¡El Día del Niño!

¡El Día del Niño!
 

Me juran que ya pasó el Día del Niño, aunque no se privan algunos de decirte que es el mes entero de esa criatura. Yo entiendo que hay que mantener las ventas, que todos deben trabajar, que es mejor que el comercio se mantenga con tono alto: yo entiendo todo, mis chiquitos. Ahora bien: ¿cuándo es el Día del Niño? ¿Ehh? ¿Cuándo? Vamos a organizarnos, canejo.

TEXTOS. NÉSTOR FENOGLIO ([email protected]). DIBUJO. LUIS DLUGOSZEWSKI ([email protected]).

Ya saben esos cretinos que los niños son nuestra debilidad: hasta el más insensible; hasta el rústico que no saluda a su madre o a su padre en su consabido y asignado día, igualmente llevará a una plaza a su hijo o a su sobrino, o le hará un regalito en el Día del Niño... Sólo que en los últimos tiempos puede estar confundido respecto de la fecha exacta. Desde siempre, para mí, el Día del Niño era el tercer domingo de agosto.

Pero sucede que en algún momento de vacas flacas seguidos por estos lares- algún comerciante marketinero entrevió la necesidad de “acomodar” (total, son chicos: no se dan cuenta; ¡je!) la fecha en cuestión más cerca del cobro del sueldo de la gente (también están en revisión esas dos palabras: sueldos, gente...), con la esperanza de que la posesión de unos mangos frescos disponibles por pocos días hábiles y la sensibilización por tan impar fecha el Día del Niño- hiciera por fin la magia de que ambas cosas actúen sincronizadamente y le compres nomás una pelota decente a tu pibe, o una muñeca que habla a tu nena. Hasta se acuñó la cancioncita que hizo limpiamente el trabajo sucio de reconvertir las cabezas paternas: “Primer domingo de agosto...”

En la última década, por lo menos, hemos alternado con cierta (in) comodidad balanceándonos nosotros, nuestros niños y nuestros presupuestos, entre el primer y el tercer fin de semana de agosto: en alguna de las dos fechas está bien, porque de última si no compraste al principio del mes, comprarás al comienzo de la segunda quincena y así, comercialmente hablando, se arma un mes potable, con ventas sostenidas a comienzo y al medio del mes. Cierra. Chicos contentos, papis contentos, comerciantes contentos, todos contentos.

Esa tendencia se vio claro este año: hay gente, municipios, entidades, que organizaron movidas para los chicos el primer domingo de agosto y otros que lo hicieron en el tercero. Te conmueven nomás algunos reclamos y apelaciones tempranas de los púberes: a fulanito ya le regalaron el auto a control remoto o la Play y vos todavía no me regalaste nada. Ups. Todavía no regalé porque todavía no es. Pero a fulanito...

Estás al horno y ellos, los cretinos, más cerca de conseguir por el lado demagogo su objetivo. Te cambiaron la bocha, te volcaron la interna, tenés dentro de tu familia al reclamante reclamando y vos explicale a Magoya (que no tenía hijo, pero que igual denota claramente tu edad, chiquito) que no es ahora sino dentro de dos semanas. Dos semanas con un vociferante en tu casa es una eternidad, se sabe. Y nosotros no somos tan fuertes, al fin y al cabo, al fin y al sargento y al fin y al teniente...

Pero ahora, no contentos con haber logrado la división familiar so pretexto de que vos asegures ventas, no contentos con llevar agua para sus molinos (mi agua, por las dudas, lo aclaro; a tu molino, por las dudas lo aclaro), ahora mismo, te descerrajan que en realidad agosto entero es el “Mes del Niño”. Ah bueno, carajo, mierda (cuando me enojo soy peor que Mirtha), ¡todo el mes! En qué momento fue todo el mes del padre, ¿a ver? No fue todo el mes de la madre, que ya es decir mucho.

Así que ahora no sólo está el primer y tercer finde de agosto, sino que también tenés que o podés regalar el segundo o cuarto domingo, todos los lunes, todos los martes y miércoles y todos los malditos jueves y viernes y sábados de agosto. ¡Ahhhhhhhhhhhhh! ¿No será demasiado? ¿No se contentan nunca? Su indisimulable “Vamos por todo” ¿no riñe con el vamos con aunque sea algo de nosotros? Podemos pasar de la proactividad a la mezquindad y a la avaricia en un abrir y cerrar de ojos...

Así que a mis amigos comerciantes, a mis familiares, a mis amigos-amigos y a todos, de onda nomás, les recuerdo que pueden obviar el Día del Periodista o del Escritor. Pero, en mi caso, recuerden que mi apodo es “Nene”. Y estamos en agosto, no sé si les dije...