A orillitas del canal

Las contradicciones de una sociedad que oscila entre la tradición clasista y la globalización financiera, con un marcado sesgo mercantilista y rasgos de autoritarismo. Panamá, en la mirada de una periodista santafesina.

TEXTOS. EMERIO AGRETTI. FOTOS. FLAVIO RAINA

A orillitas del canal

La Estrella. Sol Lauría es jefa de Información de uno de los principales diarios de Panamá. Y desde ese lugar analiza una particular realidad social, y el rol del periodismo.

 

La actual jefa de Información del diario La Estrella de Panamá, Sol Lauría Paz, es santafesina, graduada de la Universidad Católica de Santa Fe y ex periodista de El Litoral. En el interín, trabajó para una agencia de noticias en España y cursó una maestría, con práctica incluída, en el diario Clarín. Como resultado de ese periplo, que comenzó a orillas de la Setúbal para terminar junto al mar Caribe y el Océano Pacífico -sin omitir el Mediterráneo y el Río de la Plata-, Sol ostenta hoy un sólido presente profesional, una serie de premios por sus notas de investigación sobre la realidad panameña, y una mirada privilegiada para analizar las características de una sociedad heterogénea y contradictoria, y el rol del periodismo en distintos contextos. Sobre todo eso, habló en extenso -lo cual no es poco decir- con Nosotros.

-¿Cómo es ésto de ser periodista en Panamá?

- Al principio me costó un montón, porque es una cultura muy distinta, con dinámicas muy diferentes. Hasta que con la convivencia y un poco de estudio de la historia se los entiende más, y se puede aprender mucho de ellos. Por suerte en La Estrella nos ha ido muy bien. El diario mejoró un montón, la mayoría de la gente fue muy abierta a los cambios, a aprender, a mejorar la redacción, ciertas cuestiones de edición.

- ¿Cómo es el panorama del medio gráfico allá?

- Hay tres diarios importantes. La Prensa es el que más venta tiene, La Estrella es el que le sigue y el tercero es Panamá América, que lo compró el presidente (el empresario Ricardo Martinelli). Lo que está pasando ahora es que el presidente está comprando muchos medios. Es paradójico porque es de derecha, neoliberal. Pero es un fenómeno que, con distintos signos, se repite en Latinoamérica.

- ¿Son medios con mucho arraigo en la sociedad?

- La Prensa nació en el ‘82, por parte de intelectuales y gente de la sociedad civil, para combatir la dictadura de Noriega. Y tenía algunos grandes periodistas, que hoy están jubilados, que le permitió posicionarse como la voz de los ciudadanos. La Estrella en ese momento era propiedad de una familia Duque, que trabajaba en convivencia estrecha con la dictadura, por lo que perdió toda credibilidad.

El nuevo dueño lo compró en 2006 e intentó recuperarlo, cosa que fue logrando, sobre todo al abordar temas como la represión, democracia e impunidad. Nosotros ganamos con un trabajo que abordaba la continuidad de las prácticas de la dictadura en la actualidad. Todos los males que se asentaron con (el dictador, Manuel) Noriega, como lavado de dinero, narcotráfico, impunidad, manejo de los medios de comunicación, de alguna manera mantienen vigencia. El actual gobierno avanzó con el copamiento de la Justicia, del Poder Legislativo, de los medios de comunicación; empezó a fortalecer el armamento, hubo represión, causas judiciales paralizadas. Hicimos un informe, con notas a las familias de los muertos, y con eso ganamos un premio y mucha repercusión.

- ¿El trabajo periodístico tiene impacto en la comunidad?

- En Panamá impera mucho el paradigma mediático, en cuanto a marcar agenda e influir en la sociedad. Los temas repercuten en los distintos medios y se habla de ellos durante mucho tiempo.

Es como pasa acá con El Litoral. No es por una cuestión de ego -el ego es como un camionero borracho, decía el Flaco Spinetta-, sino por la sensación de que lo que uno hace sirve para algo. Yo no me olvido nunca de la nota que hicimos acá sobre los jóvenes desocupados del oeste de la ciudad, que no eran contratados cuando veían su domicilio, por una fuerte estigmatización. Por esa nota lo llamaron al padre Axel de una empresa, pidiendo que enviase dos chicos. Entonces, uno siente que su trabajo es un aporte.

CHOQUE CULTURAL

- Hablemos un poco más de la sociedad panameña.

