Mesa de café

Cristina y Moreno

Remo Erdosain

Los pocillos de café y los diarios sobre la mesa. El espectáculo cotidiano de la mañana contemplado desde la mesa del bar, cuyos ventanales dan sobre la peatonal San Martín

—¿Qué te parece el nuevo gabinete?, pregunta Abel.

—Escoba nueva barre bien -contesto.

—Barre más o menos -replica Marcial-, y además no te olvides que la escoba es el medio de transporte preferido por las brujas.

—Otra vez -exclama José con fastidio.

—Otra vez, de acá -replica Marcial- anuncio de retorno con perrito regalado por el hermano de Chávez, pingüino y flores de la señora Bonafini de Schocklender.

—Vos te quedas en los detalles responde José.

—Dios está en los detalles -enfatiza Marcial-, los detalles son más importantes que los grandes anuncios. Me parece desopilante regresar al poder con una filmación hecha por su hija, y una puesta en escena que a Moria Casan le hubiera parecido frívola.

—Ustedes son como la gata de doña Flora -acusa José- todo les cae mal, hasta cuando le damos la razón y nos ponemos republicanos y democráticos. El gorilismo en ustedes es más fuerte que cualquier otro sentimiento.

—No te olvidés -observa Marcial- que los gorilas no somos sentimentales, por lo menos no lo somos en primer lugar.

—¿Y qué son entonces?

—Somos racionales porque creemos en la inteligencia y el saber y porque pensamos que el sentimentalismo llevado a la política es el fundamento cultural del fascismo.

—Ustedes dan vueltas y vueltas, pero siempre regresan a 1945, a la Unión Democrática y a creer que Perón era fascista.

—¿Y acaso no lo era?

—No, no lo era.

—Explicáselo entonces a Perón que siempre dijo que aprendió política en Italia en 1939 y, si la memoria no me falla el que entonces gobernaba en Italia era un señor llamado Mussolini.

—Perón habrá vivido esa experiencia, pero el peronismo fue otra cosa.

—Más o menos, más o menos insiste Marcial-, a la hora de hacer concesiones diría que el peronismo es un fascismo suavizado por la corrupción.

—Los incorregibles no somos los peronistas, son ustedes los gorilas. Nos portamos bien y lo mismo nos sacan el cuero

—Lo que pasa, mi amigo -puntualiza Abel-, es que yo a ustedes no les creo, y a la primera que no le creo es a Ella. Así de sencillo y así de fácil.

—¿Ustedes no eran los que pedían la renuncia de Moreno? -pregunta José.

—¡Por supuesto!

—Bueno, ahora renunció y sin embargo se siguen quejando, y para hacer la contra en cualquier momento van a pedir el retorno de Moreno.

—Quedate tranquilo que a tanto no vamos a llegar.

—No les creo, porque los gorilas son capaces de cualquier cosa, no tienen límites.

—Mirá quién habla exclama Marcial.

—Hablo con la autoridad que me da saber que somos coherentes. Moreno se equivocó y se tuvo que ir.

—¿Y necesitaron diez años para darse cuenta de que estaba equivocado, de que estaba haciendo desastres?

—Algunas cosas buenas hizo.

—¿Por ejemplo?

—Le enseñó a la burguesía a portarse bien. En la Argentina si a los burgueses no los tratás como los trató Moreno se te cagan de risa y hacen lo que se les da la gana.

—Por supuesto que hizo cosas extraordinarias consiente Marcial con su infalible sonrisa-, el país de las vacas gordas empieza a importar carne; el país de los granos importa trigo. Sólo en el universo de lo extraordinario y la ciencia ficción un país puede vivir con las cifras oficiales alteradas; ley de blanqueo para los mafiosos; anuncio de tarjetas de crédito en las que nadie se anota, campeones mundiales en inflación... realmente un funcionario extraordinario.

—Bueno, ahora se va, admitan que si el hombre se equivocó la compañera Cristina le sacó tarjeta roja.

—No sé si es como vos decís -reacciono.

—¿Y cómo es entonces?

—Moreno se va como consecuencia de la paliza electoral.

—Admitan que la compañera tiene capacidad de autocrítica.

—No tengo por qué admitir algo sobre lo cual no tengo pruebas -señala Marcial-, Moreno se va porque la cosa no daba para más.

—Según ustedes la única solución creíble de la señora sería su renuncia.

—Y tampoco le creería subraya Abel.

—Así se hace muy difícil jugar a la democracia expresa José.

—Yo no le creo ni le dejo de creer digo- pero me gustaría dejar en claro algunas cosas.

—¿Como ser?

—En primer lugar. Moreno no fue un loquito suelto, un personaje marginal que entró al gobierno por alguna ventana y nadie se dio cuenta.

—No sé adónde querés llegar.

—A que Moreno fue lo que fue e hizo lo que hizo porque lo bancaban Él y Ella. Más que un personaje marginal, Moreno fue la cara visible y real del gobierno. Sus malos modales y su prepotencia son los malos modales y la prepotencia del gobierno.

—Admitan que un funcionario a veces se escapa al control del gobierno o le otorga a su cartera los rasgos de su personalidad.

—Todo eso te lo puedo admitir, pero yo insisto en que Moreno es Néstor y Cristina y los detalles de su personalidad fueron funcionales al relato. Lejos de ser un loquito suelto fue el funcionario ideal del gobierno, como lo es De Vido o Boudou.

—Admitan que Capitanich es un político de raza, un gobernador de lujo votado por su pueblo, un peronista de toda la vida y, desde ya, mi candidato para 2015.

—¿No es que te gustaba Scioli?

—Dijiste bien, me gustaba, pero el peronista que tiene todo lo que tiene que tener un peronista es Capitanich.

-¿Y Uribarri?

—Capitanich me gusta más porque lo veo más peronista, pero a Uribarri hay que admitirle que ha sido leal y en el peronismo la lealtad se paga bien.

Marcial suspira hondo y levanta los ojos al cielo.

—Puede ser -dice Abel encogiéndose de hombros.

—Y admitan que Kicilloff es un joven brillante, un economista medalla de oro y un experto en Keynes y Marx.

—Esperemos que los nombres de estos dos respetables personajes no queden maltratados al final del camino -apunto.

—Lo que no entiendo -dice Marcial- es cómo se puede ser marxista y administrar la economía de un gobierno burgués cuya sede real está registrada en Puerto Madero.

—Esa es una chicana.

—Puede ser, pero no por eso deja de ser verdadera, tan verdadera como el crecimiento exponencial del patrimonio económico de la señora.

—Hago memoria -digo- y creo que en el siglo XX no ha habido un presidente con tanta plata, hemos tenido gobiernos civiles y militares, gobiernos radicales, peronistas y conservadores, pero la señora no sé si será la mejor gobernante de todos, pero por lejos es la más rica.

—Roca tenía mucha plata.

—Al lado de la señora era un modesto empleado público con ingresos fijos.

—Además, Julio Roca podía justificar sus propiedades, algo que dudo que la señora pueda hacer.

—Yo los quisiera ver a los candidatos de ustedes en el gobierno.

—Ya van a venir en 2015 -se ilusiona Abel-, pero mientras tanto los que tienen que gobernar son ustedes.

—Y los que los tenemos que padecer somos nosotros -agrega Marcial.

—No comparto -concluye José.

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