El nuevo data center de la provincia

Un “cerebro informático” para guardar los datos del Estado

El edificio se construyó respetando estándares internacionales de seguridad. Alberga equipamiento informático moderno para el procesamiento de información, reservorio de datos e impresión. Pretende garantizar disponibilidad de los servicios de gobierno electrónico las 24 horas del día. En las próximas elecciones, se estrenará como centro de cómputos.

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Federico Lazcano, Martín Degrati y Javier Echaniz, durante la entrevista con El Litoral. Foto: Amancio Alem

 

Ivana Fux

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Imprimir una boleta de Inmobiliario o el recibo de sueldo. Verificar multas por alguna infracción vial. Registrar huellas digitales o procesar resultados electorales. La provincia se propone avanzar, ya sin posibilidad de retorno, en la cristalización del sistema de gobierno electrónico.

Muchas operaciones son posibles actualmente, pero para que muchas otras se puedan instrumentar, es necesario un “cerebro” informático que procese y almacene; una infraestructura suficiente y segura que lo sostenga, y un plan director que garantice no desperdiciar recursos. Con esas claves se pensó, construyó y equipó un nuevo Centro de Procesamientos de Datos de Santa Fe, en San Martín 1339. El flamante data center, inaugurado a fines del año pasado, plantea sus actividades “en espejo” con el anterior Centro de Cómputos provincial, ubicado en plena peatonal santafesina (San Martín 2466). En una recorrida por las instalaciones, Javier Echaniz, secretario de Tecnologías para la Gestión; Martín Degrati, subsecretario de Infraestructura Tecnológica y Comunicaciones, y Federico Lazcano, director de Infraestructura Tecnológica, explicaron a El Litoral las principales características y funciones del nuevo edificio.

Desde la base

“Todo el mundo habla de poner tecnología, y generalmente se empieza por el final que es poner algunos trámites en la web o cambiar las computadoras. Pero para que un plan tenga seriedad requiere que la infraestructura base soporte los planes que uno quiere hacer. Lo que hicimos acá fue generar la infraestructura adecuada para poder soportar todo el plan de reforma que tiene el Estado”, planteó Echaniz. El funcionario destacó haber construido una estructura arrancando de cero, pensando ya desde sus cimientos en el rol que iba a tener.

“Aquí no se tomó una casa vieja y se la remodeló. Pensamos el edificio desde cero como data center para no tener los mismos problemas del viejo edificio, donde por ejemplo, el piso no soporta las instalaciones necesarias”, comentó.

“Desde las bases -acotó Degrati- se previó que el edificio iba a tener equipamiento informático; por eso se trabajó con una malla de acero en todos los cimientos para distribuir la carga del impacto de un rayo de manera uniforme”.

La construcción no posee escalones; todo está a nivel. “El viejo data center -ejemplificó Degrati- está en un séptimo piso. Mover un equipo implica un despliegue impresionante y riesgoso”.

Respecto del antiguo edificio, se pensó en un esquema “de alta disponibilidad”, que permita trabajar con ambos, garantizando el servicio en uno u otro centro, a pesar de contingencias complicadas, como inundación o incendios. “La idea es conservar el equipamiento para poder tener ese marco de acción”, precisó. Por eso, parte de los equipos ya fueron mudados, otros serán trasladados en el futuro, y algunos estarán como “duplicados”, y permanecerán en el edificio.

Tres niveles

El edificio -espejado en su exterior- posee tres niveles. En la planta baja, un área de más de 600 metros cuadrados cubiertos, se encuentra la sala de máquinas con generadores de energía y algunos espacios de oficina. Allí se instalará en el futuro la impresora que hoy funciona en el Centro de Cómputos, y con la que se imprimen desde los impuestos provinciales hasta los recibos de sueldo de los empleados públicos.

El primer piso es el área específica de data center. Allí funciona el centro de operaciones, y las áreas de datos: Área de Datos Principal y Área de Máxima Seguridad. En el segundo piso se construyó un Salón de Usos Múltiples, que se estrenará -por ejemplo- como centro de cómputos para las próximas elecciones.

En la actualidad, el edificio ya cuenta con servidores de bases de datos y almacenamiento, en tanto se planifica la mudanza del resto de los equipos; en algunos casos, por su magnitud, es necesario tercerizar y licitar su traslado. La pretensión es que a fines de 2013, el edificio esté funcionando a pleno.

Caja fuerte

El área neurálgica del edificio se ubica en el primer piso. Allí, además del Área de Datos Principales, se encuentra la “sala cofre”, una especie de caja fuerte construida con medidas de máxima seguridad para resguardar equipos e información. Posee estanqueidad térmica (aislamiento), protección de líquidos y fuego. “Podríamos tener hasta una hora de llamas directo en las paredes del edificio sin que el fuego ingrese y sin que la temperatura del interior suba por encima de un umbral que dañe los equipos”, ejemplificó Lazcano. “Podría pasar -agregó- que el fuego sea incontrolable en el resto del edificio y que se destruya todo, pero esta sala cofre nos permite desarmar lo que estaba, sacar y reponer los cables quemados, reponer la fibra óptica, y retomar las actividades tal vez en sólo un par de días. La información queda resguardada”, destacó.