- Panamá es muy interesante como una cultura completamente diversa, cosa que no sentí cuando fui a España, por ejemplo. Y es una realidad que tiene muchos condimentos. En ese sentido, García Márquez fue más un documentalista que un inventor de ficciones. Es una sociedad muy tranquila, muy poco proclive a la discusión. Ni siquiera se levanta la voz. A mí me llamó mucho la atención que en la redacción de La Estrella no se discutiera, a los gritos incluso, como pasa lógicamente en las redacciones, porque se está abordando la realidad. Después lo entendí en el contexto de la sociedad panameña, y hablando con muchos especialistas.

- ¿A qué le atribuís esas características?

- Bueno, Panamá fue uno de los puertos más importantes de la Colonia, Portobello, con Cartagena y el Alto Perú. Siempre fue un lugar mercantilista y de intercambio; venían muchos extranjeros a hacer plata, cosa que sigue pasando ahora (son piratas del siglo XXI, digo yo). Entonces, es una cultura compleja, una de las poblaciones más heterogéneas de América, con mucha diversidad cultural. Tiene una comunidad judía muy fuerte, indígenas, afrodescendientes que fueron a construir el canal, una comunidad asiática importante, muchos extranjeros. Y el eje es el mercantilismo, una cultura pragmática que privilegia la negociación. La revolución es el último recurso para resolver algo, porque significa pérdidas. Esto parece un poco chocante para el ser argentino, pero es algo de lo que se puede aprender, porque se logran muchas cosas. De hecho, Panamá recuperó el canal y nosotros no pudimos hacer lo mismo con Malvinas.

- ¿Cuánto influyó para eso la construcción del canal interoceánico, en 1914?

- Panamá era parte de Colombia. Al canal lo empezó a construir Francia, después la compañía quiebra.

Un ingeniero muy loco, Bunau Varilla, quería a toda costa que se hiciera en Panamá, pero Colombia no quería firmar con EEUU. Como en ese momento estaba la disputa de si se iba a hacer en Panamá, en Nicaragua o en Costa Rica, este hombre convence a los panameños de que se independicen de Colombia, para poder tener el canal. Y Estados Unidos reconoce inmediatamente la independencia y acuerda la construcción del canal, con una serie de concesiones a su favor. Por otro acuerdo (Torrijos-Carter, 1977) Panamá lo recuperó el último día de 1999. Pero el impacto socio-económico fue determinante.

EL SESGO DE LOS ‘90

- ¿En qué se advierte todo eso hoy en día?

- Todo pasa por el dinero, el prestigio, el respeto social, hay un afán consumista muy marcado. Es como la Argentina de los ‘90, pero con menor nivel educativo (y sin librerías, como siempre digo). Entonces, hay mucho dinero, por el canal, por el turismo, pero sin invertir en educación y con una cultura lábil. La importancia de la apariencia, con mucho gasto para eso, poco aprecio por el cultivo intelectual. Un poco como la cultura del nuevo rico. La izquierda es muy mal vista, porque se la percibe como una amenaza a este estilo de vida. Hay grupos de resistencia también. Y después, muchos estudios de abogados dedicados a crear sociedades para lo que sea. Entre ellas, lavar dinero. Si vos vas a Panamá con tres nombres y 6 mil dólares, en tres días tenés una sociedad, que te sirve para hacer lo que quieras.

- Por eso se sindica al país como un paraíso fiscal

- Sí, pero ellos no lo aceptan; se ofenden mucho. Pero es algo que está muy enquistado en el país. El propio Noriega, más allá de que fue agente de la CIA, estuvo preso en EEUU y Francia por lavado de dinero. También hay muchos mitos. Por ejemplo, Panamá es muy seguro, a pesar de estar al lado de zonas en conflicto, como Colombia, Ecuador, Nicaragua. Pero sin embargo es muy tranquilo. Y se dice que es porque los propios narcos no quieren que haya problemas, porque es el lugar donde lavan. Entonces tienen que tener contentos a todos, inclusive al gobierno. Esto está muy instalado a nivel popular.

- ¿Tuvieron repercusión allá los informes de Jorge Lanata, sobre lavado de dinero argentino?

- Sí, y se enojaron mucho. Los medios se hicieron eco de la noticia, pero para reproducirla con indignación. La queja fue “nos hacen ver como lavadores de dinero”. Ellos lo ven así.

“Es una cultura completamente diversa, más que España. En ese sentido, García Márquez fue más un documentalista que un inventor de ficciones”.

