En Familia

Soberbia: una discapacidad del carácter

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Rubén Panotto (*)

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“La soberbia es una discapacidad que puede afectar a pobres infelices mortales que se encuentran de golpe con una miserable cuota de poder”, sentenció José de San Martín. “El odio, la envidia y la soberbia ensucian la vida”, declaró el Papa Francisco. “La soberbia al hombre lo derriba, pero al humilde de espíritu lo sustenta la honra”, reza un proverbio de Salomón. Reflexiones éstas que trazan la plataforma del tema que nos ocupa hoy.

La soberbia es la actitud de una persona que se cree superior a los que lo rodean, y desprecia y humilla a quienes considera inferiores, sin tolerar que alguien lo contradiga. En la sociedad en que vivimos, observamos conductas altivas, faltas de modestia, impertinentes, arrogantes, en forma generalizada. ¿Acaso no vemos con demasiada frecuencia que ante la menor dificultad en las relaciones familiares, laborales, etc., surge encendida la soberbia, que humilla, descalifica y hiere al otro? ¿De dónde sale semejante altivez destructora, será una enfermedad de nuestro tiempo? En realidad, la soberbia es uno de los pecados más graves y antiguos del ser humano contra Dios y las demás personas. Posiblemente, en la actualidad sea más notoria a partir de una mayor autonomía, individualidad, de cada ser humano, y la negación de su condición de creatura. El hombre proclama siempre su rebeldía a normas de comportamiento, invocando su derecho al libre albedrío, engendrando vicios desagradables como la ostentación, hipocresía, jactancia, celos, prepotencia, violencia, desprecio a los otros, etc.

Qué la promueve

Existen situaciones, condiciones, procederes, factores, rasgos personales, un alto nivel intelectual, profesión destacada, experiencias vividas, actitudes adoptadas y aprendidas, como también la educación recibida, que facilitan, impulsan, fomentan el despertar y habilitación de la soberbia. Como ejemplos, podemos citar: el sentirse superior por pertenecer a una familia con rango social elevado, con bienes materiales importantes. Creer que se tiene derechos y privilegios extraordinarios. Sentirse único e indispensable, o dueño de familiares (esposa/o, hijos), etc., como así también de sus dependientes laborales. Querer tener la razón siempre, discriminando al otro, no tomándolo en cuenta, imponiendo con total descaro intelectual su propia manera de pensar. Sentirse estar por encima de los demás. Tales demostraciones, que las padecemos a diario en el colectivo social, político y familiar, están haciendo estragos irreparables en las relaciones y derechos humanos, dando lugar a una de las miserias más despreciables del Homo sapiens: la esclavitud en todas sus formas. La esclavitud que no existe entre los animales, pero que es apetecible y perversa en manos de la raza inteligente. Si todo indica que lejos de reducirse, esta vileza va en marcado crecimiento, ¿cuán calamitosa será en breve la degradación de la condición humana? Estudiosos del comportamiento del hombre profetizan cambios favorables para una nueva sociedad soñada por todos. No obstante, se desconocen transformaciones sociales, culturales y espirituales que hayan sido generadas desde las cúpulas del poder y la dirigencia, porque tales procesos no son genuinos cuando no nacen del ser interior de cada uno. ¿Acaso los cambios más importantes de nuestro carácter y estilo de vida no han derivado de crisis personales y del aprendizaje de los valores éticos y morales en las familias, por generaciones?

Sanidad interior

Desde esta columna, siempre hemos intentado aportar y compartir alguna salida ante los complejos desajustes del comportamiento humano. Conceptos que hayan sido sabiamente aplicados con resultados comprobados. El antónimo de la soberbia es la humildad, la modestia, la sencillez. Atributos del alma, del espíritu, que no se adquieren con dinero, tampoco los provee el delivery de gurúes autopromocionados, por la vía mágica de invocaciones, que al final dejan en peor estado a la persona que confió en ellos.

Jesucristo dijo: “Aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para sus almas”. También señaló: “Si alguno quiere ser el primero entre ustedes debe hacerse el servidor de todos... porque todo el que a sí mismo se enaltece será humillado, pero el que se humilla será enaltecido”. Y en el libro de Proverbios encontramos que: “Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; pero con los humildes está la sabiduría”.

(*) Orientador Familiar