Desafiar la gravedadDesafiar la gravedad

 

La nueva pista de skate de nuestra ciudad recibe a diario a gran cantidad de chicos -y otros no tanto, incluyendo algunos padres- que llegan a aprender este deporte o a perfeccionar sus trucos. Lo hacen -si quieren- con la ayuda de un instructor.

TEXTOS. REVISTA NOSOTROS. FOTOS. maurico garín y luis cetraro.

Desde abril de este año, los fanáticos de las tablas de skate se deleitan, aprenden o practican esta disciplina -que próximamente ingresará a las competencias oficiales de los Juegos Olímpicos- en un lugar construido especialmente para hacerlo con seguridad: el Candioti Park, la pista ubicada en el corazón de barrio Candioti.

Este semillero de futuros profesionales del skateboarding tiene cada vez más adeptos gracias a que -dos veces por semana- un instructor especializado se dedica a enseñar la técnica de usar la tabla a quienes tienen sus primeras experiencias, incluyendo sus trucos y ciertos consejos para evitar golpes y caídas, o sólo “ayudarlos a hacer lo que quieren practicar”.

Nicolás Miract tiene 24 años y desde hace cinco se dedica a enseñar skate. Actualmente es el instructor de la pista ubicada en Rosalía de Castro al 1800, entre Marcial Candioti y Necochea, en barrio Candioti Sur de nuestra ciudad, y también en la que construyó el municipio santotomesino.

“Esto es como el tutor que se le pone a los árboles cuando están creciendo. Yo no intento que los pibes aprendan lo que quiero que hagan”, aclaró Nicolás, al tiempo que advirtió los diferentes tipos de alumnos a los que ayuda en la pista de Candioti, que incluyen algunos padres que se enganchan con este deporte.

En primer término, enumeró al “pibe que está recebado y quiere aprender: le voy diciendo que vaya por un camino que sé que, si se cae, le va a doler menos. Si él quiere atolondrarse, joya, está perfecto, que lo haga, pero le digo que para mí se va a caer. Si él quiere probar está todo bien pero si lo hace como le digo, a lo mejor, no le va a doler tanto. Tengo esa cosa de educar”.

Otro tipo de alumno -contó- es el “pibito de guardería, que sólo camina, da vueltas con el skate, y está todo bien también. A ése le digo que pruebe algo distinto; quizás no le sale en toda la tarde porque no tiene la intención de andar en skate. Le enseño pero más light, no me enrosco”.

Por último, mencionó que también se encuentra con “el pibito supercaprichoso: el otro día me pasó que me envenené con uno porque insultaba a la madre. Me saqué y lo reté. También bardeaba a los otros chicos que estaban en la pista, cuando todos tienen el mismo derecho de usarla. Me pongo en un lugar de padre innecesario pero no lo puedo dejar pasar. También están los pibitos que van creciendo y son tus amigos, que vamos de viaje, que competimos en la misma categoría”.

CÓMO LOS AYUDA

Por otra parte, Nicolás advirtió que “mi forma de dar clases es ayudarlos a hacer lo que ellos quieren practicar. Con los niños es distinto porque no saben lo que quieren hacer. Entonces, les doy ciertas prácticas para que vayan adquiriendo equilibrio, controlando la tabla, aprendiendo distintas cosas: desde las técnicas más fáciles a las más difíciles. También están los pibes que andan en skate terrible pero se les complica cuando quieren hacer un truco. Se acercan para consultarme qué están haciendo mal o qué otra cosa pueden hacer. Es otra forma de dar clases”.

Nicolás aclaró que para las clases están anotados cerca de 10 chicos, la mayoría del barrio, y a veces están todos o sólo la mitad, pero hay otros 20 andando, de otros lugares, que también van a clases. “No importa si están en clases o no, siempre hay alguno que pregunta y yo le respondo. Siempre estoy enseñando. La clase es abierta, gratuita, al igual que en Santo Tomé. No se tienen que inscribir pero sí lleno una fichita con su teléfono y DNI, en la que se aclara que si el chico se cae no es mi culpa, entre otras cuestiones; una especie de resguardo legal para mí y para la municipalidad”, precisó.

