editorial

Tormenta política por la reunión Capriles-Santos

  • El conflicto adquiere singular relieve porque se produce cuando el gobierno de Colombia está realizando un extraordinario esfuerzo para arribar a un acuerdo político de paz con el grupo guerrillero de las Farc.

El gobierno de Colombia, presidido por Juan Manuel Santos ha rechazado con firmeza las declaraciones de los principales jefes políticos del chavismo venezolano, condenando su reunión con el líder opositor Henrique Capriles. La posición de Santos ha sido avalada por todo el arco político interno, para quienes las declaraciones del canciller Jaua y el ministro Diosdado Cabello son lesivas del principio de autodeterminación de los pueblos.

El conflicto adquiere singular relieve porque se produce cuando el gobierno de Colombia está realizando un extraordinario esfuerzo para arribar a un acuerdo político de paz con el grupo guerrillero de las Farc. Las negociaciones son arduas y muy delicadas. El territorio “neutral” para llevarlas a cabo ha sido Cuba, y Venezuela es, junto con Noruega, uno de los países garantes del acuerdo.

El dato es relevante porque como consecuencia de este imprevisible conflicto, el irascible gobierno venezolano ha amenazado retirarse como garante, una decisión que perjudicaría a Colombia, pero también a Cuba, su aliado estratégico. Asimismo, lo ocurrido rompe el acuerdo político logrado en su momento por Chávez con el presidente Santos.

Justamente uno de los legados que el líder bolivariano les dejó a sus sucesores fue este entendimiento, ahora puesto en tela de juicio por esta visita de Capriles a Colombia. Analistas políticas de Bogotá no dejan de manifestar su asombro por las consecuencias de esta reunión en el Palacio Nariño, decisión sorprendente, además, porque en vida de Chávez, Santos mantuvo una reunión parecida con el principal dirigente opositor, sin que el furibundo líder bolivariano hiciera objeciones.

Por lo que se puede apreciar, el gobierno liderado por Maduro parece ser en estos temas más papista que el Papa, como se suele decir en estos casos.

Por contraste, a Maduro le pareció absolutamente normal que la presidente argentina -por ejemplo- le habilitara un estadio de fútbol para hacer proselitismo en otro país, mientras que ahora pone el grito en el cielo porque Santos se limita a recibir a Capriles, un ciudadano de su vecina Venezuela que, por añadidura, es el líder de la oposición política y el reciente candidato presidencial vencido en un comicio tan cerrado como sospechado de manipulación por parte del gobierno.

Consultado sobre este tema, el ex presidente Alvaro Uribe no tuvo empacho en decir que la conducta de los actuales líderes chavistas son propias de una dictadura, ya que en países democráticos, ningún mandatario consideraría ofensivo para la nación que los líderes opositores sean recibido por gobiernos extranjeros.

Uribe, como se sabe, mantiene serias diferencias con su sucesor Santos por los acuerdos iniciados con las Farc. El ex presidente estima que el Estado nacional está realizando concesiones inadmisibles a grupo guerrilleros que en ningún momento han decidido renunciar a la lucha armada. Según Uribe, la guerrilla en Colombia estaba prácticamente derrotada y lo que ha hecho Santos con esta iniciativa es darle un aire político que no merecen ni van a reconocer.

Como se recordará, la presidencia de Uribe coincidió con el peor momento de las relaciones diplomáticas con Venezuela. Con Santos las relaciones comenzaron a normalizarse, pero este inesperado incidente amenaza con reinstalar la conflictividad.

En vida de Chávez, Santos mantuvo una reunión parecida con el principal dirigente opositor, sin que el furibundo líder bolivariano hiciera objeciones.