¡Quién lo hubiera imaginado!

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Letras animadas, del libro “La rebelión de los signos”.

 

Enrique José Milani

A veces es tanta la sorpresa que, ante lo insólito del descubrimiento, no atinamos a decirlo de otra manera. Es que los hilos que unen a los seres y a las cosas son tan sutiles que, generalmente, escapan a nuestro conocimiento de la realidad. Algo parecido es lo que nos aconteció recorriendo, de la mano de su autor, el eminente investigador Joan Corominas, las páginas del invalorable Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana. En él, su sabio creador explicita las más increíbles y, para el común de las gentes, ocultas conexiones que invariablemente unen dos o más sentidos de cada palabra. Incursionaremos pues en el desopilante mundo de las etimologías (del griego: étimon [raíz,vocablo] y logos [tratado], es decir, estudio del origen de las palabras, razón de su existencia, significación y forma).

Y presos ya del mayor asombro, nos encontramos con que la voz “abad” (superior de un monasterio) tiene que ver con “bacalao”. Abad proviene del latín abbas, y éste del arameo abba, padre. Hacia 1550-75 produjo “bacalao”. Abad en la Edad Media significaba sacerdote, y la acepción de bacalao es posible que naciera como variación de “curadillo” (bacalao seco), que algunos entendieron como derivado de “cura”, que en verdad lo era de “curar”: preparar con sal.

A algunos los pómulos se les enrojecen como manzanas. Pues bien, de lejos viene la relación. Manzana se dice pomum en latín, y el diminutivo es pómulus (manzanita). En razón de la forma del hueso y prominencia de cada mejilla, en el siglo XIX adquirió ese nombre.

Prosigamos. ¿Habrá alguna relación entre “amoníaco” y Júpiter? Parece que sí. Aquél, tomado del latín ammoniacus (goma) amoníaca, y éste, del título griego Ammoniakós, ppte. “del país de Ammón”, nombre egipcio de Júpiter, porque esta goma se traía de Libia, donde había un célebre templo a Ammón.

¿Será verdad que “avestruz” tenga algo que ver con “camello”? Hacia 1340 se lee: “unas aves que llaman estruces.” Compuesto de ave y estruz, fue tomado del occitano antiguo o lengua de OC (lengua de los trovadores y hablas populares modernas del sur de Francia), estrutz, procedente del latín struthio y éste del griego struthion, abreviación de struthiokámelos (gorrión-camello, propiamente “camello-pájaro”).

Veamos ahora la relación que une “masón”, con “albañil”. Masón proviene del francés macon (la c con cedilla): albañil, porque los masones emplean símbolos propios de la albañilería. Francmasón (franc: hombre libre y macon -la c con cedilla-: albañil). Las sociedades de francmasones estaban formadas sólo por albañiles o constructores de muros. Constituían verdaderos gremios. Mantenían el secreto de los procedimientos. La primera logia de España se fundó en 1728.

Resulta risueño que se relacione al vocablo francés bidet (bidé) con un caballo pequeño o caballito. Sucede que bidet en francés significa “caballito”, que a su vez tiene algo que ver con el anticuado bidar (trotar). La relación surge indudablemente por la postura “horcajadas” que se adopta al usar tal artefacto.

¿Y por qué tan cercanas las voces “bigote” y “Dios”? Hacia 1475 se constata ya la existencia de bigot que los especialistas conectan con la frase germánica bît God (por Dios), para llamar a personas con bigote, y luego el bigote mismo. La moda del bigote se introdujo en España desde Francia.

El caldo ¿pudo alguna vez resultar un bodrio? Veamos. Aparecen relacionados en el tiempo. Según relatos históricos de mediados del S.XVII, el caldo acompañado con restos de otras comidas se daba a los mendigos de los conventos. Hacia 1517, la voz era “brodio”, que seguramente fue tomada del bajo latín brodium (caldo), y éste del germano brod. Compárese con el alemán brühe (caldo), y de ahí el sentido figurado de “mezcla confusa” ya en el S. XV.

Nuestro asombro va in crescendo al descubrir que “canapé” y “mosquito” están fuertemente relacionados. Canapé (del fr. canapé) es un escaño con respaldo y asiento acolchado para sentarse o acostarse. También , rebanada de pan o masa en forma de canastita sobre la que se colocan otras viandas. ¿Y lo del mosquito? Canapé deriva del latín tardío canapeum ( lat. canopeum) “pabellón de cama”, que a su vez procede del griego konopéion (mosquitero), derivado de kónops (mosquito).

Y ya próximos al final, una perlita: la conexión más impensada entre “estafa” y “estribo”. Más o menos así lo explica Corominas. Hacia 1513, aparece “estafar” con el sentido de “timar”, es decir, en germanía (buscar), pedir dinero con intención de no devolverlo. Procedente sin más del ital. staffa (estribo), del longobardo staffa’(pisada, paso). Probablemente, estafar se tomó del italiano staffare (sacar -el pie- del estribo) puesto que al estafado se lo deja económicamente en falso, en el aire, como le ocurre al jinete cuando le sucede una cosa así. Habría que agregar el antiguo término “estafeta”, que aún se usa para denominar cierta oficina de correos, abreviación de corriere a staffetta: correo a caballo, diminutivo de staffa (estribo).

Que los ejemplos aquí expuestos nos sirvan para explicarnos cómo, a través del tiempo, cambian las formas y significados de las palabras, y cómo se establecen entre los idiomas infinitos e imperceptibles lazos e intercambios que, de alguna manera, nos posibilitan reafirmar, serenos, nuestro lugar en el mundo.