Al mediodía, sin hechos violentos que lamentar
Terminó la toma de la Usina
- El sector de la llamada Uocra-Araya mostró su poder de convocatoria.

Los obreros de la construcción que habían tomado la planta eléctrica optaron por dejarla y volver a sus hogares.
fotos: Guillermo Di Salvatore
Luis Rodrigo
Los delegados e integrantes de la depuesta comisión directiva de la Uocra-Araya abandonaron en último turno la Central Térmica Brigadier López, pasado este mediodía. Antes de que ese compacto pelotón de camperas negras de nylon dejara la toma en su sexto día, un verdadero ejército -silencioso y ordenado- de obreros de la construcción dejó a paso firme, casi sin hablar con los medios, una semana de extrema tensión.
En su sexto día, pasadas las 12.20, luego de una asamblea multitudinaria, se devolvió a Enarsa la planta de generación eléctrica y el obrador para su ampliación, donde las firmas contratistas produjeron 60 despidos.
Emanuel Araya logró terminar con la protesta con un discurso del que pocos cronistas guardan una copia (estuvo apoyado por las opiniones de sus abogados), sin que se produzcan hechos de violencia mayores que lamentar.
Cuando todo indicaba que las cosas iban a terminar mal, por lo determinados que parecían los ocupantes a seguir en la planta y porque la tensión dentro y fuera del predio se hacía insostenible, el dirigente gremial eligió distender las cosas. Acaso siguiendo el viejo principio de la negociación y las luchas gremiales, que indica que muchas veces lo mejor es tensar la cuerda para luego aflojarla, la tensión terminó.
No se sabe aún cuál será el próximo movimiento del sector Araya, que fue desplazado por la Uocra nacional del sindicalista amigo del gobierno nacional Gerardo Martínez.
Métodos
Hoy, no fue un día fácil para los albañiles que fueron a tomar la planta, porque además el sector perdió su local de calle Ituzaingó. Por lo pronto, se habla entre los obreros de formar un nuevo sindicato, de crear una nueva organización o de pelear por la democratización de la Uocra con el mismo método que hasta ahora: tomar y sostener la toma en obras donde hubo despidos. Y reclamar elecciones.
“Ellos a las obras no pueden entrar, y nosotros en cambio podemos hacerlo, hablar con los compañeros, tener asambleas y tomar decisiones”, dijo uno de los laderos de Araya que pidió no ser identificado. La orden era no hablar con los periodistas y se cumplió a rajatabla. Con los mamelucos coloridos, las botas de trabajo y el paso firme, el millar de hombres que se había metido en la planta fue un espectáculo notable. Algunos se llevaron las barras de hierro que blandían hasta ese momento en actitud amenazante y otros dieron gritos de “¡Vamos Araya!”.
Los pocos policías que estaban cerca del lugar del conflicto (el grueso estaba a una distancia prudente) los miraron pasar sin decir nada, igual que otros trabajadores de plantas fabriles cercanas que coincidieron a la hora del almuerzo con la desmovilización y fueron a ver lo que pasaba.
La columna, que hacía sonar las botas de goma contra el pavimento de hormigón, fue directo al predio de la Uocra -más cercano al río que a la ruta- y allí los que estuvieron sosteniendo la protesta recibieron (en algunos casos) algún refrigerio. La mayoría prefirió irse con el estómago vacío y la tranquilidad de volver entero a casa, en las motos que los trajeron o la caja de los camiones que llegaron a lo largo de toda la mañana.
No pocas mujeres de distintas edades y un grupo bastante menor de niños puede contar lo que pasó sin un rasguño.




