editorial
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Y todo por sólo siete kilómetros
Hace años que distintas administraciones anuncian proyectos de ampliación de la Ruta 1 que finalmente no llegan a cumplirse.
Cuesta comprender cómo es posible que una obra de apenas 7 kilómetros -en realidad son 6.640 metros- se haya convertido en un verdadero talón de Aquiles para al menos tres administraciones provinciales. Sin embargo, los años pasan y, por distintos motivos, sigue siendo una cuenta pendiente.
Se trata de la ampliación del tramo de la Ruta Provincial 1 que va desde el kilómetro cero, hasta la localidad de Santa José del Rincón. Un camino que desde hace años está absolutamente colapsado por un creciente y caótico tránsito vehicular que, en horarios pico, convierte a la zona en un lugar prácticamente intransitable.
Tal es el grado de incumplimiento por parte de los distintos gobiernos y tan grande es la frustración de los cada vez más numerosos habitantes de la Costa, que el problema terminó repercutiendo en el Senado provincial.
En la primera sesión luego de las elecciones generales, la Cámara Alta aprobó un pedido de informes sobre la situación de dicha obra. Lejos de tratarse de una iniciativa opositora tendiente a dejar al descubierto los nuevos atrasos en los trabajos, quien impulsó este pedido de informes fue el senador radical por el departamento La Capital, Hugo Marcucci.
Es que la preocupación y la frustración son tan evidentes que van más allá de una cuestión de banderías políticas.
Las excusas para explicar los motivos de tantos atrasos e incumplimientos se van renovando: la interna de la Uocra, la necesidad de readaptar el tendido eléctrico que abastece al corredor, la mala planificación, las lluvias, la inflación y hasta el apresuramiento de administraciones pasadas que anunciaron la obra sin haber planificado un sistema integral de desagües en una zona expuesta a complejos problemas pluvio-fluviales.
La ruta no sólo adquiere una importancia clave para el barrio de Colastiné Norte y la ciudad de San José del Rincón, sino que impacta directamente sobre un importante corredor que incluye a los departamentos Garay y San Javier. Según estimaciones del propio Marcucci, los avances de los trabajos no llegarían al 7% del proyecto total.
Desde el Ministerio de Obras Públicas, también se reconoció que existen demoras y sus autoridades se comprometieron a tomar las medidas del caso como para intentar normalizar la situación.
En abril de 2012, el gobierno anunció que las obras comenzarían y que tendrían un plazo de ejecución de 18 meses. En aquel momento, desde esta columna editorial se expresó un lógico escepticismo, sustentado en los antecedentes de los últimos años caracterizados por un sinnúmero de promesas incumplidas.
En abril de 2007, el entonces gobernador Jorge Obeid anunció la recepción de siete ofertas para remodelar la ruta. Cuando Hermes Binner asumió el poder, reveló que en el proyecto licitado no se había tenido en cuenta un plan de desagües del agua de lluvia. El tiempo pasó y otra vez llegaron los anuncios incumplidos: el 7 de julio de 2011, a dos semanas de las elecciones provinciales, el entonces candidato Antonio Bonfatti anunció la licitación de un nuevo y ambicioso proyecto de ampliación de la Ruta 1, que demandaría una inversión de 170 millones de pesos.
Pero el 24 de agosto, después de los comicios, Binner dijo que la provincia no estaba en condiciones de realizar semejante erogación para una obra de apenas 7 kilómetros. Frente a esta confesión, ordenó que se replanteara el proyecto para reducir los costos.
Este nuevo plan se encuentra demorado. Y nuevamente está en juego la credibilidad de los gobernantes.
La preocupación y la frustración son tan evidentes que van más allá de una cuestión de banderías políticas.