editorial

Los EE.UU. toman distancia de Unesco

  • La decisión mayoritaria de admitir el ingreso de Palestina provocó por parte de los EE.UU. la suspensión de sus aportes económicos anuales.

Desde hace unas semanas, los Estados Unidos de Norteamérica han perdido el derecho a votar en las resoluciones periódicas de esta institución por no pagar la cuota que le corresponde. Lo sucedido sorprendió a todos los observadores, porque en su momento EE.UU. fue uno de los grandes impulsores de la Unesco, institución creada en 1945 para divulgar los conocimientos, las iniciativas culturales, las innovaciones científicas y, sobre todo, los valores de la democracia y los derechos humanos. Como se recordará, a la Unesco se la consideró como una de las propuestas más interesantes creadas luego de la Segunda Guerra Mundial y en el contexto del optimismo esperanzador que se abrió en aquellos años. En la actualidad, ese prestigio original se ha deteriorado un tanto, pero su nombre sigue siendo sinónimo de paz, diálogo, cultura y promoción de valores plurales y universales.

La inevitable incorporación de países del llamado Tercer Mundo amplió sus objetivos, pero sumó conflictos impensables para sus fundadores. En el caso que nos ocupa, la decisión mayoritaria de admitir el ingreso de Palestina provocó por parte de los EE.UU. la suspensión de sus aportes económicos anuales. El tema no es menor porque, desde el punto de vista político, se trata de la mayor potencia mundial y, desde el punto de vista económico, sus contribuciones representan algo así como el veintidós por ciento del total, es decir, alrededor de setenta millones de dólares anuales.

La decisión de los EE.UU. no sorprendió a los observadores más experimentados, porque para ellos ya era de público conocimiento que el Congreso en la década del noventa había advertido que la incorporación de Palestina significaba su inmediato retiro, ya que según uno de sus voceros, ellos no se resignarían a admitir lo que califican como la “tiranía del número”. Es más, la decisión fue tan institucional que ni siquiera Barack Obama pudo hacer nada para mediar, más allá de que sus principales colaboradores hicieron algunas gestiones destinadas a rever una medida que, lamentablemente, comparten todos los republicanos y la mayoría de los demócratas.

Lo cierto es que la Unesco se ha quedado sin su principal contribuyente y ello significa una merma considerable de sus recursos, hecho que afectará los programas de asistencia y capacitación. Por el momento, Arabia Saudita, Qatar, Noruega y algunos otros países se han comprometido a aumentar sus contribuciones, pero se sabe que este esfuerzo no podrá sostenerse en el mediano y largo plazo. Otra posibilidad es rever la decisión y rechazar a Palestina como miembro pleno, pero tal como se presentan los acontecimientos, esta alternativa no tiene viabilidad real.

Queda por último apostar a que los EE.UU. revisen su posición o accedan a una solución negociada. Por lo pronto, sus sectores más progresistas realizan gestiones para que esto ocurra. El presidente Obama ha dado señales de que un cambio es posible y deseable, algo que sería bienvenido porque, mas allá de su burocratización, la Unesco sigue siendo una institución importante, y su ausencia o disminución sería algo lamentable para la humanidad y, sobre todo, para los pueblos más atrasados.

Más allá de su burocratización, la Unesco sigue siendo una institución importante para la humanidad y, sobre todo, para los pueblos más atrasados.