¿Se acuerdan de Alejo Medina?

“El mejor regalo de mi vida fue para mi vieja”

Hizo 23 goles en el ascenso de Colón en 1965. Rosarino, llegó al Centenario junto con Sanitá, Néstor Cardozo y Sebastián García. En el último partido de ese torneo, le regaló la camiseta a la madre.

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Alejo Medina, abajo y a la izquierda del Mencho Balbuena, junto con el Pato Colmán y el inolvidable Jorge Omar Sanitá. Fue en 1968, en la gran campaña sabalera en el Nacional. Foto: Archivo El Litoral

 

Tomás Rodríguez

(Especial para El Litoral)

Alejo Medina formó parte de la historia grande de Colón. De esa que ya está cerca de cumplir 50 años. “Nunca me olvidaré mientras viva el golazo del ‘Mono’ Obberti con pierna izquierda en cancha de Atlanta. Fue un bombazo de volea ante un pase mío, en el que nada pudo hacer (Eduardo) Casarino, el arquero de Español, a pesar de su volada espectacular”.

Conquistó el apoyo de los hinchas en una etapa donde comenzaba a declinar el juego ofensivo. Su mayor virtud eran la velocidad, la gambeta, potente remate de zurda, su entusiasmo indeclinable, decisión y guapeza.

El mayor inconveniente que padeció estuvo dado que en reiteradas oportunidades debió experimentar un serio problema en una de sus piernas y en la cintura: el desgarro —probablemente por exceso de trabajo— que le imposibilitaba actuar en un ciento por ciento de su capacidad; padeciendo esta lesión en Rosario Central, Colón, Huracán y en el Junior de Barranquilla.

Sus goles inolvidables

Las mejores conquistas de Alejo Medina (nacido en el noreste de la ciudad de Rosario el 3 de febrero de 1941) fueron en Santa Fe. por la vigésima primera fecha a Osvaldo Negri (3-2 a Deportivo Español), y las tres conversiones a Deportivo Morón, dos en el estadio del barrio Centenario.

“En el empate en la segunda rueda ante Morón en el oeste del Gran Buenos Aires le dije al ‘Pulga’ Ríos cuando perdíamos 1 a 0: ‘tocala que pateo al arco”. ‘Está demasiado lejos, estamos en la mitad de la cancha”, replicó el entrerriano. “Apenas la rozó, yo, que había tomado dos metros de carrera, le pegué con alma y vida, a pesar de la intensa lluvia, ingresando el balón en el rincón de los suspiros. El arquero (Rubén) Germinaro ni se enteró por donde entró, fue impresionante...”, relató.

El premio de Italo

Explicó que “otro tanto espectacular fue el primero a Central Córdoba en La Tablada, a cuatro fechas del final”. Italo Giménez nos ofreció 100 mil pesos (el mismo premio que cobraban los jugadores de Boca Juniors por ganarle a River, al día siguiente con tantos del Pocho Pianetti y Beto Menéndez para adjudicarse el torneo de primera división).

“Fui infiltrado porque tenía desgarro en la cintura, ese día no pudieron jugar, porque estaban lesionados, el Negro Castro y el Monito Obberti. Sebastián García me tocó el balón y antes de llegar al círculo del medio campo —en nuestro propio terreno—, sin que pudiera intervenir José Minnl (jugó en Rosario Central y Unión), rematé con fuerza y de volea al arco, ingresando la pelota en el ángulo superior derecho del Loco Luque”.

Asombrado, el mediocampista “charrúa” (Gualberto) Muggione me dijo: “¿Con qué le pegaste Bichito?”.

Leña y leña

Con honda tristeza en su corazón, Alejo Medina recordó el violento golpe militar perpetrado el 16 de septiembre de 1955 contra el gobierno democrático encabezado por el Gral. Juan D. Perón, impidiendo que el Club Leña y Leña, ganador de la provincia de Santa Fe, pudiera coronarse campeón argentino en la categoría “B” (hasta 15 años) en las finales de los campeonatos infantiles “Evita” que debían disputarse en Buenos Aires.

En ese entonces, en el famoso equipo de la Avda. Rondeau, había surgido un líder que lo demostraría en su carrera deportiva: Omar José Pastoriza (Rosario Central, Colón, Racing Club, Independiente, jugaron juntos de los 11 a 19 años). Además de “Quique” Medina, actuaban el arquero Daniel Alberto Carnevali, Néstor Manfredi, José Luis Fontán, José Antonio Romagnoli y Rodolfo Mauricio Porporato, entre otros.

