La obesidad no respeta edades

Debe desaparecer la idea o creencia de que la ‘gordura‘ en los niños es sinónimo de salud, o que con el crecimiento y el paso de los años reducirán de peso, o que es transitoria y tan solo una expresión del desarrollo de los individuos.

TEXTOs. DR. CRISTIAN J. MEYER, MÉDICO ESPECIALISTA EN NUTRICIÓN.

 

La obesidad infantil se ha convertido en uno de los más graves problemas de salud pública del siglo XXI, debido a la reducción en la calidad de vida y a las complicaciones asociadas a esta condición que presentan los niños. Hoy ya se considera que si un niño con sobrepeso u obesidad pasa a la vida adulta con este problema, aumenta el riesgo de enfermedades crónicas y sus consecuencias. Además es un desencadenante o acelerador de patologías que antes se presentaban solo en adultos, como diabetes tipo II, hipertensión arterial, colesterol y triglicéridos altos en sangre, apnea obstructiva del sueño y trastornos ortopédicos, entre otros, como así también problemas psicológicos que influyen en la autoestima del niño.

Según la Federación Internacional de Diabetes y la OMS, la lucha contra la obesidad infantil es la forma más eficaz de prevenir el desarrollo de diabetes tipo II a edades cada vez más tempranas.

Entre los años 1990 y 2010 la prevalencia mundial de sobrepeso u obesidad en los niños pasó de 4,2% a 6,7%; este aumento significó que unos 43 millones de niños tenían sobrepeso u obesidad en 2010. Debemos hacer notar que de ese número, unos 35 millones viven en países subdesarrollados, y se espera que el número total de niños con este problema llegue a 60 millones (9,1%) en 2020 si no se revierte esta tendencia.

El desarrollo de obesidad en la niñez y la adolescencia es una interacción compleja entre la carga genética y el medio ambiente obesogénico, el temperamento del niño, los estilos de crianza, la dinámica familiar y el medio ambiente del hogar, la escuela con doble escolaridad y la comunidad. Los niños son influenciados por el modelo de roles paternos, los avisos televisivos y las ofertas comerciales de alimentos.

¿QUÉ ES Y CÓMO SE DIAGNOSTICA?

Se trata de un proceso metabólico en el que se produce una acumulación de grasa excesiva en relación con el promedio normal que corresponde a cada niño, según su edad, sexo y talla. Es decir, la obesidad aparece porque el aporte de energía mediante la ingesta de alimentos supera el gasto, y el excedente se almacena en el organismo como tejido graso.

Para saber si un niño tiene problemas de sobrepeso u obesidad se debe tener en cuenta el índice de masa corporal (IMC), que se calcula con el peso y la altura. Este cálculo y el diagnóstico del problema deben ser realizados por el médico pediatra en los controles anuales que se realiza el niño.

Una vez realizado el diagnóstico se debe derivar al niño y su familia a un especialista en nutrición para el tratamiento; éste debe ser abordado en forma inderdisciplinaria, interactuando el equipo de profesionales y la familia para poder revertir el problema.

LA FAMILIA ES CLAVE EN LA BUENA EVOLUCIÓN

Los padres deben tomar conciencia y asumir los errores que cometen en su dieta y estilo de vida para evitar trasladarlos a sus hijos. Hoy ya se sabe que cuando los padres son obesos o uno de ellos lo es, la probabilidad de que sus hijos sean obesos aumenta. De hecho, se estima que los hijos tienen entre un 50% (si uno de los dos progenitores es obeso) y un 80% (si ambos lo son) de probabilidades de serlo también, considerando que la genética no es un factor decisivo, sino que tenemos que sumarle otros factores como la falta de ejercicio y una dieta inadecuada rica en grasa y azúcares.

Debido a esto es que los padres son una pieza clave para la buena evolución de esta patología debido a que:

- La infancia es la etapa de la vida en la que comienzan a establecerse los hábitos alimentarios y a partir de la adolescencia, estos hábitos adquiridos se hacen más resistentes al cambio.

- Es esencial actuar durante este periodo, la infancia, sobre la conducta alimentaria del niño, ya que las costumbres que adquieran en esta etapa van a ser determinantes de su estado de salud cuando sean adultos.

- Una de las formas en las que aprenden los niños es a través de la observación, aprenden de lo que ven en casa; los padres se convierten en los principales modelos a seguir y deben tener buenos hábitos de alimentación y actividad física para que el niño los imiten.

CÓMO MEJORAR EL ESTILO DE VIDA

• Reducir al máximo o prohibir las golosinas, snacks y la comida chatarra.

• Estimular la actividad física haciendo deporte al aire libre, como mínimo una hora al día.

• Siempre que sea necesario, el niño deberá seguir una alimentación controlada por médicos y/o nutricionistas.

• Quitar horas de televisión y de juegos sedentarios.

• Llevar una dieta equilibrada acorde a las necesidades biológicas del niño.

• Fraccionar la ingesta de alimentos en cuatro comidas: desayuno, almuerzo, merienda y cena. De ser necesario agregar dos colaciones.

• No sustituir el clásico almuerzo familiar por comida rápida.

• Masticar despacio los alimentos.

• Enseñar al niño a no compensarse ni gratificarse con golosinas.

• Tener siempre a mano frutas y verduras para que el niño tenga fácil acceso cuando sienta hambre.

• No dejar que desarrolle otro tipo de actividades mientras come (ver televisión o jugar con los videojuegos).

• Predicar con el ejemplo en todos los aspectos.