“Nos hizo arrodillar y creí que nos mataba”

El corralón Barceló Materiales sufrió el primer asalto en sus 60 años de historia. Su gerenta, María del Carmen Vilar, recordó hoy el incidente ocurrido el pasado martes.

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“Es la primera vez que nos pasa algo así en los 60 años de historia que tiene nuestro negocio”, puntualizó María del Carmen Vilar. Fotos: Danilo Chiapello

 

Joaquín Fidalgo

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María del Carmen Vilar tiene 76 años y es gerenta del corralón Barceló Materiales desde que tenía 27 años, cuando enviudó y debió hacerse cargo del negocio familiar. Docente de profesión, nació y se crió en Monje, pequeña localidad del departamento santafesino de San Jerónimo. “Soy gente de campo. Me enseñaron a trabajar, a respetar, a esforzarme y así me he manejado siempre. También así eduqué a mis hijos. Es feo saber que estamos expuestos a que en cualquier momento entre un tipo con un arma y te haga esto”, se lamentó la mujer esta mañana.

Se refería al robo a mano armada que ella y su cuñada debieron soportar el pasado martes, a media mañana.

Eran aproximadamente las 10.30 cuando ingresaron dos sujetos. Recorrieron todo el local, ubicado en una esquina de avenida Blas Parera al 8600, y preguntaron precios de distintos elementos. Esperaron a que los demás clientes se retiraran y las mujeres quedaran solas.

En ese momento, uno de los individuos sacó una pistola de grueso calibre que llevaba oculta y la apoyó sobre el mostrador. “Esto es un asalto. Quédense tranquilas y no les va a pasar nada”, sentenció.

Su cómplice se dirigió a la caja registradora para apoderarse de unos cuantos billetes. “Había bastante dinero, por una rara casualidad”, explicó Vilar.

El muchacho que tomó el efectivo lo colocó en la mochila que llevaba su cómplice y luego se dirigió a la puerta. “Salí y encendé el auto. Cuando esté todo listo, tocame bocina”, dijo entonces el joven armado al otro.

“Nos apuntaba todo el tiempo. No sé qué pistola era, pero era grande. Entonces, nos hizo arrodillar en el piso. Nos obligó a juntarnos. Sinceramente, en ese momento pensé que nos iba a matar. No entendía por qué nos hacía colocar así. Era un trámite innecesario. Ahora pienso que era para que no veamos en qué vehículo se iban”, contó la mujer.

“Es la primera vez que nos pasa algo así, en los 60 años de historia que tiene este negocio. En el momento del robo, sentí mucho temor. En el fondo estaban mi hijo y mis sobrinos, que también trabajan acá. Si alguno de ellos entraba, seguro que se iba a abalanzar sobre el tipo que estaba detrás del mostrador, pero el que estaba armado era el otro. Hubiese terminado todo en un desastre. Este no es el país que quiero para mi familia. No es donde quiero vivir”, finalizó la comerciante.

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