TIPOS DE PADRES

Los padres que llevan a sus chicos a hacer skate también se pueden agrupar en diferentes categorías, según mencionó el instructor. “Hay padres que van y dejan al chico como si fuera una guardería barata. Te lo dejan, te aclaran que es hinchapelotas y te dicen ‘Que lo disfrutes: espero que se canse así duerme a la noche’. También están los padres que van y se quedan, se llevan el mate, te convidan y charlan. Tengo padres de éstos que son amigos, que me han ayudado en un montón de cosas”, explicó.

Pero también están de los otros, que dicen “Yo también quiero y se ponen andar en skate. Hay una madre -la primera y espero que no sea la última- que se compró su skate porque los hijos estaban cansados de que les sacara la tabla. También tengo un par de padres que se han dado porrazos pero finalmente aprendieron a andar y andan con sus hijos. Son padres jóvenes: en promedio tienen entre 30 y 40 años, pero también vienen abuelos a traer a los chicos. Todos buena onda”.

Por último, Nicolás contó que “nunca tuve discusiones con los padres; sí con los chicos porque yo soy de la época en que éramos tres y discutir entre skaters no va para mí y bardearse tampoco. Decir malas palabras como si el skate park fuera una cancha de fútbol 5 tampoco va para mí. Como dije en la inauguración, lo siento como mío porque a la reunión fui yo y pelé por este lugar. Si hay algo que no me gusta voy y los reto. Tengo esa cosa que estoy ahí y hay que cumplir reglas; si algo no me gusta soy la policía. Los pibes me conocen así”.

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Dónde aprender

• Santa Fe: Candioti Park es un espacio recreativo ubicado en un sector del Paseo Rosalía de Castro (esa calle a la altura del 1800, entre Marcial Candioti y Necochea), en barrio Candioti Sur. Las clases son los martes de 17 a 19 y los jueves de 15 a 17.

• Santo Tomé: la pista de skate fue inaugurada el 24 de febrero de este año. Fue construida por el municipio santotomesino en el sector sur del camping municipal. Las clases son los miércoles de 17 a 19.

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Con códigos de grupo

Por. María, mamá de Dante (skater de 14 años)

Cuando Dante empezó a andar sobre la tabla aún era un niño, y en Santa Fe había un espacio que los contemplaba, Santa Fly. Cuando ese lugar cerró quedaron un poco dando vueltas, inclusive tuvieron inconvenientes con los vecinos del sur, en la Plaza 25 de Mayo, y también en otras veredas de la ciudad.

Hoy este skatepark les resuelve el encuentro, las ganas y el desafío que implica este deporte urbano, que no encuentra demasiados espacios en la ciudad. Las calles están tomadas por los autos y parece que ellos y las políticas que los favorecen deciden sobre las otras ruedas. En la calle no hay seguridad para skaters, bikers, bicis, rollers y siguen faltando ciclovías, espacios en las grandes avenidas, ese margen que en las grandes ciudades tienen los que piensan y sienten que moverse es una necesidad, acá no existe.

Cuando Dante agarra la tabla para ir algún lado ahí sí es imposible quedarse tranquilo, pero en el skatepark están todos juntos, con los códigos de grupo, desafiando la gravedad y acompañándose en ese proceso de crecer. Y muchos estamos ahí, ahora a mí me tocó estar detrás de escena. Si bien la relación con mi hijo es buena, él con 14 años demanda su espacio, su tiempo con sus pares, y eso también es un arte. Llevarlo, buscarlo, acompañarlo pero a la distancia, respetando sus demandas, poniendo límites, cuidándolo, aunque muestre que ya puede solo.

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Simplemente skate

Wikipedia da la siguiente definición de skateboarding: es un deporte que consiste en deslizarse sobre una tabla con ruedas y a su vez poder realizar diversidad de trucos, gran parte de ellos elevando la tabla del suelo y haciendo figuras y piruetas con ella en el aire.

