A 30 AÑOS DE SU MUERTE
A 30 AÑOS DE SU MUERTE
Buñuel, el cineasta que soñó despierto
En sus películas proyectó ácidas miradas sobre la religión, el sexo, la marginación y la burguesía. Fue abanderado del surrealismo. Sus filmes mantienen plena vigencia. Falleció el 29 de julio de 1983, en México.

Artista genial, Buñuel dejó algunos de los filmes más lúcidos jamás filmados. Aquí, con Catherine Deneuve durante la filmación de “Belle du jour” en 1966. Foto: Archivo El Litoral
Juan Ignacio Novak
Abordar la obra del español Luis Buñuel, cuando se cumplen treinta años de su muerte, es una tarea dificultosa, pero apasionante. Es que es uno de los cineastas que mayor cúmulo de bibliografía motorizó en torno a su vida y obra. Y el responsable de algunas de las imágenes más poderosas que dejó el cine del siglo XX, sobre todo aquella -tremenda y ambigua- en la que un cuchillo rasga el ojo de una mujer.
Su irrupción en el cine fue una de las más impactantes de la historia, sólo comparable quizás con la de Orson Welles en “El ciudadano”. Fue en 1929 con “Un perro andaluz”, junto al pintor Salvador Dalí. Emblema del surrealismo -movimiento al que suscribió el director- es una obra única que incluye imágenes aparentemente divergentes, que funcionan como conjunto. El pintor y el cineasta volverían a entrelazar talentos en “La edad de oro” (1930).
En 1933 realizó el mediometraje “Las Hurdes (Tierra sin pan)”, documental que registra la vida en una de las zonas más pobres de la España de los ‘30. Con una cámara austera, retrata las miserables condiciones de sus habitantes y reclama soluciones. Años más tarde se supo que había manipulado secuencias para profundizar el mensaje crítico, al punto que se cuenta que llegó a dispararle a una cabra y untar miel a un burro enfermo para que atraiga moscas.
En los años ‘40 ya en plena era franquista en España, vivió en Estados Unidos para radicarse después en México, donde desarrollaría algunas de sus mejores obras. Fue allí donde filmó en 1950 “Los olvidados”, un relato sobre un grupo de adolescentes marginales que a la vez acerca y aleja a Buñuel del incipiente neorrealismo italiano. Es que para el español, los sueños, la poesía y la irracionalidad cobran un significado al mismo nivel que el cuadro social que propone.
De México a Francia
También en tierras aztecas rodó en 1952 “Él”, centrada en la figura de un hombre adinerado, conservador y religioso que se convierte tras su casamiento en obsesivo y paranoico por los celos. Buñuel se permite aquí -sin dejar de lado los elementos surrealistas- usar la figura de un hombre en apariencia tranquilo para analizar hasta qué punto las obsesiones pueden influir sobre el sexo y la pareja. Temas que no abandonaría en posteriores producciones.
Tras una década de intenso trabajo, con obras como “Nazarín”, “El río y la muerte” o “La joven”, en 1960 pudo regresar a su España natal para el rodaje de “Viridiana”, a la postre una de sus realizaciones maestras. Allí Don Jaime (Fernando Rey), interpreta un viejo hidalgo español que vive retirado en su hacienda desde la muerte de su esposa, ocurrida el día de la boda. Pero un día recibe la visita de su sobrina (Silvia Pinal), novicia en un convento y de gran parecido con su mujer.
En 1962 rodó “El ángel exterminador”, brillante sátira surrealista. Tras una cena en una mansión, los invitados descubren que, sin razón aparente, no pueden salir del lugar. Cuando esto se prolonga, el buen trato da lugar a un primario instinto de supervivencia. Buñuel ataca las convenciones burguesas y reflexiona sobre la hipocresía que esconden.
Tras estos hitos, comenzó su etapa francesa con “Diario de una camarera”. Uno de sus filmes más conocidos con acento galo fue “Belle de jour”, con una atractiva Catherine Deneuve en la piel de Sévérine, una joven casada que comienza por curiosidad a trabajar en una casa de citas y a llevar una doble vida. Dos años después dirigió “La vía láctea”.
El otoño del cineasta
Ya en los 70’ filmó sus magníficas obras crepusculares, que no fueron sino el epílogo perfecto de una filmografía que no perdió nunca su pulso. “Tristana”, filmada en España en 1970 basada en la novela de Benito Pérez Galdós encuentra de nuevo a Deneuve como el eje de la obsesión de un viejo.
“El discreto encanto de la burguesía” (1972), que supone la reiteración de algunos conceptos trazados en “El ángel exterminador”, se centra en un grupo de burgueses que quieren reunirse a cenar y se ven interrumpidos varias veces por circunstancias extrañas, reales unas, imaginarias otras. Cinco años después Buñuel rodaría su última película “Ese oscuro objeto del deseo”, con Fernando Rey y Ángela Molina.
“Adoro los sueños, aunque mis sueños sean pesadillas”, dijo alguna vez el propio director. Como ningún otro cineasta, logró que esas percepciones oníricas tan personales se traduzcan en su trabajo. A 30 años de su muerte, ocurrida un 29 de julio de 1983, sus más de treinta películas son un legado impresionante, cita obligada para cualquiera que esté dispuesto a introducirse en el mundo de uno de los artistas más fascinantes que tuvo el siglo XX.
Referente
“Adoro los sueños, aunque mis sueños sean pesadillas”, dijo alguna vez el propio director. Como ningún otro cineasta, logró que esas percepciones oníricas tan personales se traduzcan en su trabajo.