SEÑAL DE AJUSTE
Al borde

En la nueva temporada, el ciclo de Diego Capusotto mantiene la misma energía creativa de su debut.
Foto: Gentileza TV Pública
Roberto Maurer
En su octava temporada, “Peter Capusotto y sus videos” disipó las dudas: el ciclo de Diego Capusotto y Pedro Saborido mantiene la misma energía creativa del debut. Como administradores rigurosos, evitan la repetición siempre temida, aquella que va destiñendo lo que en su momento fueron hallazgos de la imaginación.
En la televisión, han ido desapareciendo los programas de humor, tan naturales en los tiempos de segmentación por género y por paladar, hasta que el llamado generalismo gobernado por Tinelli acaparó en un solo show a todas las manifestaciones del espíritu.
Capusotto ha reaparecido, y perdurando con su ciclo de Canal 7 como el único sobreviviente de “Chachachá”, aquel prodigio de audacia y originalidad, y su digno desprendimiento “Todo por 2 pesos”. Sin Tinelli en la pantalla, el humor comenzó a volver, pero los rústicos sketches de “Periodismo para todos” no constituyen un aporte al género, y tampoco “Peligro, sin codificar”, cuyo éxito ha sido una sorpresa, ya que se trata de provocar la risa con recursos tales como, por ejemplo, el de mostrar a un tipo en calzoncillos.
En “Peter Capusotto y sus videos”, la materia es el rock y sus flexibles inmediaciones musicales, a través de una fórmula que conecta la observación crítica del rock y el pop con el campo más extenso de la cultura argentina y sus discursos, o nuestro modo de ser, o el ser nacional, o los arquetipos perversos de esta sociedad.
LAS PARODIAS
Es curioso que la parodia alcance niveles de corrosión que hayan sido asimilados sin quejas de víctimas directas o el Inadi. El único que protestó fue Juanse, de Ratones Paranoicos: él mismo se reconoció en Pomelo, el rockstar instalado por el programa como el estereotipo de aquello que la celebridad puede provocar en un cerebro minúsculo. Otros vieron en el personaje a Calamaro y Fito Páez.
Una de las nuevas adquisiciones es “Altas llantas”, donde extraterrestres de seis piernas llegan de un planeta en el cual se agotaron los yacimientos de calzado y toman la forma de morochos del conurbano para invadir nuestro mundo y apropiarse de las existencias de zapatillas y zapatos, comunicándose a través de mensajes cifrados de cumbia villera. Si bien oblicuamente se desnuda la sensación de sectores sociales que se sienten agredidos por las avances de las clases bajas, el retrato es tan brutal que puede resultar ofensivo desde el punto de vista de la más severa corrección política.
Otro personaje nuevo es el formal Sergio Cáceres Unzué (1) quien, al contacto con el ritual pagano de los Redonditos de Ricota, desata pogos en cualquier circunstancia: ha encontrado la felicidad en ese estado de estupidez excelsa que inspira el acto de saltar y empujar. La aparición del personaje coincidió con el recital del Indio Solari en Mendoza, del cual se apropió la tribuna oficialista “6, 7, 8”. No es novedad que el rock surgió como expresión contestataria, y concluyó contaminado por la fama y el dinero. El Indio Solari ha sido repudiado por organizaciones de derechos humanos por su falta de solidaridad ante el asesinato de Walter Bulacio, víctima de la violencia policial luego de un recital de los Redondos. Su evolución tiene aquella lógica, ahora es hombre del régimen, y tal vez simpatice con el actual giro represivo.
INTOCABLES
En un país donde todavía no es posible criticar a Maradona, los ídolos populares son intocables pero Capusotto se atreve, y en los límites de la agresión. La nueva criatura bautizada Quebracho Castania (2) es una excéntrica combinación de Cacho Castaña y la organización Quebracho. Es activista y mujeriego, y aparece como una piltrafa en sillón de ruedas que habla de sus conquistas amorosas, oculta el rostro con un pañuelo y entona canciones antiimperialistas.
El setentismo continúa siendo ridiculizado a través de Bombita Rodríguez, el grotesco militante e ídolo popular de la canción, y la representación del desengaño experimentado por la juventud maravillosa cuando descubrió que Perón no era Ho Chi Minh, llegó al borde con “Las Manos Mágicas de Perón”. Se ven manos que barajan cartas con la habilidad de un prestidigitador, combinando el viejo show de la tele con una referencia a las extremidades seccionadas al cadáver de Perón, y otra al oportunismo del líder.
Nunca se registraron reacciones ante la alegoría religiosa “Jesús de Laferrere”, con su Cristo como profeta rolinga del conurbano. Las caricaturas de Peter Capusotto son toleradas, y sería de un ejemplo en un país de gente irritable. El único que desentonó fue Juanse.
(1) “Disfruto de esa animalidad, esa casi pérdida de la humanidad, como el goce del descerebrado extremo”, confiesa.
(2) “Si te agarro en McDonalds te mato, no consumas ese producto imperial”, canta.




