Señal de ajuste

Miami

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“Magic City” es un retrato de época que describe a una ciudad infectada por el crimen organizado, y donde el mal se esconde bajo un voluptuoso estilo visual.

Foto: Gentileza FX

 

Roberto Maurer

Mitch Glazer nació en Miami, trabajó de botones en sus grandes hoteles a fines de los ‘50, como su papá, y de sus familiares oyó incontables historias sobre los empleados y los huéspedes, o fue testigo de las mismas, para luego convertirse en un reportero que husmeaba en los espléndidos establecimientos donde desfilaban desde los grandes mafiosos de vacaciones a sicarios de la CIA que planeaban el asesinato de Fidel Castro.

Erudito en Miami, con esa autoridad Mitch Glazer escribió un guión sobre esa época -anterior a la llegada de Susana Giménez, Ricardo Fort y el turismo argentino de plata dulce-, que vendió a la televisión. El resultado, que se inspira en personajes y hechos reales, se convirtió en “Magic City”, una suntuosa serie cuya primera temporada acaba de estrenar la señal FX (lunes, a las 23). Es un retrato de época que describe a una ciudad infectada por el crimen organizado, y donde el mal se esconde bajo un voluptuoso estilo visual.

Vendiendo sueños

El primer capítulo transcurre durante un día, el último del año 1958, que será interminable para el protagonista, Ike Evans, dueño y artífice del majestuoso hotel Miramar Playa, cuya temperatura interior es muy fría. “Como un maldito frigorífico, para que las señoras puedan usar sus pieles. Ése es nuestro trabajo, vendemos sueños”, explica Evans a un nuevo empleado. Esa noche se despide el año con una cena de gala para mil quinientos comensales, invitados famosos y un show de Frank Sinatra como la gran atracción: el cantante está en la cumbre.

La mañana de ese día Evans despierta con una huelga en el hotel, promovida por un sindicalista cuyos intereses parecen turbios, o sea que están saboteando la noche en que Evans se juega la vida y su sueño, el Miramar Playa. “Hace seis años esto era arena y mosquitos. Ahora es el Miramar. Tú lo hiciste”, le dice su esposa. En efecto, fue a puro sacrificio personal, y con alguna ayudita económica del mafioso Ben Diamond.

Esa noche se recibirá el nuevo año con celebridades. Mientras la pequeña hija de Evans le pide que la ubique en la mesa del entonces popular Frankie Avalon, cuando la noticia de la huelga ya se ha difundido, empiezan a llegar telegramas de cancelación.

-Elimina a Jack Kennedy y Peter Lawford- ordena Evans, amargado.

-¿Por qué? Si les encanta sentarse con Kim Novak- responde la esposa.

- Elimina también a Kim Novak.

Lo que Frankie pide

Evans recibe instrucciones acerca de las inclinaciones, caprichos y exigencias de Frank Sinatra que, seguramente, deben ser rigurosamente históricas.

—Nada de flores ni perfume. Whisky y agua sobre el piano, todas las rubias adelante, el aire al máximo. A él le gusta la temperatura fría. Envíale algo liviano para cenar, spaghetti con salsa marinara*, nada de carne. ¿Estamos bien para esta noche? Porque si él ve un solo asiento vacío, Frank se marcha y tú estás acabado.

El dilema: ¿acudir a la mafia para que apriete al sindicalista? A pesar de la advertencia de su padre, a quien todavía le quedan algunos “amigos” (“esos mafiosos sólo se ayudan a sí mismos”, Evans pide socorro a Ben Diamond, que toma sol junto a la piscina de su mansión, mientras su nueva chica se baña desnuda. Ben ha enviudado más de una vez, pero nadie pregunta por las causas del fallecimiento de sus esposas.

Los amigos de la mafia resolverán el problema, persuadiendo a golpes al sindicalista: habrá fiesta. Mientras, la historia atraviesa la serie. Los cubanos que trabajan en la cocina del hotel se agrupan alrededor de la radio: “El Che ha tomado Santa Clara y sigue hacia La Habana”, oyen.

La huelga se suspende y la noche es un éxito. No vemos a Sinatra, o a un actor en su lugar, aunque sea sus espaldas, pero se oye La Voz cantando “I’ve the world on a string”.

Ha sido una hermosa noche, pero con un saldo pendiente que será la causa de futuros problemas, dos en particular. El compromiso de Evans con el mafioso Ben Diamond, es uno. El otro tampoco es insignificante: esa noche, hubo flechazo entre uno de los hijos de Evans y una desconocida, un encuentro fugaz que termina con sexo salvaje en la playa. Ella es la nueva esposa del gángster Ben Diamond. En tanto, la radio anuncia la caída de Batista y la entrada de los rebeldes a La Habana.

* La variante más elemental de la salsa marinara consiste en colocar una cacerola con oliva a fuego medio, y echar un ajo previamente aplastado. A los dos minutos se agregan tomates perita con su jugo, a los cuales, cuando se comienzan a cocinar, se tritura con una cuchara de madera. Son 20 minutos. Cinco minutos antes se condimenta con albahaca.