el invitado

Fuego: problema de todos

Alejandro Valeiro

Coordinador Prog. Nac. de Cultivos Industriales

INTA Famaillá

Tucumán es un laboratorio viviente de conflictos ambientales. Es lógico: una población sumamente densa y urbanizada se conjuga con una agricultura muy importante y una agroindustria numerosa; todo en un territorio muy pequeño. En esta combinación complicada, cualquier impacto ambiental se magnifica. El uso del fuego es un tema de debate público a partir de su uso en actividades tanto urbanas como agropecuarias, y de la amenaza que supone para la salud, las vidas y las propiedades de las personas. ¿Son los cañeros los “malos de la película”? Los relevamientos satelitales de 10 años indican que la mitad de las quemas se da sobre pastizales, montes, rastrojos, etc. Incluso muchas quemas de cañaverales son provocadas por situaciones accidentales o limpiar terrenos, etc.

Todos los días -sobre todo en invierno- son miles los tucumanos que queman alguna cosa y contaminan el ambiente. El fuego está incorporado en nuestra cultura como un elemento de “limpieza”. En realidad la “suciedad” sólo se traslada al aire, entra en nuestros pulmones y nos enferma a todos.

¿Se soluciona esto con leyes que prohíban toda quema, multando y metiendo presos a los infractores? No hay duda que no es suficiente. No ha dado resultado. Es necesario hacer esfuerzos de largo plazo para cambiar la cultura del fuego.

Desde hace tres años, la Mesa (interinstitucional) de Gestión Ambiental de Cruz Alta viene haciendo propuestas y trabajando silenciosamente en el tema. De a poco, la reducción relativa de focos de fuego en el mayor departamento cañero de Tucumán va mostrando que es ese el camino a imitar.