Según Médicos Sin Fronteras lo peor puede estar por venir

Desolador panorama tras el paso de “Haiyan”

La desesperación empieza a cundir entre los habitantes de la región central de Filipinas, a los que el tifón ha dejado sin agua potable, comida y sin un techo donde cobijarse. Una nueva tormenta se acerca a la zona devastada.

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Dolor puro. Varios supervivientes se agarran a sus familiares mientras son obligados a subirse a un avión militar que los trasladará a Manila en el aeropuerto de Tacloban. Foto: Agencia EFE

 

Redacción de El Litoral

Agencias EFE/DPA

Madres con bebés en brazos y niños harapientos forman parte de las decenas de miles de afectados por el tifón “Haiyán” que hoy suplican por alimentos y agua en las zonas devastadas en la región central de Filipinas.

La Unión Europea y varios países han enviado ayuda y equipos médicos a la isla de Leyte y otras zonas afectadas, aunque la asistencia está llegando de forma paulatina e insuficiente, dada la magnitud de la catástrofe provocada por el tifón el pasado viernes.

Cuando dos aviones de las Fuerzas Armadas de Filipinas llegaron esta madrugada al aeropuerto de la devastada ciudad de Taclobán, la más afectada en Leyte, los soldados y policías se afanaban para evitar una avalancha de damnificados que pedían subir a los aparatos para ser evacuados.

Las madres elevaban a sus bebés en medio de la lluvia para conseguir entrar primero, aunque pocos pudieron embarcar en los aviones C-130s.

“Les supliqué a los soldados. Me puse de rodillas y supliqué porque tengo diabetes”, dijo Helen Cordial, una de las supervivientes del tifón. “¿Quieren que muera en este aeropuerto? Tienen corazones de piedra”, lamentó la filipina.

Calamidad nacional

Taclobán, de la que sólo queda en pie menos de un 30 por ciento de los edificios, es un paraje desolador en el que, según las fotografías aéreas, presenta las huellas de las viviendas y la vegetación arrasada.

La mayoría de los residentes tienen que dormir bajo la lluvia a la intemperie y hacer largas colas entre las inundaciones para obtener el arroz que reparten los soldados, al tiempo que se han repetido los saqueos de las tiendas que quedan en pie ante la desesperación y falta de comida.

El primer ministro, Benigno Aquino, declaró anoche el estado de calamidad nacional y envió a soldados para garantizar la seguridad, aunque las prioridades ahora son llevar alimentos y medicinas a las víctimas.

Las cifras oficiales hablan de más de 1.700 muertos y casi 10 millones de afectados, mientras que las cifras extraoficiales y Naciones Unidas estiman que los fallecidos sobrepasan las 10.000 personas.

“Es abrumador. Necesitamos más medicinas. No podemos proveer más vacunas contra el tétanos porque se nos han agotado”, dijo a los medios locales Antonio Tamayo, capitán de las Fuerzas Aéreas filipinas.

Lo más preocupante

Cortes, contusiones, gripe, el cólera y traumas psicológicos son algunos de los desafíos sanitarios que tienen que afrontar los servicios de emergencia, que empiezan a recibir la ayuda de la ONU y agencias internacionales de cooperación.

La comunidad internacional ha donado hasta el momento 54 millones de dólares en ayuda, de los que 13,4 millones de dólares corresponden a la Unión Europea.

Varios buques militares de Estados Unidos y el Reino Unido tienen previsto arribar hoy a las costas filipinas con suministros y víveres.

Médicos Sin Fronteras (MSF) indicó ayer que, pese a las dramáticas imágenes que llegan de las zonas afectadas, lo peor puede estar por venir, ya que hay cientos de pueblos que han quedado aislados en la isla de Leyte.

“Ahora mismo estamos trabajando en un vacío informativo. Lo poco que vemos ya nos indica que la situación es terrible, pero lo que no vemos es lo más preocupante”, indicó en un comunicado la doctora Natasha Reyes, coordinadora de MSF en Filipinas.

“La información que recibimos de Tacloban es que la ciudad entera, de 400.000 personas, ha sido devastada. Además, hay cientos de pueblos esparcidos a lo largo de miles de kilómetros por los que ha pasado el tifón y en los que las comunicaciones se han cortado”, agregó Reyes.

“Honestamente, nadie sabe cuál es la situación en estas zonas más remotas y rurales, y pasará un tiempo hasta que tengamos una visión general. Este tipo de desastres no tiene precedentes en Filipinas. Las consecuencias son parecidas a un gran terremoto seguido de enormes inundaciones”, manifestó la coordinadora de MSF.

Ayuda humanitaria

Las agencias humanitarias de la ONU pidieron 301 millones de dólares para poder responder durante seis meses a la emergencia en Filipinas por el tifón Haiyan.

Así lo avanzó hoy en Ginebra el portavoz de la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), Jens Laerke; quien señaló que con ese dinero se espera prestar ayuda a 11,3 millones de personas víctimas del tifón.

