LÍA JELÍN

“El teatro es tracción a sangre”

Este fin de semana, el tanque teatral “Toc Toc” se presenta en Santa Fe, con cuatro funciones. La directora habla del inesperado éxito de la comedia y del alto nivel de identificación que genera en el público.

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Lía Jelín Nació en Buenos Aires, creció en La Quiaca y se fue a vivir a Israel cuando era muy joven. De un humor sutil, es la artesana de una de las puestas más premiadas de los últimos tiempos. Foto: Archivo El Litoral

 

Natalia Pandolfo

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“Fijate, no sé, a mí me parece que no vale nada... Es una comedietta”, le dijo un productor con escasas dotes de futurólogo o de encuestador. Desde que Lía Jelín posó sus ojos sobre ella, la obra se convirtió en uno de los grandes títulos de la escena nacional, con más de 750 mil espectadores que la vieron en los últimos tres años (y la siguen viendo) en el Multiteatro de Buenos Aires y un mapa que va sumando puntos marcados a medida que avanza la gira nacional. Este viernes y sábado, “Toc Toc” tocará a las puertas del teatro Municipal, a las 21 y a las 23.

El fenómeno provocó, incluso, la necesidad de pensar en un elenco alternativo al original (Mauricio Dayub, María Fiorentino, Daniel Casablanca, Melina Petriella, Eugenia Guerty y Diego Gentile), que es el que llegará a Santa Fe: Claudio Da Passano, Patricia Echegoyen, Osqui Guzmán, Malena Figo, Mara Bestelli, Juan Grandinetti y Leticia González de Lellis.

La trama: seis pacientes, cada uno con un trastorno obsesivo compulsivo (TOC), en la sala de espera de un psiquiatra. Como un mecanismo de relojería, la directora va poniendo a jugar a cada una de las criaturas y sus problemas, y es en ese terreno donde las risas germinan.

“Cuando leí la obra, me quedé encantada. Y cuando la montamos en México, el productor y yo nos mirábamos, mirábamos al público y no podíamos creer que se revolcaran de la risa”, dice ella desde Buenos Aires, en un pequeño descanso robado a las afiebradas horas previas al estreno de “El placard”, otra de las propuestas teatrales que dirige. Y acompaña cada frase con risas cálidas, de esas que abren puertas a la charla.

—¿A qué atribuye el éxito de “Toc Toc”, no sólo en Buenos Aires sino también en la Costa, y ahora en la gira nacional que están haciendo?

—Fundamentalmente al tema. Media humanidad sufre de Trastorno Obsesivo Compulsivo, que es realmente feroz en los casos en que domina la vida cotidiana. Entonces, creo que el hecho es la novedad del tema, cómo está tratado y cómo está escrita la obra, con el valor agregado de una idea tan organizada del chiste, que aparece en medio del momento más dramático y doloroso.

El que esté libre de trastorno...

Obra del francés Laurent Baffie, para lograr el clima la directora se apoyó en lecturas y relecturas de “Esperando a Godot” y “A puerta cerrada”. Ex bailarina (estudió danza en Israel, en la escuela de la mítica Martha Graham), su conocimiento del espacio escénico queda expuesto en la manera en que maneja los hilos de sus personajes. “Yo tomo al espacio en forma global: no tiene ni arriba ni abajo ni frente ni perfil ni atrás ni adelante. Es como el cosmos. El mecanismo, entonces, funciona casi como una coreografía”, define.

—¿Imaginaba el fenómeno que generaría la obra?

—Para nada. De verdad que no. Me dio la sensación que el tema tenía que tocarse, fue una intuición. En realidad, lo que pretende el teatro es entretener; pero además, la gente tiene que identificarse con lo que está pasando. Esto es lo fundamental. El teatro es tracción a sangre: no hay vidrio, no hay industria, no es la televisión. Es inmediato, el actor está vivo, el espectador está vivo, la relación es directa y carnal.

—¿Cómo se tomó la decisión de trabajar con distintos elencos?

—Nos pareció que, si seguíamos con un solo elenco, se iba a pasar el momento. Se iba a diluir, iba a perder interés. Y decidimos armar otro grupo para salir al interior y no tener que esperar que se terminara en Buenos Aires. En “Monólogos de la vagina” yo tenía en un momento tres elencos trabajando en paralelo. Una vez que descubrís de qué está hecha la obra, se puede organizar la puesta con distintos grupos, perfectamente.

