Mariposas, flores aladas, embajadoras de la primavera

Las mariposas -bellas y delicadas criaturas- figuran en mitos, leyendas, creencias y supersticiones de los antiguos mexicanos e, incluso, las encontramos en topónimos en ríos y localidades de aquel país.

TEXTOs. ZUNILDA CERESOLE DE ESPINACO.

 

Las mariposas, por su aspecto grácil, sus brillantes colores, su dispersación planetaria y su asociación con las flores y -por ende- con la primavera resultan atractivas para adultos, jóvenes y niños tanto en las ciudades como en el campo, en las montañas, la selva y los bosques.

Entre las primeras representaciones de mariposas podemos ver que figuran en el arte minoico, desarrollado en Creta, también en las inmemoriales ruinas de Tebas hay representaciones pictóricas de este insecto delicado y sutil.

En América también fueron muy importantes para las antiquísimas culturas precolombinas estas bellas y delicadas criaturas.

En las ancestrales culturas preincaicas, mochica y chimú, la importancia de estos himenópteros queda registrada en las crónicas españolas que refieren la existencia de reproducciones en oro, trabajadas en una técnica extraordinaria de filigrana, que aún hoy es imposible de imitar. Según los arqueólogos, eran usadas en un juego ritual de extraña originalidad como se puede apreciar en las ruinas de sus ciudades y tumbas encontradas. Lamentablemente, un holocausto de codicia y fuego las fundió a millares para calmar el apetito de oro y tan sólo quedan dos en un museo peruano.

En México, las culturas prehispanas sentían admiración por estos seres fugitivos y leves que volaban exhibiendo bellísimos colores y agitándose con las flores. La Mariposa Monarca (Danaus Plexippus Linneo), con sus elegantes alas negras y anaranjadas, fascinó a los aztecas que creían que cada una de ellas era el alma de niños muertos que regresaban a la tierra y consideraban que estaba grabada una cara humana en sus alas.

La cultura teotihuacana de ese país las representó en sellos, nariqueras y tocados, en forma natural o en estilizaciones muy elaboradas.

RÍOS Y LOCALIDADES

Las mariposas figuran en mitos, leyendas, creencias y supersticiones de los antiguos mexicanos e incluso las encontramos en topónimos como el de un río del Estado de Vera Cruz: Papaloapan (de las raíces papalot, mariposa, y apan, río), por lo tanto significa “Río de las Mariposas”. También en una localidad: Papalotepec, que deviene de papalot (mariposa) y Tepet (cerro), por lo tanto se traduce como “Cerro de las Mariposas”.

Los mayas creían y decían: “Cuando quieras desear felicidad y convertir en realidad los deseos, susurra a una mariposa tu petición y entrégale la libertad; agradecida volará con tu deseo y la alegría y el amor te llegarán”.

Nuestros aborígenes chaquenses no fueron indiferentes a tan hermosos seres alados y empleaban estilizaciones de ellas en sus tejidos de fibras de la planta llamada caraguatá.

Los mbayá guaraníes, llamados también Kaigans, expresan que al nacer, junto a su alma que procede de la divinidad, cada hombre adquiere otra de origen animal que determina su carácter. Los que tienen su alma animal mariposa son pacíficos, buenos y amables.

Para los celtas eran hadas que danzaban dando vueltas en el aire con melodioso zumbido de alas. Según ellos, servía de orquesta para la danza aérea y era inaudible para los humanos; como poseían poderes sobrenaturales podían beneficiar a quienes quisieran.

Seres tan ingrávidos como lo son las mariposas, han captado la atención de la mayoría de los pueblos del mundo en épocas diversas y lo curioso es que -aun en la actualidad- persistan creencias como las que se mencionan a continuación:

- Si en el jardín o en el patio de una casa revolotea una mariposa blanca vendrá una visita.

- Si dos mariposas se posan al mismo tiempo en una planta florecida, habrá felicidad en el hogar.

- Si una mariposa penetra en la habitación, está señalando la próxima recepción de una carta esperada.

- Si mientras hay mariposas revoloteando aparece un moscardón, señal que habrá peleas.

- Para que se cumplan un deseo hay que tomar delicadamente una mariposa y susurrarle el mismo, luego darle la libertad.

LEYENDAS

Profundizar en los vínculos que la cultura popular establece -entre otros temas- con los animales es sonreír a un mundo fantástico de magia y maravilla y acceder a un universo simbólico que puebla el imaginario colectivo.

Historia de la mariposa (leyenda ona): contaban los onas, pueblo que habitaba en el extremo sur de Argentina, que antiguamente la gente no moría. Esto sólo sucedía en los tiempos primigenios. En esa época lejana, según transmitían los abuelos de generación en generación, para salvar su historia y cultura, vivía un shamán (hombre con poderes sobrenaturales) que era muy querido porque curaba las enfermedades, ponía paz en todo momento, propiciaba la pesca y la caza de guanacos y zorros, señalaba a las mujeres los mejores lugares para recolectar hongos y frutos silvestres y alejaba los malos espíritus para que no pudieran dañarlos. Después de muchos años se cansó de su existencia humana y se transformó en una hermosa mariposa de bellísimos colores que volaba con alegría. Es por eso que los onas respetaban a las mariposas; incluso, si las veían posadas en un sendero, las recogían suavemente y con delicadeza la colocaban sobre una rama, para evitar que -por descuido- se las pisara.

