Fue el preparador físico de Julio César Vásquez
Fue el preparador físico de Julio César Vásquez
Daniel Falco, la mano derecha del “Zurdo”
De profesor de educación física en el Jardín de Nuestra Señora de Lourdes, a preparador físico de un multicampeón del mundo de boxeo.

Daniel Falco, presente. El PF del “Zurdo” Vásquez disfruta hoy de su vida cotidiana después de haber recorrido el mundo con el “Zurdo” como bandera.
Foto: Flavio Raina
Juan Carlos Haberkon
Un tipo sencillo, humilde y centrado. Esa es la sensación que deja Daniel Falco, después de un rato de charla. Fue parte del equipo que acompañó a Julio César Vásquez, el “Zurdo”, en la obtención del título del mundo y en sus posteriores defensas. Viajó por el mundo codeándose con la elite del deporte mundial —y todo lo que trae aparejado— pero Santa Fe siempre fue su lugar.
Profesor de Educación Física, se encargó de la preparación de Vásquez para afrontar 14 peleas por el título del mundo, en la época más exitosa del boxeador. Con un nombre hecho en el ambiente del pugilismo, pudo quedarse a hacer carrera en Buenos Aires -donde está el “ruido”-; pero él decidió volver a la tranquilidad de su ciudad, porque en la balanza pesaron más otras cosas.
Pasados los 50, conserva su primer empleo, sigue ligado a la preparación física y, con amigos, despunta el vicio del fútbol, los fines de semana en la Liga de Profesionales. En medio de todo eso, se hace un lugarcito para contar su historia, cuando supo ser la mano derecha de un campeón del mundo.
Sonó el timbre
Tras completar su carrera en el profesorado, se acercó a la preparación física de deportistas en el tenis. Allí estuvo ligado a jugadores como Enzo Artoni y “Paco” Cabello, que tuvieron participaciones activas en el circuito de la ATP. Y casi sin imaginarlo, el destino le golpeó la puerta al deporte del más alto nivel.
“Un día tocan el timbre de mi casa y cuando atiendo era (Miguel Ángel) Moncada”, cuenta Falco sobre su llegada al mundo del boxeo. “Me comentó que estaba trabajando con Lemos, entrenando boxeadores; que entre ellos estaba Vásquez y que necesitaban un preparador físico. Yo estaba con bastante trabajo, entonces le respondí que el principal inconveniente que podía haber, era la disponibilidad horaria. Lo que no sabía es que ellos trabajaban la parte física a las 6 de la mañana, y esa era una hora que, lógicamente, tenía libre. Así que acepté y rápidamente me sume al equipo”.
Para ese entonces Julio César Vásquez ya tenía en su haber algunas peleas profesionales y estaba en busca de la posibilidad de pelear por el título mundial. “Yo sinceramente no lo conocía, pero cuando empecé a trabajar me di cuenta que tenía mucho potencial”, recuerda Falco.
Finalmente, tras casi un año de trabajo y luego de varias idas y venidas, llegó la chance: “Fue un momento complicado porque se armaba una pelea y por uno u otro motivo se postergaba, entonces la preparación se hizo demasiado larga. De todos modos eso nos terminó jugando a favor, porque cuando llegó el día el “Zurdo” estaba muy bien y terminó haciendo un gran combate”.
Corría el año 1992 cuando, en el gimnasio del Club Ferro Carril Oeste, Vásquez se quedó con el cetro superwelter de la Asociación —que estaba vacante— al vencer por nocaut al japonés Hitoshi Kamiyama.
Después de eso llegó una seguidilla de defensas exitosas: “En ese sentido el boxeo es bastante cruel, porque no es como otros deportes en donde tenés un calendario armado para todo el año. Acá las peleas se van dando según las circunstancias. Un campeón, en general, se sube al ring cada seis o siete meses, nosotros tuvimos un año en el que defendimos el título seis veces. Fue una barbaridad, pero también lo supimos aprovechar, porque no hubo tiempo de relajarse y en ningún momento se bajó el nivel”.