Incluso, dado que la infraestructura se pensó de manera simétrica con el anterior centro de cómputos, los equipos podrían ser trasladados y conectados a ese segundo edificio, sin necesidad de reconfigurar placas, redes o discos rígidos. Esa simetría está garantizada por dos caminos de fibra óptica que conectan ambos edificios. Los servicios pueden “mudarse” de un data center a otro, sin que se vean resentidos. Los edificios trabajan, funcionalmente, en espejo. La distancia física -destacaron- está abstraída por la configuración lógica.

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La sala de máquinas posee dos generadores y se prevé, en el futuro, la instalación de un tercero.

Foto: Amancio Alem

¿El tesoro?

Esta suerte de bóveda en el primer piso es, físicamente, una caja dentro de otra. La sala cofre tiene piso y techo propio, y sólo se ingresa a ella con tres niveles de identificación: tarjeta de proximidad, huella digital y clave. Se trata del área más restringida y más segura de todo el edificio, porque en su interior se alojan todos los equipos de mayor criticidad.

Allí están las redes de almacenamiento -que aseguran la conservación de la información-, y en el corto plazo se instalará el mainframe que ya funciona en el viejo data center. Esta computadora principal de casi mil kilos, fue renovada hace un par de años y concentra gran parte de la información sobre contribuyentes de la provincia y sobre el recurso humano estatal. Por ese mainframe corren 50 mil programas, 82 bases de datos y sólo en tres de esas 82 bases hay 1.246 millones de registros.

“Nadie trabaja aquí dentro -aseguró Degrati-, y eso es un cambio cultural respecto de cómo se procedía antes. Antes -insistió-, teníamos personal cambiando cartuchos de cinta de manera permanente para la operatoria cotidiana, y eso hoy no existe más. Quien hace todo eso hoy es un robot, que toma el cartucho, lo lleva a la unidad y lo coloca”.

Un ejemplo que también grafica el cambio cultural; la cintoteca tradicional de la provincia tiene quince mil cartuchos que, entre todos, suman unos tres terabytes de información. En la “librería nueva”, esos tres terabytes están contenidos en un solo cartucho. “La relación de cómo se comprime es quince mil a uno”, explicaron.

Estándares

La sala cofre se levanta sobre una losa de hormigón con capacidad para unos 2.000 kg/m2, y sobre ella se apoya el piso técnico. Dicha superficie está dividida en cuadrículas o celdas, que pueden identificarse de manera individual -para facilitar eventuales reparaciones- a través de coordenadas alfanuméricas. Es que lo que se encuentra debajo de esas celdas es tan importante como lo que se encuentra sobre ellas: los conductos que alimentan de energía a los equipos, sistemas de refrigeración y sensores de humedad.

El edificio cuenta con sistemas de detección y extinción de incendios; en la zona con equipos de mayor criticidad, se utiliza un “agente limpio” con poder residual, que evita dañarlos. Además, está gestionado por un sistema electrónico -videovigilancia electrónica- que concentra otros subsistemas y aglutina en una sola pantalla todo lo que sucede en el edificio -humo, movimientos, humedad, etc.-. Se trata de un sistema de alertas tempranas, que permite generar acciones correctivas antes de que se afecte la prestación del servicio.

El nuevo data center posee una capacidad aproximada de cien terabytes (TB); la mitad se encuentra todavía disponible, aunque se prevé que con la incorporación de nuevos proyectos -Registro de la Propiedad y Seguridad Vial-, el nivel de ocupación se incremente notoriamente. “Inmediatamente -advirtió Echaniz-, hay que iniciar una nueva gestión para aumentar la capacidad de almacenamiento porque la idea es tener elasticidad. La diferencia -argumentó- está en la eficiencia de la inversión: antes, eran todas inversiones independientes sin un plan director; ahora, lo que hacemos es incorporar mayor potencia a la infraestructura disponible. Esto funciona las 24 horas los 365 días del año”, concluyó.

Autonomía energética

La provisión de energía para el edificio se pensó como sistema redundante, “no desde el punto de vista del desperdicio -aclara Lazcano-, sino de la fiabilidad y disponibilidad”. Por eso, se instalaron dos generadores electrógenos con dos buses de energía independientes, cada uno con su UPS. “Entonces -explicó Degrati-, todos los equipos se conectan a doble fuente de energía, con canales independientes.

De ese modo, podemos tener un problema con un canal entero, y el equipo no se va a enterar. Puede fallar un generador y sigue funcionando el otro”.

El edificio cuenta, además, con una subestación transformadora propia de la EPE instalada en el subsuelo, con posibilidades de que se conecte -a su vez- a dos estaciones: puerto y oeste. De este modo, si hubiere una contingencia, el edificio tendría entre 72 y 80 horas de autonomía en materia energética para hacer una maniobra y conectar el sistema a una segunda estación transformadora.

37

millones

de pesos demandó la construcción del edificio.

Un “cerebro informático” para guardar los datos del Estado

El dato

conectividad

  • La provincia invirtió en infraestructura y equipamiento informático, y en una red de 180 km de fibra óptica que une Santa Fe con Rosario, para garantizar la conectividad del sistema.

“Compramos software de virtualización y hardware para armar la ‘nube propia’, que nos permite tener la agilidad de generar un servidor nuevo en el momento en el que se necesite para un nuevo servicio.Trabajamos con herramientas de software libre”, contó Degrati.