Buscando el control

Una “mirada controladora”, para verificar si se cumple con la dieta o se realiza la actividad necesaria, es importante cuando el propio límite falla.

TEXTO. LIC. ALFONSINA FERRARINI, CENTRO DE NUTRICIÓN INTEGRAL DR. CRISTIAN J. MEYER.

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La mayoría de los pacientes con obesidad tienen cierta vergüenza de su cuerpo o bien se sienten distintos, algo incómodos, sobre todo por algunas limitaciones reales que se les presentan, pero también por la propia insatisfacción que ese estado genera.

Pero además de las miradas que juzgan, que comparan, hay “miradas que controlan”. A pocos les gusta que mientras se encuentran comiendo le digan “¡Ya basta!” o “Me parece que eso no podes comer” o -de forma más sutil- que les retiren la comida o bebida cuando ya se están excediendo. La familia, la balanza, la nutricionista, el médico, pueden reflejar esas “miradas controladoras”.

NECESITAMOS EL CONTROL

Si los pacientes con obesidad pueden entender “el control” como ayuda y como límite, podrán contar con más apoyo para su proceso de adelgazamiento. El control de qué comemos, en qué momentos, cuánto y cómo, se hace necesario cuando uno mismo no lo tiene (o bien, no tanto).

La obesidad es una enfermedad relacionada con el “descontrol” (entre otras cosas); es por eso que a veces no alcanza la voluntad de los pacientes de querer adelgazar ni que vayan a su casa con una dieta indicada; porque si hace un tiempo que se sostiene la obesidad, es que también se sostienen autoengaños, trampas y mentiras. Cuando esto ocurre, no puede ser el paciente mismo el que diga si está marchando bien o mal con la dieta, ni tampoco puede ser muy objetivo u honesto al evaluar su comportamiento con la comida y la actividad física indicada. Entonces es aquí donde la mirada de los otros se hace necesaria, para finalmente mirarnos y confrontarnos con nosotros mismos y sincerarnos con lo que nos cuesta hacer o cambiar.

Al decir de algunos pacientes, lo que molesta o enoja cuando otros se meten con su comida o forma de comer, es que se entrometan en lo que uno hace o que inhiban el deseo de satisfacerse con ciertas comidas o que se sienten tratados como niños. Pero podemos pensar también que lo que más molesta de la “mirada controladora” es que los confronten con las propias debilidades, con lo que más les cuesta, con lo que se sabe que conviene hacer pero no se logra, con lo que se sabe que hace bien, pero no se elige. Entre algunos ejemplos podemos mencionar: decir “no” a ciertos alimentos, el poder parar de comer cuando ya se está saciado, poder cumplir con la actividad física que debería realizar, encontrar otras formas de entretenimiento y disfrute más allá de la comida.

Entonces, el paciente quiere pero no puede, sabe pero no lo aplica, es controlado y ordenado en otros aspectos de su vida, pero no con su alimentación o rutina de ejercicios, y es esto lo que lo enoja consigo mismo.

EL AUTOCONTROL

En la medida que se aprendan y se sostengan nuevos hábitos saludables, menos control externo se necesitará. Pero también hay que aprender a conocerse más, saber qué funciona bien y no tan bien con uno mismo, con qué cosas uno puede solo y con cuáles se necesita ayuda, así como aprender a darse cuenta cuando uno minimiza o justifica demasiado su actuar. De esta manera tenemos más herramientas para lograr el autocontrol.

Mientras tanto, se puede contar con la ayuda de quienes nos rodean. El gran avance será ya no enojarse o molestarse con los señalamientos que nos hagan (sean familiares, de amigos o profesionales), sino, a partir de esto, confrontarnos a nosotros mismos para poder cambiar lo necesario.