Subjetividad y niñez en la literatura argentina actual

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“La canción del abismo”, de José Marchi.

 

Por Agustina Steinberg

“Tu mano izquierda”, de Laura Meradi. Alfaguara. Buenos Aires: 2009.

“Una idea genial”, de Inés Acevedo. Mansalva. Buenos Aires: 2010.

“Los años que vive un gato”, de Violeta Gorodischer. Tamarisco. Buenos Aires: 2011.

En los últimos años han aparecido en el panorama de la literatura argentina novelas creadas por jóvenes escritoras cuyo centro de interés se circunscribe a la configuración del yo desde la mirada de la niñez. La irrupción de esta suerte de novelas de formación (cuyas autoras nacieron a principios de la década del ochenta) parecería indicar el perfilamiento de una nueva necesidad literaria por indagar en los recuerdos de la niñez.

Esto es lo que como lectora puedo comprobar al leer Tu mano izquierda de Laura Meradi, Una idea genial de Inés Acevedo, y Los años que vive un gato de Violeta Gorodischer.

En Tu mano izquierda la configuración del yo se camufla en la poca habitual narración en segunda persona. A pesar de que la narración se dirige a un tú (a la protagonista de la novela, Cecilia) es en la emergencia, hacia la superficie del texto, una serie de recuerdos de la niñez donde se termina por conformar el yo. La selección de ciertos recuerdos de la infancia (que forman parte de un conjunto más vasto de recuerdos) evidencia la impronta personal y subjetiva de lo que finalmente decide contarse en la narración. La novela de Laura Meradi está integrada por varios recuerdos de la infancia de Cecilia, sobresaliendo dos elementos clave: la relación conflictiva de sus padres (el mundo adulto percibido bajo una codificación pueril) y la figura de su hermano mayor, Manuel, como presencia ineludible en la experiencia de sus primeros años.

Aparentemente Una idea genial es una autobiografía, pero esta clasificación no puede considerarse absoluta debido a que se puede ver que el libro de Inés Acevedo fluctúa entre lo autobiográfico y lo ficticio (que es la esencia de lo novelesco). En el libro de Acevedo la narradora aborda con desparpajo los sucesos de su niñez y adolescencia que transcurren en un ámbito rural. Pero el meollo de la narración, al que alude el título del libro, reside en un acontecimiento de gran importancia para el futuro del yo en tanto escritora: el momento en el que la protagonista toma una pequeña mesa de madera plastificada y la lleva hasta su habitación para ponerse a escribir un cuento. En este libro de Acevedo, la formación como escritora se encuentra integrada al proceso de desarrollo por el que atraviesa la protagonista.

En el libro restante, Los años que vive un gato, la novela está narrada en primera persona y desde allí se trasluce la visión que tiene una niña acerca de su familia cuando ésta debe enfrentarse a dos cuestiones delicadas: la asimilación de la homosexualidad del hijo mayor y la enfermedad que sufre la protagonista. Al igual que en la novela de Meradi, la presencia del hermano mayor es de vital importancia para la etapa de formación de la protagonista. Pero en comparación con las novelas anteriores, a Gorodischer parece bastarle el empleo de una narración un tanto más convencional a la hora de construir su historia.

Estas tres novelas tienen en común la característica de realizar la configuración del yo recurriendo a la perspectiva de la niñez. En este sentido, las tres autoras que conforman el corpus parecen compartir la misma idea de que los episodios de la infancia son decisivos para la posterior formación adulta de los personajes.