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Se fue sin pagar el taxi pero se olvidó la nena

De la Redacción de El Litoral

Los taxistas que trabajan por las noches saben que cualquier esquina de la ciudad puede depararle la mayor de las sorpresas. A veces gratas y otras no tanto. Si bien los robos están a la orden del día, está vez la historia tomó otro rumbo.

El chofer detuvo la marcha anoche en Dr. Zavalla y Berutti para que lo abordaran un hombre joven y una nena de 9 años. Tío y sobrina emprendieron viaje sin despertar la mínima sospecha de lo que ocurriría minutos después.

Lo primero que llamó la atención al conductor fue que en un momento del recorrido, el pasajero pidió que frenara en un lugar que no fue precisado, donde se bajó a hacer un trámite. Como no llevaba cambio y tenía que pagar $ 50, volvió al taxi y le pidió al chofer que le facilitara el dinero, que prometió, le sería devuelto una vez finalizado el viaje. Concluida la tarea abordó nuevamente el taxi y marcó un nuevo rumbo en dirección al barrio Los Hornos.

En inmediaciones de la avenida Facundo Zuviría y la calle Fray Mamerto Esquiú el hombre hizo detener nuevamente el taxi y sin mayores explicaciones intentó bajarse. Atento a que algo raro estaba ocurriendo con el pasajero, el taxista intentó detenerlo sin éxito y de esa manera no sólo perdió los $50 que le había dado en confianza, sino además se quedó sin cobrar el viaje.

Pero como si fuera poco, al volver la vista al coche descubrió que en el asiento trasero todavía estaba la niña, un poco desconcertada por la escena.

Ante semejante panorama, el trabajador agradeció la cercanía con la comisaría, y allí se dirigió en busca de ayuda.

El sumariante de turno de la Comisaría 9na. recibió el relato del conductor con ojos incrédulos y una vez concluido el acto, se puso en campaña para localizar a los padres de la pequeña.

Esa misma noche la nena de 9 años quedó en manos del personal de la Subsecretaría de la Niñez, que le brindó abrigo, alimento y un lugar de descanso.

Esta mañana funcionarios de dicha repartición se reunieron con los padres, y así fue restituida a su entorno. En cuanto al hombre que la acompañaba, se supo que tiene 35 años, que vive en El Pozo y que es el padrino, aunque no está acreditada la existencia de lazo sanguíneo.