En Central

Ese grupo de purretes del norte rosarino, poco después recaló en las categorías promocionales de Rosario Central. Alejo Medina se inició como volante izquierdo en la quinta división, siendo luego un temible artillero en la tercera y reserva afista “canalla” que fue campeón en su división, por los furibundos y certeros remates de media distancia, erigiéndose en goleador de ambos certámenes.

En 1962, cuando Alejandro Galán, más conocido como Jim Lopes, llegó a Arroyito como director técnico, en una de sus primeras prácticas lo llamó a Alejo Medina y le dijo: “Mirá pibe, tú eres rápido, pícaro y le aplicas mucha potencia a los envíos, especialmente desde 35 o 40 metros, con esas características sos wing y no media punta”.

A Colón

Dos temporadas más adelante, debido a la excesiva cantidad de mediocampistas (Néstor Borgogno, el peruano Miguel A. Loayza, Enrique “Nene” Fernández, Gualberto Muggione, Ricardo Ramón “Gordo” Palma) y de extremos (Ernesto Juárez, Oscar Vicente Storti, Martín Canceco, Ricardo “Pancho López” Giménez y Adolfo Bielli), por la amistad entre los directivos de ambas instituciones, fue cedido Alejo Medina a Colón junto a Jorge Sanitá, Néstor Cardozo y Sebastián García.

Tras clasificarse campeón con Colón, donde anotó 23 goles, a 12 de Jorge Pérez, el artillero de Nueva Chicago, no se le renovó el contrato.

Por otros clubes

En 1966, Alejo Medina actuó en All Boys —junto a Muggione— con futbolistas de cuarta y quinta división debido a una difícil situación económica-financiera, dejando en libertad de acción a numerosos profesionales; luego jugó en Huracán (con el arquero Raúl Ramón Navarro, Jorge Ginarte, Sebastián Viberti, Alberto “Beto” Poncio, Hugo Tedesco, Tito Manuel Gómez, Alfredo Obberti y el peruano Miguel Loayza, entre otros) retornando a Colón en 1968, logrando el pasaporte al Campeonato Nacional, con Jim Lopes.

Su campaña señala que emigró en 1969 al Junior de Barranquilla (Colombia), donde tuvo como compañero al extremo derecho Marcos Coll, el único jugador que ha logrado hacer un gol olímpico en un campeonato mundial (Chile, 1962) con el seleccionado cafetero.

Luego jugó en Estudiantes de Olavarría, Deportivo Maipú y terminó su carrera en San Martín de San Juan, en 1974.

Para mamá

Colón se clasificó campeón de Primera “B” en 1965 en el último partido disputado frente a Nueva Chicago en el torneo más extenso de su historia, en una fiesta inolvidable para los parciales sabaleros, jornada que nunca había vivido antes la ciudad de Santa Fe. “Mi vieja, que Dios la tenga en la gloria, pisó por única vez una cancha de fútbol para verme jugar y lo hice infiltrado porque estaba desgarrado”.

Alejo recuerda con respeto que “había invitado a mi hermano mayor, Eloy Alberto, quien me había ayudado mucho en la carrera deportiva, ubicándose en el sector de plateas, de sillas, que había detrás del arco sur. Cuando estaba por terminar el juego, sentí una voz de mujer que me gritaba, ‘¿que te pasa Bichito?, giro la cabeza y observé entonces la presencia de la mujer que me dio a luz y que realizó muchos esfuerzos para educarme, que estudiara y jugara al fútbol”.

“Cuando sonó la pitada final, corrí a ese sector y le entregué la camiseta a mi mamá (Sara Justina Moreyra), siendo el mejor obsequio que le hice a mi vieja, después de tanto sacrificio que hizo para criarnos a los cuatro hermanos, porque ella quedó viuda muy joven”.

Finalmente, muy emocionado afirmó Alejo: “los hinchas no lo podían creer, le regalé la camiseta de mi mayor éxito deportivo a mi vieja. Lo comprendieron y me sacaron el resto de la vestimenta, para así dar rienda suelta a la alegría y dar la ansiada vuelta olímpica”, concluyó el otrora goleador sabalero.