Se practica con un skateboard (monopatín), tabla de madera plana y doblada por los extremos y que tiene dos ejes (trucks) y cuatro ruedas, preferentemente en una superficie plana, en cualquier lugar donde se pueda rodar, ya sea en la calle o en los skateparks.

Para abreviar se le designa simplemente skate, que es también el término utilizado para nombrar el monopatín, tabla sobre la que se practica el monopatinaje. Está relacionado con el surfing, la cultura callejera, con el arte urbano, pero muchos skaters apenas patinan en calles y/o plazas. Son los “ramperos” quienes sólo patinan en rampas. De hecho, en bastantes competiciones existen dos categorías (o más): street (estilo de calle) y vert (rampa) porque un individuo puede deslizarse por las pendientes de un skatepark.

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Desafiar la gravedad

“Quería que el deporte creciera”

Cuando consultamos a Nicolás Miract cómo empezó a enseñar skate nos contó que todo empezó porque “necesitaba plata” para desarrollarse en este deporte porque “andar en skate siempre fue caro y hace cinco años no había la cantidad de negocios del ramo que hay ahora ni competencia de precios y era mucho más jodido acceder a una tabla. También, éramos repocos, nada que ver con lo que pasa hoy. Además, siempre quise que hubiera más skaters porque la forma de progresar es que a mayor número de skaters habría más locales y una pista; necesitaba que el deporte creciera”.

Esto ocurrió cuando tenía 19 años y estudiaba Diseño en la facultad. Entonces ya “intentaba enseñarle o facilitarle la experiencia para que se enganche, patine y seamos más” a los chicos que llegaban a la Plaza 25 de Mayo con su skate.

Entonces, se le ocurrió hacer una escuelita en un bikepark que había en López y Planes y Luciano Torrent, Santa Fly. Era una pista de bicicletas, con rampas de madera, en un galpón. Pero la idea no prosperó, el lugar cerró y cambió de dueños. “Juanjo” García -quien después sería uno de los fundadores de la Asociación Santafesina de Deportes Extremos- se puso al frente del lugar y sí aceptó la propuesta.

“Me puso a cargo de las clases de skate, tres o cuatro días a la semana. Así estaba trabajando y generaba una plata. Muchos chicos arrancaron porque era el momento en que empezó a reflotar el skate. Igual, yo seguía en la plaza al que podía pero era diferente: ahí los padres llevaban a los chicos, mientras que en la plaza caía uno o dos. Creé una relación con todos esos padres y se quedaban a tomar mate. Así creció un montón el deporte. La mayoría tenía, en promedio, entre 10 y 12 años, pero había de todo (tuve un alumno que tenía 28 años)”, recordó.

PASIÓN Y TRABAJO

Gracias a ese trabajo pudo comprarse una cámara de fotos y empezó a viajar a participar en torneos de skate -incluso con algunos alumnos- a Mar del Plata, Córdoba, Catamarca y Tucumán, entre otros lugares. “Mi pasión por filmar skate con esa cámara y mi manejo de cámaras me trajo hasta este local de fotos y videos adonde conseguí un trabajo fijo. Es por la mañana ya que las tardes las dejo libres para poder seguir andando en skate”, admitió.

Luego, aquel lugar para skaters cerró y abrió otro local (skaper y bike park) en General Paz y Padilla, donde empezó a dar clases. Además, consiguió patrocinadores locales y de Buenos Aires. “Toda la plata que generaba no iba a tablas, zapatillas o ropa y empecé a ahorrar y me compré una cámara mejor. Además, hace dos años fui papá, me mudé con mi novia, así que tenía que conseguir plata a full pero tampoco quería dejar de andar en skate”, aclaró. Incluso, hace un mes la familia volvió a agrandarse.

Por último, contó que fue llamado para participar en el diseño y la construcción de skateparks de nuestra provincia, como los de San Justo, Rafaela y Barrancas (adonde también enseñó durante un tiempo) y las de Santa Fe y Santo Tomé, adonde actualmente es instructor.