+datos

RECONOCIMIENTOS

• Mejor trabajo categoría Reportaje del Forum de Periodistas de Panamá (2013), por la saga “Democracia e Impunidad” (http://www.laestrella.com.pa/online/democracia-e-impunidad.asp).

• Mejor trabajo de Periodismo Deportivo del Forum de Periodistas de Panamá (2013), por la crónica “Una Maravilla que quiere ser rey’” (http://www.laestrella.com.pa/online/impreso/2012/09/15/una-maravilla-que-quiere-ser-rey.asp).

DSC_1582.JPG

“En Panamá impera mucho el paradigma mediático, en cuanto a marcar agenda e influir en la sociedad. Los temas repercuten en los distintos medios y se habla de ellos durante mucho tiempo. Es como pasa acá,con El Litoral”.

“Si vos vas a Panamá con tres nombres y 6 mil dólares, en tres días tenés una sociedad, que te sirve para hacer lo que quieras”.

CONSTRUIR EL FUTURO

La trayectoria de Sol Lauría no fue fruto de la casualidad, sino resultado -más allá del ineludible factor suerte- de una temprana resolución, acompañada por esfuerzo y tenacidad. Como ella misma lo cuenta, “cuando estaba en la universidad, ya pensaba qué iba a hacer después. Enseguida después de primer año busqué hacer alguna práctica. Empecé en una radio en Santo Tomé con dos abogados que tenían un programa. Era una simple exploración, pero me sirvió para conocer un micrófono, un estudio, cómo era salir al aire. Después conseguí ser productora en Peissaping, y distintas cosas. Uno tiene que hacerse a la idea de que por un buen tiempo hay que trabajar gratis o prácticamente gratis, lo que no es fácil y requiere mucha comprensión familiar”.

“También tuve siempre la intención de seguir estudiando con alguna beca. Suponía que el promedio podía tener alguna influencia, así que siempre me preocupé también por las notas”, agrega.

Luego llegó el turno de El Litoral -que la ayudó a definir su preferencia por el periodismo impreso-, la beca del proyecto Balboa en España, la maestría en Clarín y, finalmente, la posibilidad de recalar en La Estrella de Panamá. Y, como para establecer una pauta, aclara: “Yo no entré a ningún lado por conocer a nadie. En todo caso, me aseguré de generar ese conocimiento. Y las becas internacionales siempre están disponibles, pero no caen del cielo. Hay que conseguir cartas, certificados, llenar formularios, someterse a entrevistas. Es un trabajo en sí mismo, y no hay garantías. A veces hay gente con gran capacidad que no se pone a hacer todo eso. Pero hay que estar dispuesto, e insistir”.

PINTA TU ALDEA

Con una experiencia internacional que no guarda proporción con su juventud, Sol recuerda con afecto y satisfacción su paso por El Litoral, “con profesionales que no tienen nada que envidiarle a los de otras partes del mundo” y un ambiente de discusión y camaradería infrecuente, como parte de una plena inserción en la comunidad.

- En ese sentido, las redacciones de medios de provincia parecen hoy el espacio apropiado para hacer un periodismo más cercano a la gente en medio de una tendencia globalizadora. Y a la vez, ser una alternativa diferenciadora para subsistir como medio.

- Hay un consenso bastante generalizado de que el diario tiene que ser cada vez más historias, crónicas; un periodismo muy bien escrito y muy profundo, que explique los por qué y las relaciones de los acontecimientos. Y que sea entretenido, y más instalado en su lugar. Y en ese sentido, a mí me parecen más interesantes las experiencias locales que las nacionales.

En las nacionales uno encuentra mayor repercusión y masividad, pero en las locales hay un compromiso mayor con la realidad, porque se convive con la gente cotidianamente, se la tiene cerca. Esa mirada influye mucho en el seguimiento y en la responsabilidad y el cuidado que uno pone al momento de escribir. Y a la vez es una Historia desarrollándose, porque hay muy pocos lugares desde donde se pueda saber tanto sobre una sociedad que a través del archivo de un diario, que en Santa Fe es El Litoral.

Para los periodistas, saber que tu nota y tu firma son parte de la historia de una comunidad, es algo que genera otro compromiso con la realidad y con la verdad. Son cosas que en otros planos se vuelven más difusas, no siempre se tiene dimensión del lector. Acá uno se lo cruza por la calle. Y te va a cuestionar cada cosa en la que te equivoques.