Diego Latorre es un defensor del “10” de Colón...

“Jugadores como Mugni, son ‘sospechados’ y presionados”

El ex delantero-enganche de la selección, Boca y varios clubes más, hoy comentarista de fútbol, habló con El Litoral en Asunción del Paraguay. “A Mugni lo defiendo y lo seguiré defendiendo”, dijo.

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Enrique Cruz (h)

(Enviado Especial a Asunción del Paraguay)

Jugaba de enganche como Mugni, aunque hubo equipos que lo usaron como delantero. Su carrera fue larguísima. Arrancó allá por 1986, debutando en Boca con apenas 18 años y la finalizó en el 2006, en Alacranes de México con cerca de 38 años. Jugó en la selección y fue campeón de la Copa América de 1991 en Chile con Basile. Sus mejores actuaciones están asociadas a Boca, pero hubo una gran cantidad de clubes que disfrutaron de sus gambetas y su claridad para hacer algo distinto adentro de la cancha, como Fiorentina, Tenerife, Racing, Chacarita, Rosario Central y Celaya de México, entre otros. Hoy es comentarista en Fox, pero escribe artículos muy profundos los domingos en Olé. Y allí, se encargó en varias oportunidades de elogiar a Lucas Mugni, el enganche de Colón.

—Diego, leo tus artículos en Olé los domingos y en un par de oportunidades te ocupase de defender mucho a Lucas Mugni, el enganche de Colón...

—Lo he defendido y lo seguiré defendiendo. Ahora veo que no rinde como en el comienzo pero sé de los procesos que pasan esa clase de jugadores y a veces necesitan gozar de la confianza de los entrenadores. Estamos en un medio en que esa clase de jugadores son los más “sospechados” y presionados. Esto es producto de la histeria con la que se vive, que impacta en jugadores como Mugni, los afecta emocionalmente, los paraliza y los toca en lo emocional. Hay que ser muy fuerte sicológicamente para jugar como lo hace Mugni en estos tiempos.

—¿Por qué escasean los enganches en el fútbol argentino?

—Depende delos entrenadores. Newell’s jugaba sin enganche, pero ponía un 4-3-3 con dos volantes laterales cerrados, un “5” como Mateo, bien posicional y dos marcadores de punta que se sumaban a la mitad de la cancha. Hay una tendencia a buscar un jugador funcional y no específico. Un jugador que pueda prestar diferentes servicios y que a los ojos del entrenador sea más útil en lo táctico.

—Probablemente, escaseen los técnicos con la suficiente convicción para usarlos...

—El enganche tiene que rendir al máximo y ser redituable, porque hoy lo que prima es el orden en el fútbol por encima de todo. Entonces, el “10” termina volviéndose un conflicto para el entrenador.

—¿Quién tiene que ser el socio del enganche?, ¿los volantes, para que lo abastezcan, o los delanteros para que lo interpreten y lo aprovechen?

—Se asocia la parte creativa al enganche y a que el resto no contribuye a esa tarea. Entonces, cuando al equipo le falta talento o pase-gol, enseguida le cargan la culpa al “10”. Y cuando el “10” no corre o no le da una mano al equipo, también se lo señala. Entonces, se valora a los jugadores de distinta manera, se lo carga de responsabilidades y así el “10” sufre, se encuentra con un juicio muy severo hacia él en todo momento, pierde libertad y se siente extraño.

—¿Es obligatorio que el “10” ocupe una posición para recuperar posiciones?

—Por supuesto. El orden es prioritario, si no, se convierte en un equipo anárquico. El ataque encasillado y sin la parte imprevisible que debe tener el fútbol, no es bueno. Pero el orden es fundamental. Lo que pasa es que a veces se relaciona el orden con el concepto táctico. Es decir, parece que orden es saber si se juega 4-3-3 o 4-4-2 y no es así. El orden es equilibrio, saber cómo avanzamos, si lo hacemos juntos o tiramos pelotazos. Depende del concepto de equipo y no de las posiciones. Esto es lo profundo del fútbol y no todos los entrenadores están capacitados para captarlo. Hay jugadores que no fueron bien formados, que no saben dominar una pelota o tardan un segundo más en resolver. Esos son los imponderables que limitan la capacidad de un entrenador en la búsqueda de ese orden.

—Antes había más jugadores capaces de desequilibrar por talento propio y, con una gambeta, descifrar lo que un técnico no puede. ¿Por qué?

—Por las estructuras del fútbol argentino en general. A veces, el jugador es culpable y a veces víctima. Amí me tocó jugar con los mismos compañeros durante tres o cuatro años seguido. El fútbol genera relaciones propias adentro de la cancha que son intuitivas, eso te lo da el tiempo y la afinidad. Hoy los equipos se destruyen en poco tiempo y los jugadores ya vienen con esa cabeza armada de ver en qué momento se van y cómo tienen que hacer para sobresalir. Nosotros no teníamos esa cabeza.

