Un niño con alta estima será un adulto feliz

Cuántas veces miramos a nuestro alrededor y nos preguntamos ¿qué estÁ pasando? Vemos personas enojadas, agresivas, infelices, criticonas, descalificadoras, pesimistas. ¿En qué momento de nuestra vida una palabra o una situación nos marcó de tal forma que empezamos a comunicarnos de ese modo?

TEXTOS. Cintia Lorena Diaz ([email protected]). FOTO. GUILLERMO DI SALVATORE.

 

En el marco de la presentación de su nuevo libro, el reconocido psicólogo y escritor Bernardo Stamateas visitó nuestra ciudad y ofreció una conferencia bajo el nombre “Cómo alcanzar los sueños y fortalecer la autoestima”. Y despierta mi interés el segundo segmento de este título: en qué momento la estima, es decir cómo me siento respecto a mí mismo, empieza a debilitarse o definitivamente destruirse.

Cuando somos pequeños, nuestro entorno y las experiencias que nos tocan vivenciar van construyendo nuestra mirada respecto al mundo y nuestro modo de vincularnos. Cómo nos definimos influye en nuestras motivaciones, actitudes, comportamientos y respuesta emocional.

“Ese autoconcepto- analiza Bernardo- se va construyendo con la mirada de los otros significativos en nuestra vida, mamá y papá -fundamentalmente- cuando somos chicos. Sus devoluciones van contribuyendo a la conformación de nuestra identidad hasta la adolescencia. En esta etapa, uno se da cuenta de que no sólo mira sino que es mirado y descubre la mirada social. Y se arma un combo importante; uno tiene que resolver eso para salir de la adolescencia con la propia mirada, con la propia identidad. Y no todos lo resuelven”.

Es por eso que la implicación parental es fundamental para ayudarlos a formarse percepciones de ellos mismos sanas y verdaderas. Los niños que se sienten bien con ellos mismos son capaces de manejar mejor los conflictos y de resistir a las presiones negativas. Fortalecer los sentimientos de valoración propia y fomentar la capacidad de desarrollar metas y proyectos son dos cualidades que -combinadas con el sentimiento de ser amado- contribuyen al desarrollo de una autoestima elevada.

MALTRATO VERBAL

La palabra, la manifestación verbal de nuestro mundo interno tiene el poder para sanar, lastimar, construir o destruir. Todos hemos sufrido en alguna medida el maltrato verbal. La palabra tiene poder y deja cicatrices invisibles; así como un golpe físico deja una marca en el cuerpo una palabra deja rastros en el alma.

La crítica, la burla, la descalificación, como explica Stamateas en su libro “No me maltrates”, esconden frustración, bronca camuflada, angustia por no lograr lo que otro pudo, inseguridad y, por sobre todas las cosas, baja estima. Frases repetidas como “qué tenés en la cabeza”, “sos un tonto” o “hacés todo mal” van dañando la estima y mucho más si las escuchamos de nuestros progenitores.

Otro elemento importante para formar una buena estima en un niño son los límites. El psicólogo explica que “el límite nunca limita, sino que libera. El límite no es para que se porten bien sino para que el pequeño guarde dos palabritas dentro que son SI y NO, y las pueda usar cuando sea grande. Un padre que grita, reta o castiga no esta poniendo límites, justamente es la ausencia de ellos. Cuando un chico crece con límites se vuelve seguro, desinhibido, crece con libertad interna porque sabe que hay cosas que puede y cosas que no. Pero si esos límites no están claros porque todo es bizarro o todo ‘depende de’, ese chico va a crecer inhibido y no va a saber qué hacer. Y a los límites se los va a poner la sociedad. Y así terminamos con chicos metidos en la droga, el alcohol, inseguros o agresivos”.

Ahora, cuando miremos a un adulto criticón, envidioso, agresivo o inseguro podremos reconocer que detrás hay un niño con baja autoestima o sin límites. Ahora, cuando miremos a nuestros niños pensemos qué calidad de adulto queremos formar. Si educamos a nuestros hijos con una mirada positiva respecto a sí mismos, con límites claros, crecerán adultos capaces, seguros, comunicativos y felices.

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Bernardo Stamateas visitó nuestra ciudad.

No me maltrates

En su último libro, Bernardo Stamateas analiza distintos tipos de violencia verbal y plantea 22 técnicas de asertividad para afrontar el momento:

“Sostengo, por ejemplo, que la crítica constructiva no existe como no existe el cáncer terapéutico. A veces uno dice: ‘Te voy a hacer una crítica constructiva’ pero -para hilar fino- la crítica es marcar un error sin aportar nada; distinto es proponer, sugerir, corregir. Cuando estoy frustrado porque me echaron del trabajo, porque rompí con mi pareja o porque no hago lo que quiero yo expreso bronca camuflada desde la crítica.

En mi libro también analizo la burla. Quien se burla necesita exagerar el error del otro para tomar distancia y decir yo soy mejor que vos. La descalificación también es sinónimo de violencia verbal. La podemos ver en las expresiones del rostro, al escuchar hablar en diminutivo o esta gente que dice ‘No lo digo para que te sientas mal’; te lo niegan porque en el fondo te lo afirman. Sienten envidia, es decir, me comparo con vos que lograste algo que yo no pude, eso me da angustia y para calmar mi angustia te descalifico.

Otro tipo de maltrato, frecuente en los varones, es el pasivo-agresivo. Las personas que tienen este comportamiento no pueden decir lo que desean. Por ejemplo, la mujer le dice vamos al cine, y él accede aunque no quiere ir y entonces después no le dirige la palabra durante la salida. Pasa también en los trabajos donde el empleado se siente humillado por su jefe y utiliza ‘el olvido’, ‘los silencios castigadores’, ‘la impuntualidad’ ya que no puede decir lo que piensa. Le dice que sí pero le pasa la factura por detrás.

El común denominador de todo maltratador es la inseguridad, el deseo de control y la baja estima. El maltratador te pone un anzuelo, te pega donde más duele. Si mordés el anzuelo explotás o te tragás la bronca. En mi libro planteo 22 técnicas de asertividad para tomar un tercer camino como, por ejemplo, el uso del humor, ignorar, hacer oídos sordos, decir ‘No me hables así que no me gusta’o irse de la situación. Lo importante es no engancharse porque el maltratador disfruta la pelea y la humillación del otro”.

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