Conocer el mundo con poco dinero

“Couchsurfing” o “Wwoofing” son dos palabras que se han puesto de moda en el vocabulario de unos trotamundos que, con una mochila en los hombros y sin dinero en los bolsillos, recorren los lugares más insólitos del planeta. Muchos duermen en sofás de desconocidos, y los más comprometidos con el medioambiente prefieren trabajar en granjas orgánicas a cambio de cobijo y alimentación.

TEXTO. ANA PÉREZ LÓPEZ. FOTOS. EFE REPORTAJES.

 

Conocer mundo sin gastar ha sido el sueño de muchos mochileros que, antes de que existieran compañías de avión “‘low cost”, emprendían largos viajes con el pulgar levantado al borde de la carretera.

Las culturas de los distintos países del planeta están más cerca gracias a la red global. Una consecuencia positiva de la globalización es que permite que las amistades no tengan fronteras. “Quedarse unos días en casa de un amigo” puede suponer un viaje de miles de kilómetros gracias a estas plataformas.

Internet ha hecho que todos esos viajeros que siempre han confiado en la solidaridad de conductores y camioneros, sumen a granjeros y particulares a esa red de gente de la que se pueden fiar. “Couchsurfing” y “Wwoofing” son dos formas de viajar que se han popularizado entre los jóvenes en los últimos años.

ENSUCIARSE LAS MANOS PARA CONOCER MUNDO

Los amantes de la comida orgánica pueden sumergirse en los procesos agrícolas de la mano de World Wide Opportunities on Organic Farms (Oportunidades en Granjas Orgánicas de Todo el Mundo), una organización que nació en el Reino Unido en 1971 para concientizar al planeta sobre la importancia de mantener los cultivos orgánicos.

Hoy tiene sedes por todos los rincones del globo, desde las inhóspitas tierras del Himalaya hasta las tierras andinas de Chile. “Las granjas reciben con los voluntarios apoyo en su trabajo, culturas nuevas, entretenimiento y contactos”, explicó Gastón Fernández, que llevó WWOOF a Chile en 2002 tras su experiencia en Nueva Zelanda.

“Yo estuve en Nueva Zelanda en dos granjas y, a pesar del frío y la soledad a ratos, ha sido el tiempo mas lindo y estimulante de mi vida. Después de 10 años aún mantengo contacto con las granjas que me recibieron. Por eso lo traje a Chile”, comentó Fernández.

A través de Internet, granjas y agricultores potenciales se ponen en contacto para “acordar los términos de la visita: horarios, comidas y el tipo de trabajo”. No es necesario tener experiencia previa, solo querer sentir el placer de cultivar productos orgánicos y de aprender de aquellos que conocen las tierras. Un poco de trabajo a cambio de techo y comida, pero también una forma interesante de conseguir visados para cualquier lugar del mundo, y de establecer una relación de amistad que puede cruzar la barrera del tiempo y algún que otro océano.

¿UNA FORMA DE VIDA?

Hace casi diez años un grupo de americanos decidió crear una comunidad virtual para poner en contacto a trotamundos con particulares. Más que “desconocidos” prefieren llamarlos “amigos que aún no conocemos”, ha explicado Colleen Sollars que lleva años trabajando para esta plataforma.

“Una de las historias más impresionantes que hemos ayudado a hacer realidad es la de una familia de Petra (Jordania). La familia vive en una cueva en la que alojan a los viajeros y les encanta conocer extranjeros y enseñarles las tradiciones de Oriente Medio”.

Desde las plantas más altas de los rascacielos de Nueva York, hasta las impresionantes vistas del desierto de Mongolia, hoy en día la plataforma tiene unos 6 millones de sofás en más de 100.000 ciudades.

Pero todo lo que lleva el sello de Internet se ve rodeado por un aura de inseguridad y muchos de los usuarios se preguntan si es seguro dormir en casa de desconocidos. “La seguridad es lo más importante para nosotros, y tenemos varias formas de verificar las cuentas. Tenemos un equipo dedicado exclusivamente a garantizar la seguridad, pero los propios usuarios también tienen herramientas propias”.

Es fundamental tener un perfil actualizado, en el que se muestren los intereses del usuario, porque “no es solo un servicio de hospedaje. Sobre todo queremos poner en contacto a personas que serían amigas si no hubiera mucho kilómetros separándolos”.

Los comentarios y valoraciones que hacen viajeros y anfitriones también arrojan luz sobre los problemas que pueden surgir, aunque esta joven que también ha dormido gratis por todo el mundo, explica que apenas ha tenido problemas a lo largo de los años que lleva trabajando con ellos.

Se trata de compartir culturas, experiencias y kilómetros sobre la espalda y descubrir que la solidaridad no conoce fronteras: “En Ulaanbaatar, capital de Mongolia, hay una familia que aunque no tiene ni agua corriente, comparte todo lo que tiene con los viajeros porque quiere que sus cuatro hijos puedan conocer las culturas de otros países, aunque no puedan pagarles ni un billete de avión”.

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Empleados en Lombard Street, San Francisco (California).

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Un grupo de jóvenes que hacen couchsurfing.