La mariposa o la historia de un amor prohibido (leyenda litoraleña): en el tiempo de la conquista española era tabú para las mujeres guaraníes tener trato con los invasores porque de hacerlo provocarían la ira de Tupá, su dios principal. Una bella jovencita llamada Panambí, a quien cortejaba un joven español del que se había enamorado, ignoró la prohibición y huyó con él. El castigo no tardó en llegar y fue convertida en mariposa conservando su belleza en recuerdo de su hermosura de otrora. Pero nunca tuvo paz porque no podía posarse tranquila en ninguna flor, debiendo volar permanentemente de una a otra.

La mariposa mensajera (leyenda asturiana): un rico padre asturiano tenía dos hijas. La mayor llamada Inés era muy obediente y acataba dócilmente las órdenes y los deseos de su padre; en cambio Clara la menor, solía revelarse cuando consideraba injustas las directivas de su progenitor. Cuando estuvieron en edad de casarse, Inés aceptó de buen grado el novio que le impuso su padre y se casó con él. Clara no tuvo la misma actitud, valientemente enfrentó la pretensión de su padre al querer éste casarla con un hombre que le desagradaba, diciéndole que sólo contraería matrimonio con un hombre que hiciera vibrar de amor y ternura su corazón. Enloquecido de rabia por no imponer su voluntad, el padre la desheredó, su corazón inclemente no tuvo ni siquiera un atisbo de piedad para con ella.

Clara se enamoró y se casó con un joven pobre. Pasaban muchas necesidades. Inés que amaba a su hermana, quiso ayudarla pero en vez de su padre como sucedía antes, ahora era su esposo quien se lo prohibía. El padre falleció y se realizó una misa en su memoria. Inés oró fervorosamente para que ocurriera un milagro que le permitiera auxiliar a Clara.

Durante la misa, una mariposa se posó en su cabeza, lo extraordinario es que sintió un peso enorme, llevó su mano a la cabeza y la mariposa salió volando, para retornar en dos ocasiones. Al culminar la misa, mientras salían de la iglesia, le comentó lo sucedido a su esposo, éste no le creyó ni una palabra e incluso sonrió con cierto desdén. Imprevistamente apareció la mariposa y se le posó en la cabeza, experimentó el hombre lo mismo que le había relatado Inés. El insecto alado siguió presionándolos durante todo el camino de regreso. Ambos llegaron a la conclusión de que lo sucedido era un designio divino que les alertaba con ese mensaje silente que debían ayudar a la pobre Clara y a su esposo.

Prontamente lo hicieron y las plantas de la paz y la felicidad se posaron en sus vidas. La familia se unió y la armonía reinó por siempre. De tanto en tanto, la mariposa reaparecía y revoloteaba a su alrededor enviándoles un claro mensaje de simpatía que con piadosos aleteos les llenaba de gozo el alma.

EL ENIGMA DE LAS MARIPOSAS

Juli era una niña buena y sensible, gustaba estar con su madre en el jardín contemplando las flores y los insectos que se desplazaban por el aire en torno a ellas.

Los que más le gustaban eran unos que tenían bellísimos colores y volaban fugitivos y leves posándose en las flores y, de repente, parecían besarla a ella con sus alas tenuemente, para huir presurosas y regresar siempre.

Un día observó que el lirio que había visto el día anterior exhibiendo su alba belleza junto a otro que abría apenas sus pétalos, se había marchitado. Lloró, profundamente apenada y vio uno de los insectos que ella admiraba y tenía las blancas, sobrevolando la planta de lirio; entonces preguntó a su madre cómo se llamaban. Ella le contestó: mariposas.

Juli con curiosidad volvió a interrogarla:

-¿Qué son las mariposas?

- Así como las ves, felices y vivaces, ellas son las almas de las flores muertas que llegan al jardín a velar por sus hermanas.

La mariposa blanca visitó al nuevo lirio que parecía solitario y triste; éste, a su contacto, abrió sus pétalos de rara y exquisita beldad. Desde aquel día, Juli vio a las mariposas no solo hermosas sino también solidarias pues velaban por las flores.

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EN TODOS LOS IDIOMAS

En albanés, mariposa se llama flutur; en alemán, schmeherling; en aymara, pilpintu; en catalán, palpallona; en checo, motyl; en croata, leptir; en danés, sommerfugl; en esloveno, metulj; en estonio, liblikas; en finlandés, perhonen; en francés, papillon; en gallego, bolboreta; en guaraní, panumbí; en holandés, vlindex; en húngaro, pillangó; en inglés, butterfly; en italiano, farfalla; en lituano, drugelis; en portugués, borboleta; en rumano, fluture; en sueco, fjaril; en turco, kelebek; en vasco, tximeleta; en indonesio, kupu-kupu; y en swahili, kipepeo.

Mariposas, flores aladas, embajadoras de la primavera