Precariado: una nueva clase social

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Un hombre se desplaza en bicicleta entre el tráfico en Atenas, ciudad que ha quedado paralizada en varias ocasiones por las huelgas de los trabajadores del transporte público.

Las políticas económicas neoliberales han transformado la estructura social de los Estados modernos, en la que cada vez más trabajadores están indefensos en sus puestos de trabajo. En 2008, el crac financiero aceleró esta tendencia propiciando la aparición de una nueva clase social, el precariado, que analiza el profesor de economía de la Universidad de Londres Guy Standing.

TEXTO. ANDREA RULLÁN. FOTOS. EFE REPORTAJES.

El catedrático de Estudios del Desarrollo de la Universidad de Londres Guy Standing (Londres, 1948) ha publicado un ensayo que revela los secretos de la transformación social que se está produciendo en los países más desarrollados que, si bien ya venía configurándose desde hace décadas, con el estallido de la crisis financiera se ha acelerado “de modo catastrófico”.

“El precariado: Una nueva clase social” (editorial Pasado & Presente) descubre los secretos de esta reciente sociedad dominada por el nacimiento de un colectivo “que no encuentra respuestas y que no se identifica con ningún otro grupo establecido”, según ha señalado Standing.

Dominado por los contratos temporales, la inseguridad y el temor constante a perder el puesto de empleo, el precariado se ha visto obligado a cambiar de mentalidad, en la que el pensamiento cortoplacista, el estrés y el miedo a perder el nivel de vida han sustituido a las ganas de disfrutar del tiempo libre.

El precariado no es solo producto de retazos deshilvanados, es un colectivo infectado por una enfermedad endémica de los países más desarrollados: el déficit político y el suicidio del estado del bienestar, que ahora no permite diferenciar al trabajador medio del suburbio.

Los recortes y la era de austeridad, bandera de la mayoría de los gobiernos europeos, han provocado el renacimiento de partidos neofascistas que emplean discursos de odio como “leit motiv” de sus campañas políticas y que, en palabras de Standing, acabarán con todo lo conocido.

“Son discursos que prometen ‘felicidad’ a una ‘mayoría’ y culpan a la minoría de errores del propio gobierno, cimentados en el miedo y productos de una clase política sin escrúpulos”, ha continuado Standing, que ha asegurado que esta tendencia terminará por desaparecer.

Discursos populistas que se muestran “hostiles con los inmigrantes, los homosexuales, inconformistas y, seguramente, ¡contigo y conmigo tarde o temprano!”, ha destacado.

LOS JÓVENES ESTAFADOS

Pero la situación precaria también afecta a los licenciados universitarios, muchos de los cuales se sienten “estafados” por haber entrado en un sistema que les prometía trabajo asegurado y que, sin embargo, les destierra al desempleo.

“Obviamente trabajar en un supermercado no es el empleo de mi vida pero es a lo único que aspiro en esta situación”, dice Francisco, estudiante español a punto de finalizar Biología en la Universidad Complutense de Madrid, que tras cuatro meses en una cadena de supermercados regresa al paro.

“Apenas estudio dos asignaturas al año mientras trabajo para poder pagar el crédito de la universidad que se eleva cada año”, ha señalado otra estudiante. Universitarios endeudados en trabajos sin vocación, becarios sin garantías, y adultos incapaces de abandonar la casa paterna por miedo a la incertidumbre también forman parte del precariado.

“Es una juventud frustrada que cree que compró un boleto de lotería cuando se le urgió a estudiar para construirse una carrera”, ha dicho Standing. Para el economista, estos jóvenes son las principales víctimas de la crisis, que conviven sometidos por presiones psicológicas. El precario está viviendo una nueva doctrina del shock.

Aversión, frustración, anomia y alienación son otros de los sentimientos dominantes del precariado.

Sin embargo, trabajar sin cobrar o por muy poco dinero no les convierte en precarios. De este modo, Standing diferencia entre los becarios y el resto de trabajadores. “El becario está labrando su futuro, es consciente de los abusos que se le cometen pero lo acepta porque es la única manera de progresar en su trabajo”, comenta Standing en el libro.

Mientras que para unos el trabajo temporal es una oportunidad de hacer carrera, para otros es una forma de morir en el intento. Muchos identificarán esta situación con el decimonónico periodo industrial y creerán que el precariado recupera el sentido de proletariado, pero nada más lejos de la realidad.

REVOLUCIONAR EL FUTURO

El proletariado era un “privilegiado” respecto al precariado. Tenía cierta seguridad en su puesto de empleo y renunciaba a los derechos sociales a cambio de un trabajo fijo que le permitiera experimentar un aumento de su nivel de vida.

Sin embargo, “el precariado sufre toda la presión de la flexibilidad salarial: sueldo bajo, variable e impredecible”, ha escrito Standing sobre una clase social que no sabe dónde estará mañana.

“La inseguridad crónica que vive el precariado le somete a un estado de ansiedad constante, está alienado porque no trabaja en lo que desea y está furioso con una sociedad que le presenta un futuro sin futuro”, ha señalado Standing.

Sin embargo, no es momento para la autocompasión. Todas las revoluciones sociales se han cimentado sobre la ira y el dolor y, desde 2011, los movimientos revolucionarios han resucitado en numerosos países.

“La energía de las calles es el motor del progreso”, ha señalado Standing. Desde las primaveras árabes hasta los indignados de Madrid, todos ellos batallan contra la precariedad, impuesta a golpe de hierro en todos los países del mundo, luchan por políticas progresivas a las que Standing define como “políticas del paraíso”.

Ya no es símbolo de los países más subdesarrollados: la pobreza social ha llegado a los motores industriales, al corazón del mundo. “Uno de los principales motivos por los que el precariado ha surgido en los países más industrializados han sido las presiones ejercidas por el crecimiento de estados como China o India, países dominados por el precariado”, ha explicado Standing.

Este sistema ha terminado con el principio de solidaridad social, si es que alguna vez existió, aunque Standing ha confesado que se está iniciando un proceso de transformación “global” que propiciará la “creación de una agenda progresista que recogerá las demandas de este sector”.

Algunos podrían creer que “El precariado: una nueva clase social” es otro libro más nacido de las entrañas de la crisis. Pero este ensayo sociológico refleja el nacimiento de un colectivo que ya ha tomado forma. Para Standing, todos somos precariados y esta realidad “nos permite dejar atrás la vergüenza para decir orgullosamente que nosotros también formamos parte de este grupo”.

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Guy Standing: economista, profesor de Estudios del Desarrollo en la Universidad de Londres y autor de “El precariado: Una nueva clase social”.

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Miembros del sindicato comunista griego PAME participan en una protesta contra el decreto de movilización forzosa de profesores de secundaria.

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Un hombre sale de un vagón del metro de Londres en septiembre de 2010, durante una huelga de trabajadores de este medio de transporte.