Una mirada desde el sur

La provincia del bla-bla-bla

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Fue en la gobernación de José María Vernet que se resignificó el eslogan del caudillo: Santa Fe, la provincia invencible. Los chuscos, los retrucadores de eslóganes no tardaron mucho: la provincia imposible.

Es un desafío pensar un territorio como el santafesino y creer en su integración. También es un desafío difundir los actos del Brigadier López. En el sur santafesino, en la Región Rosario, el tema no existe. Es, con mucho, más importante la presencia de Urquiza que la del Brigadier López.

Hace algunos años un libro escrito en colaboración con Eduardo Seminara (“Para entender Santa Fe”, editorial Homo Sapiens) avanzaba sobre un punto: las diferentes realidades, cada vez más alejadas entre sí, de una punta a otra de una provincia extendida hasta eso, hasta lo imposible. Lograr un territorio de comunes anhelos es todo un desafío. La actual administración resolvió el nudo gordiano aceptando las diferencias desde una perspectiva de equilibrio. La unidad y sumisión que requería el caudillo (en tiempos de caudillaje), hoy es imposible. Extendida y diferente. Así aparece Santa Fe.

El hombre de Reconquista (hoy “nodo” Reconquista) tiene necesidades que se diferencian claramente de las que posee el habitante de Firmat. O de Venado Tuerto (hoy “nodo” Venado Tuerto).

Dos explicaciones apuntan a justificar los nodos, o las cinco cabeceras administrativas. Quitar peso a la ciudad administrativa por excelencia: Santa Fe. Ayudar a la resolución, con menor traslado, de los problemas regionales. Es, al cabo, una primitiva propuesta de la comunidad organizada. Planificación central, ejecución descentralizada. Y la única salida pragmática para una provincia que adquiere más y más preeminencia. Los nodos tuvieron un eficaz banco de pruebas. Los distritos rosarinos quitaron poder y atascamiento al Palacio de los Leones, sede del intendente.

Santa Fe es una provincia con varias regiones geográficas y económicas, de hecho sociales; donde conviven varios santafesinos en el mapa. Varias regiones, un solo problema verdadero. Administrarla. Administrar es proteger y crecer. Esa es la función del gobernante. Santa Fe es mucho más que el 11% de la población votante, es el eje cerealero y uno de los tesoros del país: la zona núcleo central.

Así como no se puede hablar del país sin hablar de provincia de Buenos Aires no se puede hablar de la provincia sin hablar de Rosario. Densidad demográfica, PBI, relaciones internacionales. Rosario es a la provincia de Santa Fe como Buenos Aires es al país. Parte de todos los problemas y parte indivisible de cualquier solución. Durante 24 años, la provincia de Santa Fe decidió de un modo. Ahora de otro. El enfoque, el abordaje a Rosario es fundamental para crecer. Ni mártir ni Goliat. Difícil.

Rosario aún no asimila que es una región. El “nodo” Rosario, para la provincia, es más que la ciudad. Rosario no maneja correctamente la presencia de la provincia. Demasiado tiempo la victimización de Rosario fue parte de la trama política, sociopolítica, de la Región Rosario. Y las poblaciones cercanas aún no entienden su dependencia. Ataduras sanitarias, económicas, culturales. De pasado y futuro común.

Sobre 1950 la Prefectura Gran Rosario y el desarrollo de un funcionario práctico teórico, Mongsfeld, planteó una región. El río, las economías, la megaciudad a la que apuntaba Rosario lo determinaban. Hoy esa mirada de futuro es realidad pero no hubo ni trabajo consecuente de educación y/o concientización ni planificación central para controlar el suceso. Sólo pujos aislados. Conciencias individuales. No hicieron carne.

A su vez los gobernantes aparecían con esquemas políticos de coyuntura y poco conocimiento geográfico e histórico de una provincia feraz.

La división del territorio por el río Salado no es una realidad que se integrara a la planificación de la provincia, excepto como resignación. El siglo XXI parece despertar a todos. La provincia comienza a entender que la costa es una cosa y que la cuenca lechera es otra y tiene, claro está, distintas posibilidades de desarrollo. Hablar para “Un Santafesino” es no decir nada. Hay varios santafesinos y durante más de un siglo se soslayó esta realidad. Llevará demasiado tiempo cambiar miradas históricas y discursos vacíos.

El Chaco Santafesino es parte de una novela que terminó en absurdas militancias de pueblos originarios y románticas consignas verdes, cuando llevan más de un siglo (el XX) como problema político y rémora de los instruidos y alimentados castigando a los no instruidos y hambreados. Ni La Forestal fue tan mala ni la soledad es buena.

Ceres o Tostado no sólo sirven para explicar las aguas duras, también para lo inexplicable. El río Paraná es la materia prima que deberían tener todos. No hay excusas ni sirve que en cada campaña, para obtener votos con mentiras, sea parte de una denuncia política. Los acueductos ausentes determinan ignorancia, desidia, poco crédito a quienes pregonan adhesiones a los derechos humanos. Que se haya participado activamente en gobiernos de la provincia y hoy se denuncie la falta de acueductos fabrica un verdadero escozor. La hipocresía fabrica escozor. Trabajaron, muchos, para mantener la imposibilidad santafesina. Aún trabajan.

¿Es posible una provincia de Santa Fe? Es difícilmente posible. Entender Santa Fe es diversificar la propuesta económica de los dineros públicos y marcar prioridades a rajatabla, sin margen electoral o condescendencias a parroquias y/o caudillejos. Y no entregarse a los pedidos de los capitales díscolos, que ésos también piden ventajas. Un funcionario de la provincia (directamente responsable si es electo por voto popular) no debe ignorar las necesidades profundas de la provincia, al hacerlo comete el peor de los pecados: el olvido de sus raíces.

No parece posible una provincia de Santa Fe. Varias, interactuando, sí que se pueden lograr. Hay varias provincias posibles, todas con el Contrato Social en la mano.

Seguridad. Entrecruzamiento de datos de seguridad (aún atrasados), resolución constitucional común (la Reforma de una buena vez. Unificación de mandatos, autonomías municipales, legisladores por territorio). Ejecución de la Reforma de la Justicia.

Salud. Perfeccionamiento de datos de salud provincial (ya se hace, por suerte ya se hace).

Instrucción. Una propuesta integral de educación, plan común de todos los legisladores para defender la provincia ante el ninguneo nacional (no se ha conseguido demasiado) y el reconocimiento del origen común, más allá de partidos o frentes. Varias provincias de Santa Fe (confederadas) son posibles, con una planificación central y el reconocimiento a la diversidad. El pasado no unifica a “Cañadita” (La Criolla) y Piñeiro. El futuro tampoco.

Esta provincia donde vivimos no tiene relato en Buenos Aires y en Balcarce 50. En todo caso desdén, abuso, derecho de pernada. Degradación del espíritu local. Y el indigno acompañamiento de actores políticos que intentan jugar un verso provincial teniendo el alma fuera de su origen.

Santa Fe. Ni invencible ni imposible, cercana, aún cercana, pero con poco y nada de bla-bla-bla.

Raúl Emilio Acosta

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Santa Fe es una provincia con varias regiones geográficas y económicas, de hecho sociales; donde conviven varios santafesinos en el mapa. Varias regiones, un sólo problema verdadero. Administrarla.


Entender Santa Fe es diversificar la propuesta económica de los dineros públicos y marcar prioridades a rajatabla, sin margen electoral o condescendencias a parroquias y/o caudillejos.