Asalto domiciliario, secuestro y robo
Asalto domiciliario, secuestro y robo
Noche de horror para los dueños de una joyería

La joyería se encuentra en Aristóbulo del Valle y Ricardo Aldao. Foto: Flavio Raina
Danilo Chiapello
No fueron ladrones improvisados los que anoche asaltaron a una familia propietaria de una joyería, a la que despojaron de dinero y gran cantidad de objetos de valor.
La secuencia se inició minutos antes de las 21 cuando uno de los hijos de la familia (un hombre de 30 años) arribó a su domicilio, de barrio Sargento Cabral, a bordo de su automóvil particular.
Pero no había ingresado el coche aun a la cochera cuando irrumpieron en la escena varios sujetos los que rápidamente tomaron posiciones.
Los recién llegados eran todos hombres, de entre 25 a 33 años. Bien vestidos. Algunos portaban armas de fuego. Todos actuaron con sus rostros descubiertos a excepción de uno que cubría sus facciones con un amplio pañuelo árabe.
En cuestión de segundos el grupo de malvivientes tomó el control del lugar. Tanto la dueña de casa como sus dos hijos fueron maniatados y obligados a tirarse al suelo boca abajo.
“¡Queremos el oro!”
“¡Queremos el oro y la plata!”, fue la primera frase que lanzaron los sujetos a sus víctimas.
Seguros de estar a cubierto de miradas indiscretas dieron rienda suelta a su furia delictiva. Entonces requisaron cada una de las dependencias de la casa.
Claro que la búsqueda no fue prolija. “Rompieron y destrozaron todo. El piso de mi casa había quedado regado de papeles y cosas”, dijo hoy Leandro, uno de los muchachos asaltados.
Enojados y violentos
Pero la “búsqueda del tesoro” que hacían los cacos no llegaba a buen puerto. Entonces, a medida que avanzaban los minutos, todo se ponía peor.
Lo más dramático llegó cuando los cacos disidieron ejercer violencia contra sus víctimas. Así uno de los muchachos recibió un culatazo en su cabeza. Y su hermano corrió igual suerte con un golpe en el rostro.
Ambos terminaron con heridas cortantes.
Ante tal estado de cosas “se les explicó que no sigan buscando... que en la casa no había oro ni plata. Que eso estaba en el negocio”, agregó Leandro en diálogo con este diario.
Pero las amenazas no paraban.
“No se vayan a hacer los malos porque los matamos a todos acá”, fue una de las advertencias.
“Vamos para allá”
Pero este asalto guardaba aun un increíble capítulo.
Abrumados por la situación, las víctimas ofrecieron a los cacos que vayan hasta el negocio. Para ello le entregaron las llaves y la clave de la alarma. Como es lógico suponer el “convite” fue aceptado.
Así y todo las cosas no mejoraron.
El malviviente que había salido a cumplir dicho mandado comunicó por radio handy que no podía abrir la reja del local (ubicado en Aristóbulo del Valle y Ricardo Aldao), en barrio María Selva.
La instancia quedó superada recién cuando otro de los hijos concurrió al comercio y logró abrir la puerta.
Ya con el campo libre los delincuentes arrasaron con joyas y alhajas que estaban en las vitrinas, como así también del dinero que había en la caja. Al cabo de un rato apareció otro automóvil al que treparon los delincuentes, dejando a la víctima abandonada en el lugar.