es tal. No les importa el club, viven de él. Y por culpa de ellos el domingo veremos por televisión a 22 jugadores y una pelota en una cancha vacía. Ellos han convertido al clásico en un caos o en un partido de riesgo. Seremos este domingo rehenes de la televisión. Daremos un espectáculo televisivo sin gente y cuando haya un gol sonarán los sonidos del silencio y entonces recién ahí, cuando termine el partido, nos daremos cuenta de la fiesta que nos perdimos de vivir por culpa de ellos, los barras.

Unión y Colón se necesitan. ¿Será que podremos aprender que Colón no sería nada sin Unión y viceversa? ¿Puede algún santafesino imaginarse qué sería de nuestra historia futbolística si no existiera la gesta del ‘89? ¿O el 4 a 0 y se fueron? Mínimos ejemplos del tiempo que perduran una derrota o una victoria en la retina de los santafesinos. En la mesa del fútbol de cualquier bar. Porque los clásicos en el fútbol son atemporales y se recuerdan por alguna cosa extraña. Por algún fenómeno raro siempre recordamos un clásico por algo. Y es una lástima que este último clásico sea recordado sólo por haberse jugado sin hinchas.