—¿Es diferente el público porteño, más entrenado quizá en la gimnasia del psicoanálisis, que el público de otras ciudades?

—Creo que no. Los actores me cuentan que la primera función que hicieron en Córdoba, estaban frente al público más crítico de todos. De la platea les llegaba una helada tormenta de nieve. Y a los diez minutos, ya los habían ganado. Había cierta desconfianza, y está bien, porque a veces se lleva al interior cada porquería, que está bueno que haya un cierto cuidado.

Por otra parte, en realidad el TOC es un trastorno muy difundido, más allá de que hagas psicoanálisis o no. Todo el mundo sufre uno.

—¿Cuál es el suyo?

—La simetría (se ríe, sin reparar en tiempos para la duda). Yo veo algo que está torcido y me pongo nerviosa. Y mi marido (Jorge Schussheim, libretista de Tato Bores, quien realizó la adaptación de la obra) verifica todo: la llave de la luz, la puerta, las cerraduras. En casa, todo está cerrado tres veces.

—Es una época signada por este síntoma, a todos nos atraviesa de alguna u otra manera.

—Claro. El de la limpieza, por ejemplo. La persona que se lava las manos incansablemente, una y otra vez. Hay trastornos que no tocamos en la obra, como el del coleccionista, que es dificilísimo de curar y que trae muchos problemas, porque son personas que no pueden tirar nada y van acumulando basura. No se trata de vagabundos: hay gente que llega a juntar la orina en botellitas y no las puede tirar.

Desde el humor

—¿Cómo se hace para abordar estas situaciones tan dramáticas desde el humor, sin caer en la ofensa o en la burla?

—Tuvimos mucho cuidado. Cuando montamos la obra en México, llamé al director del Instituto del Trastorno Obsesivo Compulsivo y le mostré un ensayo. Los actores, por ejemplo, no me creían que había un personaje que repetía todo dos veces: decían que era un invento. Entonces, este profesional nos contó que ellos también trabajan con el humor. Por ejemplo, van a un baño público y a la persona de esas que no pueden tocar nada porque tienen miedo de contagiarse cualquier cosa, les hacen levantar la tabla del inodoro...

Y después está, por ejemplo, el famoso Síndrome de Tourette, que sólo se puede tratar con drogas. Nosotros nos apoyamos mucho en el libro de Oliver Sacks: “El hombre que confundía a su mujer con un sombrero”. Sacks es un humanista inglés extraordinario que describe la historia de un baterista genial que tenía este síndrome; y que como músico era fantástico, porque tocaba de una forma impresionante; pero en su vida personal era un desastre: no tenía un solo momento de paz. Hay trastornos que provocan realmente la imposibilidad de vivir. Entonces le dieron drogas, pero entonces ya no fue tan buen baterista. Finalmente, este mismo paciente tomó una decisión: recibir la medicina de lunes a viernes, pero suspenderla los sábados y domingos, para poder tocar. ¿No es genial?

“El teatro es tracción a sangre”

Seis pacientes, cada uno con un trastorno, en la sala de espera de un psiquiatra. Como un mecanismo de relojería, la directora va poniendo a jugar a cada una de las criaturas y sus problemas, y es en ese terreno donde las risas germinan. Foto: GENTILEZA PRODUCCIÓN

Agradecida

  • Actualmente, además de “Toc toc” y “El placard” (con Diego Peretti, Alejandro Awada y Osvaldo Santoro), la cartelera porteña ofrece otras dos obras dirigidas por Lía Jelín: “Dios mío”, con Thelma Biral y Juan Leyrado y “El cabaret de los hombres perdidos”, musical con Omar Calicchio, Diego Mariani y otros. En cuanto a “Toc Toc”, en Argentina ha sido reconocida con cuatro premios Ace y cuatro Estrella de Mar.

“Estoy muy contenta y tremendamente agradecida por tener, a esta altura de mi vida, un éxito semejante. Agradecida a la gente que lo va a ver y lo disfruta, y agradecida a los estupendos actores que lo hacen”.