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“Schiller o la invención del idealismo alemán”

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Retrato de Friedrich von Schiller, de Gerhard Franz von Kügelgen.

 

Cuenta Rüdiger Safranski que la autopsia sobre el cadáver de Schiller (1759- 1805) reveló órganos y tejidos tan destruidos que el médico se sorprendió mucho de que alguien en esas condiciones hubiera podido vivir tanto. “Con el resultado de la autopsia podemos formular una primera definición del idealismo de Schiller: el idealismo actúa cuando alguien, animado por la fuerza del entusiasmo, sigue viviendo a pesar de que el cuerpo ya no lo permite. El idealismo es el triunfo de una voluntad iluminada y clara... El idealismo de Schiller radica en la persuasión de que es posible dominar las cosas, en lugar de ser dominados por ellas. Lo mismo que Sartre, afirmaba: hay que hacer algo con lo que se ha hecho de nosotros”.

A diferencia de su amigo Goethe, Schiller desconfiaba de la naturaleza y de la realidad, de ahí que se convirtiera en un atleta de la voluntad. Su temprana obra teatral Los bandidos refleja esta desconfianza de la vida, de las injusticias de la sociedad, y de los azares de la naturaleza. Sólo el amor se erige como el poder realmente trascendente de la realidad.

La libertad creadora era su estrella, y trabajó su propia vida como un drama y una escenificación. Goethe lo describiría así: “Era un hombre admirablemente grande. Cada ocho días era un ser diferente y más perfecto”. Fue como una central eléctrica que influenció el arte y la filosofía de su tiempo, en el centro de una constelación en la que confluyeron clasicismo y romanticismo, y donde hallamos figuras como Goethe, Herder, Wieland, Moritz, Novalis, Hölderlin, Schelling, los Schlegel, Fichte, Hegel, Tieck...

Rüdiger Safranski autor de espléndidos libros de ensayo y divulgación (como Romanticismo. Una odisea del espíritu alemán y Un maestro de alemania. Martin Heidegger y su tiempo) recorre en Schiller o la invención del idealismo alemán la biografía, el pensamiento y la literatura de Schiller, a la par que un tiempo de riqueza fulgurante para el pensamiento y los sueños conscientes, el del idealismo alemán.

Una época tan rica en publicaciones que Goethe se queja de la imposibilidad de concebirlas y Jean Paul parodia esto a través de su personaje Wutz que se hace enviar el catálogo de publicaciones y, como no tiene dinero para comprar las obras, las escribe él mismo, y “poco a poco se difunde la opinión de que los libros que él ha escrito son los auténticos originales. Y cuando llega a conocer los originales genuinos, los tiene por una copia falsificada”.

Poco antes de morir, Schiller escribiría estos versos: “Rotos todos los lazos que me ataran/ y las barreras que me pusieran trabas,/ libre por los espacios me balanceo;/ es el pensamiento mi reino inmenso,/ la palabra mi alado instrumento”. Publicó Tusquets.