La religión del fútbol

Arturo Lomello

Hemos reemplazado a Dios por los ídolos del fútbol y hemos reemplazado a la iglesia por las canchas. La misa es el partido y los fieles, belicosos fanáticos espectadores capaces de asesinarse por una derrota.

Los enfrentamientos se suceden con inusitada violencia como las guerras religiosas. Los profesantes son endiosados a tal punto que se citan sus declaraciones como si fueran profetas. Con lo que gana un astro futbolístico podríamos solucionar el problema de miles de familias, pero parecería que los méritos de un ídolo lo hacen merecedor de convertirse en potentados, con secretarias, administradores y con todo un equipo que explota esas riquezas de la iglesia futbolística.

¡Qué extraña racionalidad la que tenemos los humanos! En lugar de amar a Dios por sobre todas las cosas, luchamos delirantemente para que sea como sea gane nuestro equipo. No creemos mayormente en Dios, pero eso no importa si nuestro ídolo después de una prodigiosa gambeta concretó el milagro de gol ganador.w

Pequeños apocalipsis se producen cuando a nuestro equipo le toca descender de categoría. En este caso el infierno bíblico es reemplazado por el descenso, y el regreso al estado paradisíaco es esperado como la resurrección.

La pelota de fútbol invade nuestro cerebro, reproducción en pequeño del planeta que habitamos, y aquellos que la administran con mayor ciencia y arte son sus estudiosos sacerdotes. Lo cierto es que esta religión competitiva, y a veces muy belicosa, tiene cada vez menos ateos para envidia de quienes creen en el Dios bíblico.