Juntos. Julio César Vásquez y Daniel Falco, acompañados por un grupo de amigos en el aeropuerto de Newe York. Foto: Archivo El Litoral
Cable a tierra
A pesar de codearse con el deporte del más alto rendimiento, Daniel Falco siempre tuvo los pies en la tierra. Así, mientras era el preparador físico de un campeón del mundo, al mismo tiempo daba clases en el jardín de Nuestra Señora de Lourdes, empleo que todavía lleva adelante.
“Yo siempre tuve en claro que con el boxeo nunca sabés cuánto vas a durar. Puede ser una pelea, 10 ó 20, un año, cinco o meses. Por eso cuando teníamos que preparar una pelea iba a hablar para que me guardaran los trabajos”, cuenta Falco haciendo gala de una racionalidad que lo guió a lo largo de su carrera.
Incluso recuerda que en una oportunidad se tuvo que entrevistar con el propio ministro de Educación, para pedirle que le guardaran el puesto mientras viajaba a las defensas del título: “Le pedí que me dieran licencias, sin goce de sueldo, para poder viajar. Yo no quería que me pagaran sin trabajar, lo que quería era que me guardaran los puestos porque, como dije, en boxeo nunca sabés cuándo se termina: vas y peleás, si ganás seguís; si perdés te vas”.
Además el trabajo como profesor siempre fue su cable a tierra: “Siempre lo retomé entre pelea y pelea, era como reinsertarme en la vida normal. Incluso si yo me hubiese querido quedar en Buenos Aires podía seguir viviendo de eso toda la vida, porque uno ya se había hecho un nombre. Pero ahí puse un montón de cosas en la balanza y me quise volver a Santa Fe, con la familia, con los amigos, jugar al fútbol los fines de semana”.
Vínculo y desvinculación
Falco sabe que supo ser una de las personas que más tiempo paso junto a Julio César Vásquez, en los momentos de gloria del púgil. Así lo reconoce y lo dice con orgullo. No tiene problemas en afirmar que junto al boxeador santafesino conoció el mundo de la alta competencia deportiva, algo que tal vez nunca imaginó.
“Lo máximo a lo que puede aspira un preparador físico es estar con un deportista de ese nivel, de manera que para mí representó mucho estar a su lado. Además era una cosa increíble, porque Santa Fe se paralizaba para ver las peleas del “Zurdo” Vásquez, y uno estaba ahí. Es realmente un orgullo”.
No considera que haya llegado a ser amigo de Vásquez. Pero sin dudas supo generar, a lo largo de los años una gran unión.
“Fue una relación muy linda; yo era la persona con la que él más estaba prácticamente. Él es una persona muy agradable y dada cuando te toma confianza. Además era alguien muy consciente, con quien se podía hablar de todo”.
Sin embargo, con el paso de los años ese vínculo fue llegando a su fin: “La desvinculación se dio como algo natural. No hubo problemas económicos ni de ninguna índole”, remarca Falco, dando a entender que fue parte de un proceso.
“El boxeo es muy sacrificado y cuando llegás a lo más alto se hace muy difícil empezar de cero”, explica el PF. “Después de perder el título, lo recupera en una gran pelea contra Carl Daniels y al año siguiente lo vuelve a perder. Eso empezó a marcar el final, pero él quiso seguir peleando. En un primer momento intentamos continuar pero de a poco nos fuimos distanciando porque él se quedó en Buenos Aires y yo me volví para acá. Fue todo muy natural”.
Después del “Zurdo”
Como siempre lo hizo, Daniel Falco volvió a Santa Fe, al lugar que siempre quiso. Aquí lo esperaban la familia, los amigos, los trabajos; esos que nunca quiso dejar. Siguió ligado al boxeo, donde tuvo a su cargo, por ejemplo, a Claudio Martinet. Pero de a poco también se fue alejando del mundo del pugilismo.
Hoy, como hace 28 años sigue siendo profesor de Educación Física en el jardín de la escuela Nuestra Señora de Lourdes (“que fue mi primer trabajo”, acota con orgullo), ayuda con la preparación física en la academia de tenis de Enzo Artoni, entrena de manera personalizada y coordina la colonia de vacaciones del Jockey Club.
Se codeó con lo más alto del deporte mundial y recorrió el mundo junto a Julio César Vásquez. Estuvo en Francia, en Irlanda y en Estados Unidos, incluso en Las Vegas, el mítico escenario del boxeo mundial. Aunque su lugar siempre fue Santa Fe, donde están su familia, sus amigos y sus ‘picaditos’ de fines de semana. Es Daniel Falco, un hombre sencillo que, como preparador físico, llegó a ser la mano derecha del “Zurdo”.
Lo importante
El cinturón con el PF
Con Daniel Falco como PF, Vásquez realizó 14 peleas por el cinturón de la AMB. La primera fue en 1992, cuando le ganó al japonés Hitoshi Kamiyama, en Ferro. Después tuvo 10 defensas exitosas, de las cuales seis fueron en un mismo año. En 1995 perdió el cetro ante Pernell Whitake para recuperarlo ganándole a Carl Daniels, con un nocaut que fue elegido el mejor del año por la revista especializada The Ring. Al año siguiente volvió a perder el cinturón, en su última pelea por el título mundial.
Verdaderamente visitantes
De todas las historias que tiene de su período como preparador físico de Vásquez elige quedarse con una, que reproducimos a continuación. Se trata de la pelea en la que demolió al joven promesa norteamericana Ronald Wright.
Falco recuerda que “estábamos entrenando para una pelea finalmente se suspendió y nos volvimos a Santa Fe. Al poco tiempo, me llama Rivero para avisarme que estaba pactado el combate con Wright y que teníamos que viajar a Francia porque era dentro de 10 días. Al ‘Zurdo’ lo busqué por toda la ciudad y cuando lo encontré, nos fuimos. Así y todo, casi sin preparación, Vásquez hizo una tarea bárbara. Para colmo, esa vez fuimos verdaderamente visitantes, porque estaba todo preparado para que ganara el norteamericano; imagináte que lo tiró cuatro o cinco veces y en las tarjetas, uno de los jueces se la dio ganada por apenas uno o dos puntos”.
El dato
Junto a Martinet
Además de su experiencia junto a Julio César Vásquez, Daniel Falco tuvo a su cargo la preparación física de otros púgiles locales. Tal es el caso de Claudio Martinet, quien fue campeón argentino y sudamericano pluma (57.150 Kg).

Vásquez y Martinet. Dos de los grandes boxeadores que preparó físicamente Daniel Falco a lo largo de su carrera como profesional. Foto: Alejandro Villar