“Muchas zonas siguen siendo inaccesibles. Todavía no sabemos la magnitud de la catástrofe y no tenemos cifras definitivas sobre el número de muertes. Tomará tiempo establecer el informe final”, explicó Laerke.

Según las cifras de OCHA, el tifón que asoló Filipinas el pasado viernes ha provocado el desplazamiento de 673.000 personas que han perdido sus hogares.

De esta petición de 301 millones, el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) necesita 34 millones de dólares, para atender a los niños, que, según su portavoz, Marixie Mercado, representan el 40 % de la población del país.

El Programa Mundial de Alimentos (PAM) requiere 83 millones de dólares para prestar ayuda alimentaria a 2,5 millones de personas en los próximos seis meses.

Esta agencia ya ha enviado a Tacloban un cargamento de 40 toneladas métricas de galletas energéticas en avión y tiene previsto el envió de otros tres vuelos desde Dubai durante esta semana, en los que llegarán 2.400 toneladas métricas de arroz, avanzó su portavoz, Elisabeth Byrs.

Byrs se refirió a las “dificultades logísticas” para hacer accesible la ayuda a las zonas más afectadas, ya que “más de 600 kilómetros de costa han sido destruidos”.

Por su parte, el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) se está haciendo cargo de la protección de las personas que han perdido sus hogares, para lo que enviará el miércoles un avión con tiendas de campaña y artículos de emergencia como mantas, colchones o linternas, para 16.000 familias.

“La situación actual plantea riesgos graves para las personas más vulnerables. La falta de luz es una amenaza para la seguridad de las mujeres y los niños, que quedan expuestos a abusos”, advirtió el portavoz de ACNUR, Adrian Edwards.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) expresó su preocupación por la falta de agua potable, un riesgo para la expansión de enfermedades tras un desastre de esta magnitud”, indicó su portavoz Tarik Jasarevic.

“Nuestra prioridad es la instalación de centros de salud temporales, ya que muchas de esas instalaciones han sido destruidas”, precisó.

El portavoz avanzó que está previsto que nazcan 12.000 bebés en Filipinas en el próximo mes en las zonas afectadas, lo que representa una “necesidad sanitaria adicional” a la atención a heridos y a las demandas sanitarias habituales en casos de desastre como este.

La Federación Internacional de la Cruz Roja, por su parte, hizo un llamamiento por 78 millones de dólares; mientras que el del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) asciende a 15 millones de dólares.

Sobre el terreno, la Cruz Roja cuenta con 2.000 voluntarios y 300 empleados en el lugar; y, hasta el momento, ha enviado un equipo de apoyo a la isla de Samar.

El dato

Apareció el cura entrerriano

El sacerdote entrerriano radicado en Filipinas, cuyo paradero se desconocía, apareció sano y salvo en las últimas horas.

Familiares de Osvaldo Metz, quien se encuentra misionando en ese archipiélago, informaron que el hombre envió un mensaje a través de Internet y les informó que no se pudo conectar antes porque las comunicaciones están colapsadas.

El sacerdote, de 59 años, reside en la isla Bohol, a casi 120 kilómetros de donde el viernes pasó el ojo de Haiyan.

Los familiares de Metz revelaron que en ese lugar se registró hace tres semanas atrás un terremoto de más de siete puntos, que causó graves daños y destruyó gran cantidad de viviendas.

Metz vive en las Filipinas desde hace un año y desde la madrugada del jueves no se tenía ninguna noticia de su paradero.

El clima complica las tareas de rescate

Si bien la ayuda internacional está ya en marcha, las tareas de rescate se han visto dificultadas por la amenaza de una nueva tormenta que se acerca a la zona devastada.

Los primeros indicios de “Zoraida” alcanzaron ya, con fuertes lluvias, la base de la ayuda erigida en la zona de emergencia en la ciudad de Tacloban, en la isla de Leyte, la más afectada por “Haiyan”.

Según el servicio meteorológico, la tormenta está a 200 kilómetros de la costa de Davao y se dirige al noroeste. Si permanece en la ruta esperada, el miércoles y el jueves pasaría al sur de la zona de la catástrofe.

“Los problemas son inmensos, la zona es gigante, pero nosotros hacemos todo lo humanamente posible”, aseguró el ministro del Interior, Mar Roxas. “La buena noticia es que las conexiones de telefonía móvil vuelven a funcionar”.

El devastador tifón mató a miles de personas (un jefe de la policía habló de 10.000, pero nadie confirmó aún esa cifra) y cientos de miles de supervivientes necesitan con urgencia agua potable, comida, mantas y carpas. Se espera que se repartan al día 55.000 paquetes de alimentos para las familias afectadas, pero el suministro no basta: cada vez más gente acude desde los alrededores a Tacloban, porque a sus lugares de origen no llega la ayuda.