Publicaciones

El teatro de Armando Discépolo

1.jpg
 

De la Redacción de El Litoral

[email protected]

Para enriquecer la literatura dramatúrgica de la Argentina, la Editorial Galerna publicó de Armando Discépolo dos textos emblemáticos de su producción, “Muñeca” y “Cremona”, con nota introductoria de Osvaldo Pellettieri, quien sostiene que “Muñeca” se estrenó el 20 de mayo de 1924, un año después del primer “grotesco criollo” de Discépolo, “Mateo”, y varios días después de “Giacomo”, una comedia asainetada que nuestro autor había creado en colaboración con Rafael José de Rosa.

“Muñeca” se encuentra, entonces, dentro del período canónico del teatro de Discépolo, junto a textos como “Mateo” (1923), “Stefano” (1928), “Cremona” (1923) y “Relojero” (1934). “La pieza -reflexiona Pellettieri- ha sido poco estudiada y se ha encontrado dificultad para encuadrarla dentro de la obra de Discépolo”.

“Salvo la opinión de Ordaz y alguna referencia de David Viñas, se la ha considerado una comedia sentimental. El texto quiere ser grotesco, quiere convertirse en una suerte de meditación filosófica sobre la comedia y el drama humanos que resulta extraña para sus contemporáneos”, destaca.

Se puede afirmar que en “Muñeca” el motor de la acción es sentimental. El sujeto, Anselmo, sale de su inacción con el fin de obtener a Muñeca. Y su propio sentimiento, durante gran parte de la pieza, tiene por ayudante a quien es, al mismo tiempo, su oponente: Enrique.

El motor de la acción aparentemente sentimental ha sido transgredido por Discépolo. Al igual que en el grotesco, el triángulo sentimental (sujeto-objeto del deseo-opositor) es sólo un medio para probar ciertas tesis relativistas del autor: la simulación en la lucha por la vida, la imposibilidad de comunicarse con los demás y de cambiar su realidad vital.

Discépolo, que conocía muy bien el grotesco italiano, transgrede conscientemente las leyes del melodrama. En “Muñeca” falta el clásico villano, no existe la justicia poética del género que determinaba que la pareja imposible, al final, encontraba la felicidad y, lo que es aún más importante, no existe el clásico desprendimiento del héroe sentimental.

Sainete múltiple

“Cremona”, dice Pellettieri, es una suerte de sainete múltiple o polisainete, que tiene una simultaneidad de acciones. Tuvo mala acogida. Cuando Discépolo intentó volver a escribir, dijo que la reharía. Se tomó muchos años para ello. La reformó en 1950, pero no consiguió estrenar la nueva versión. La obra se presentó nuevamente recién en 1971, después de la muerte de su autor y tras una serie de polémicas con quien era el director de la sala donde se iba a dar la pieza, Osvaldo Bonet, que Discépolo iba a resumir muy amargamente en “Por qué retiré Cremona: una historia larga y tristísima”.

Ese texto, incluido en este volumen, es una protesta del autor frente al teatro de los ‘70 que lo deslegitimaba, lo desplazaba. La actitud de Bonet no era individual: para ese momento histórico de la escena argentina, Discépolo se había convertido en un autor remanente.

“Cremona” es un texto complejo, que intentó reconstruir el universo del conventillo en el grotesco y en el sainete criollo y crear un grotesco polivalente que, si bien no abrió nuevos caminos para el género, fue audaz y certero en cuanto al intento de acrecentar su semántica: sobre todo, en lo relativo a la caricatura patética.