—El 9 que mejor te entendió, ¿fue Batistuta?

—Dertycia también... Los dos me interpretaron a mí y yo a ellos. Esa empatía se genera entre los jugadores y va más allá del entrenador. A nosotros, los técnicos nos decían cómo iba a jugar el equipo, pero los que decidíamos la ejecución y de qué manera nos podíamos entender, éramos nosotros.

—¿Te sorprendió que Batistuta haya sido manager?

—Siempre ví en él una gran pasión, una gran dedicación. Quizás lo hacía por la necesidad de salir adelante, de triunfar y de asegurar el destino de los suyos. Me descolocó cuando declaró que el fútbol no era su pasión porque yo lo tenía como un futbolista vocacional. Cuando se estaba preparando para el éxito y cuando era exitoso, lo veía como un apasionado, muy competitivo... Me descolocó con sus declaraciones y cuando lo ví de manager, creí que antes iba a ser entrenador. Ahí, siendo manager, pensé que podía aportar su experiencia. Y ahora desapareció, no sé dónde está, no escucho más de él.

—¿Qué le cambiarías al fútbol argentino?

—Todo... Despejar la histeria, borrar a los violentos... Esta última sería la primera de mis tareas.

—¿Cómo harías desde adentro del fútbol para eliminarlos?

—Sé que para esa función están la policía y la Justicia, pero todos sabemos quiénes son, los tenemos identificados... El tema es muy amplio, muy profundo, hay que estar limpios para encerrarlos porque esa gente puede ‘cantar’. Es un entramado poco transparente y encerrar a un violento es poner en riesgo lo que ha pasado con él, cómo creció y por qué llegó. El que le ha dado herramientas y poder, está bajo riesgo. Es como tirar piedras contra mi propio tejado. No quiero ser ingenuo, pero erradicar eso es difícil. Llevamos un muerto por mes en lo que va del año, entonces deja de ser un buen negocio cuando no hay gente, las tribunas vacías y el público viendo los partidos sólo por televisión. Así, el fútbol deja de tener el valor sentimental que lo caracteriza.

—¿Y para mejorar el juego?

—Volver a la escencia de a poco. En un fútbol honesto y con capacidad, le propondría a los clubes que no se vayan antes de los 50 partidos. Así, los chicos crecen con otra cabeza, son más estables, los preparo para que juegue en mi club y se formen hasta alcanzar una madurez y un nivel. Todo es una cadena, porque así necesito comprar menos y gasto menos. Necesito imprescindiblemente de la honestidad, porque si viene un dirigente y vacía el club, aparecen testaferros o representantes que se llevan la plata, se está creando un marco de desigualdad que conspira contra cualquier proyecto serio y honesto.

—¿Qué ves en la selección?

—Un grupo bien formado, selecto y estable. Veo un déficit defensivo, porque si uno compara defensores con delanteros, hay un desequilibrio por capacidad y jerarquía muy grande. Hoy, los técnicos son más seleccionadores que entrenadores. El hecho de haber logrado un grupo estable es muy valioso para Sabella. Como equipo, veo un ataque de un calibre único en el mundo y un mediocampo que se preocupa porque la pelota les llegue mucho y bien.

 
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Lucas Mugni celebra el gol que hizo en el clásico del año pasado en el Centenario, cuando se terminaba un buen semestre para él. Foto: Pablo Aguirre

Hoy lo define

  • En el ensayo futbolístico de ayer por la tarde, el técnico Rubén Darío Forestello paró un equipo con algunas modificaciones, aunque la más importante fue la del ingreso de Luciano Leguizamón para acompañar en el ataque a Ramírez y Curuchet, obligando a la salida de Lucas Mugni.

Como Montoya evoluciona favorablemente y se cree que llegará en condiciones para viajar el domingo y jugar el lunes en La Plata, Colón tendría la modificación asegurada de Caire por Urribarri, en tanto que habrá que ver si esta tarde el técnico ratifica el cambio que hizo del medio hacia adelante.

Un posible equipo sabalero para enfrentar a Gimnasia y Esgrima La Plata sería con Montoya; Alcoba, Carniello, Landa y Caire; Moreno y Fabianesi, Prediger, Mansilla; Curuchet, Ramírez y Leguizamón.

Programación A

7ma. Fecha

Hoy

18 Lanús-Argentinos, Mauro Vigliano.

20.10 Belgrano-Vélez, Patricio Loustau.

Mañana

18 Newell’s-Olimpo, Darío Herrera.

18.15 All Boys-Quilmes, Fernando Echenique.

20.15 San Lorenzo-Godoy Cruz, Diego Ceballos.

Domingo

16 Atl. de Rafaela-Estudiantes, Pablo Díaz.

/// Tigre-Rosario Central, Silvio Trucco.

18.15 Boca-Racing, Sergio Pezzotta.

21.15 Arsenal-River, Juan Pablo Pompei.

Lunes

19.10 Gimnasia (LP)-Colón, Luis Alvarez.