Gestión, imagen y lobby

Micronutrientes: la veta que explotan en Brasil

  • Los fabricantes brasileños de fertilizantes llevan más de 10 años organizados en Abisolo, entidad que surgió para representar y defender al sector. Con ese fin supieron utilizar tópicos técnicos y ecológicos para impulsar el pocisionamiento de sus socios, tanto en el mercado como en la consideración social.
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Alternativos. La fertilización foliar es una de las variantes que promueve la entidad. Foto: Archivo

 

Juan Manuel Fernández

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Enviado Especial

Los fabricantes brasileños de fertilizantes llevan más de 10 años agrupados en una asociación que promueve el uso de sus productos, además de afianzarse como bastión frente a las grandes firmas globales. Para eso pulieron la estrategia y se enfocaron en los micronutrientes, ya que no pueden competir contra los gigantes del negocio mundial de NPK (Nitrógeno, Fósforo y Potasio, los fertilizantes clásicos). Así, desde Abisolo (Asociación Brasileña de Industrias de Tecnología en Nutrición Vegetal) enarbolan la “ley del mínimo” -que establece que “el nutriente que se encuentra menos disponible es el que limita la producción, aún cuando los demás estén en cantidades suficientes”- para estimular la utilización de enmiendas o soluciones ricas en Cobalto, Molibdeno y Zinc, todos de origen nacional. Y hasta se atreven a cuestionar el uso energético que hoy se hace de la biomasa (rastrojos) en Brasil -sobre todo en los ingenios azucareros, que la queman para generar electricidad- y proponen utilizarla para elaborar productos que recuperen el contenido de materia orgánica de los suelos.

Mínimos valiosos

Gustavo Branco, director de Organominerales de Abisolo, explicó que los brasileños “históricamente hemos estado más vinculados con las grandes empresas que proveen sólo NPK”. Por eso, la “sustentabilidad duradera” como bandera, la asociación surgió para ayudar a las empresas que trabajan con “fertilizantes diferenciados” en varios aspectos: mejorar la calidad, adecuarse a la legislación y “generar condiciones de crecimiento para este mercado, que mundialmente hoy está en expansión, con éxito y muy rentable”.

La cámara hoy cuenta con 62 empresas, que se dividen en: acondicionadores de suelo; organominerales; fertilizantes foliares; fertilizantes de materia prima; y fertilizantes de estructuración. “Con eso tenemos una subdivisión que ni siquiera en el Ministerio de Agricultura está tan claro”, dijo Branco, y remarcó que se cree -erróneamente- que el aumento de la productividad depende sólo del uso de fertilizantes tradicionales. “Hablando de un promedio muy general, se puede decir que apenas el 20% consigue los resultados buscados usando sólo esos fertilizantes ¿por qué no se adopta más fertilizantes alternativos?”, se preguntó. Su propia respuesta fue esclarecedora: por la dificultad que tienen para competir en el mercado contra las grandes empresas proveedoras de NPK.

Sin embargo hay entre los asociados algunas multinacionales, como All Tech, Stolle o Syngenta. ¿No es un riesgo que las grandes entren al nicho?, consultó Campolitoral. “Si, pero nosotros estamos preocupados con la determinación adecuada del tipo de tecnología aplicada y la calidad del producto”, señaló Branco. A su favor, destacó que las marcas brasileñas pueden estar más cerca del consumidor para conocer sus necesidades, “algo que por unos años las multinacionales no podrán lograr”. Además, hay otra razón tan lógica como simple: “hoy existe la necesidad de aplicar NPK, entonces ese mercado va a continuar”.

Re-evolución verde

Gilberto Pozzan, ejecutivo de Agrichem do Brasil y director de Fertilizantes Foliares de Abisolo, sorprendió con una contrapropuesta para la biomasa de la que hoy se valen los ingenios para cogenerar energía eléctrica: procesarla para devolverle al suelo -en forma de enmienda- la materia orgánica perdida. “Se están vaciando; los suelos están muertos y si nos nos preocupamos por devolver materia orgánica vamos a tener un suelo estéril”, se alarmó.

El argumento nace de una práctica relativamente reciente en Brasil, que hasta tiene un tinte ecológico. A raíz de los altísimos volúmenes de rastrojo que deja la caña de azúcar, los ingenios empezaron a comprárselo a los productores (que lo entregan enfardado) para quemarlo y generar electricidad. Así se autoabastecen de energía, pero también logran excedentes que se venden y se incorporan a la red pública. En resumen: tanto el ingenio como el productor ganan dinero, pero a costa de dejar el suelo descubierto.

“Lo estamos usando -al rastrojo- para bioenergía porque paga más; la energía está cara y el productor cuenta con biomasa sobrante”, dijo Pozzan, y agregó: “las usinas de caña están ganando dinero y no se están preocupando en reponer”.

Frente a esto, la propuesta es un fertilizante “organomineral”, a base de biomasa: “un compuesto de NPK normal más una fuente de biomasa”. Explicó que empresas como Grupo Ítale ya formulan y venden estos productos en el mercado brasileño. “Se descompone la biomasa, se seca y se aplica, mezclado con superfosfato simple o cloruro de potasio, y se hace un gránulo”, detalló Pozzan, respecto de la fabricación de este tipo de fertilizantes.

En Argentina, el directivo de Abisolo trabaja desde hace 9 años con ASP (Agro Servicios Pampeanos), firma que logró quebrar la resistencia del chacarero local a apostar por los micronutrientes para aumentar la productividad. “Hoy ASP vende a los productores micronutrientes como Cobalto, Molibdeno, Zinc, que son los más usados”, indicó. Mencionó que la evolución de las ventas fue muy buena, tanto para aplicación foliar como para curar semillas.

El dato

Movimiento constante

  • El trabajo de posicionamiento del sector por parte de Abisolo incluyen un congreso, que este año tendrá su quinta edición entre el 21 y el 23 de agosto en Ribeirao Preto, Sao Paulo. Bajo la consigna “Modernidad, gestión y tecnología en nutrición vegetal”, con el fin de involucrar a los eslabones más importantes de la cadena de producción de alimentos y discutir el efecto de los fertilizantes modernos en el aumento de la productividad agrícola brasileña.

El dato

Una resistencia difícil de quebrar

  • Según Gustavo Branco, director de Organominerales de Abisolo, la primera reacción del agricultor brasileño cuando se le proponen fertilizantes alternativos es de desconfianza, producto del enorme costo que implica el cultivo y el riesgo que supone innovar. “Van paulatinamente, despacito, adoptando nuevas tecnologías después de confirmar resultados”, explicó. Por lo tanto la evolución de las ventas es lenta, aunque cree que “será de un aumento geométrico en los próximos años”.

Las estadísticas de Abisolo indican que en los últimos 10 años las ventas de sus socios se incrementó 195%. Al comienzo no fue significativo, pero luego la curva de crecimiento “alcanzó niveles muy altos”. Calculan que actualmente en Brasil el 30% de la producción utiliza estos productos y, si bien el potencial es “muy grande”, aún hay un déficit de información fidedigna, “principalmente de órganos estatales e incluso del mercado”.

“Los suelos están muertos y si nos nos preocupamos por devolver materia orgánica vamos a tener un suelo estéril”

Gilberto Pozzan

Director de Fertilizantes Foliares

“Históricamente hemos estado más vinculados con las grandes empresas que proveen sólo NPK”

Gustavo Branco

Dtor. de Organominerales de Abisolo