El sueño americano de Sorolla

El sueño americano de Sorolla

Joaquín Sorolla tuvo una singular actuación en los Estados Unidos. Allí se conservan muchas de sus obras, incluidos los trabajos preparatorios para el célebre “Corriendo por la playa”.

 

Damià Bonmatí.

(EFE)

Joaquín Sorolla, el pintor de la luz mediterránea, protagonizó en vida su particular sueño americano: retrató en la Casa Blanca a un presidente estadounidense, recaudó más que nadie por sus obras y produjo hasta 58 retratos a raíz del gran éxito de público y crítica que cosechó en Nueva York.

Los dos viajes del pintor valenciano a Estados Unidos, en 1909 y 1911, fueron tan fructíferos que ahora, más de un siglo después, dan lugar a una exposición de gran formato titulada “Sorolla y América”, que presentó hoy el Museo Meadows de Dallas y llegará a Madrid en septiembre de 2014.

Son unas 160 obras que recuperan las pinturas que Sorolla expuso en Nueva York, Boston y Búfalo; también las piezas que forman parte de colecciones estadounidenses y los retratos que le encargó la clase adinerada del país, maravillada por la estética y la luz de ese español que hacía las Américas.

Un centenar de obras que se ven en “Sorolla y América” no salían de sus colecciones privadas desde que el maestro de la luz viajó a EE.UU., e incluso algunas piezas nunca se habían visto en público.

En tan sólo un mes, su primera exposición en Nueva York fue vista por 160.000 visitantes y la de Chicago por 100.000, en una época en la que -para hacerse una idea- su Valencia natal tenía 200.000 habitantes.

“Es una cantidad de gente que sería imposible conseguir hoy en día”, explica en Dallas Blanca Pons-Sorolla, bisnieta del pintor, comisaria invitada en la exposición y pieza clave para reunir todo el material que sale ahora a la luz.

Recuerda incluso Pons-Sorolla cuando le contaron que en los archivos del Museo de Arte de Brooklyn había “unas cajas que contenían unos dibujos que se dice que eran de Sorolla”.

La bisnieta se plantó en Brooklyn y le mostraron algo que resultaría “absolutamente excepcional”: los trabajos preparatorios de “Corriendo por la playa”, paradigma de la luz, las marinas y las escenas cotidianas del maestro.

La exposición es fruto de dos años y medio de recopilación, y de décadas de trabajo de Blanca Pons-Sorolla para localizar las obras.

Bisnieta y experta a la vez, cuando analiza las obras se refiere a “Sorolla” y, cuando trata sobre las cartas personales, habla de su “bisabuelo”. En Dallas también se recuperan los retratos que Sorolla hizo a personalidades como Louis Comfort Tiffany, diseñador y heredero de la joyería Tiffany, y William Taft, vigésimo séptimo presidente de EE.UU.

Sin saber inglés, pero con un pintor norteamericano que le hacía de traductor, Sorolla estuvo seis días en la Casa Blanca para pintar el retrato presidencial. Le pagaron 3.000 dólares, lo invitaron a cenar con el presidente e incluso la primera dama le dijo alguna cosa en español. La aventura americana de Sorolla no se entendería sin su gran mecenas estadounidense, Archer Milton Huntington, por entonces el segundo hombre más rico de Nueva York y fundador de la Hispanic Society of America, para la que pintaría el gigantesco mural sobre las provincias de España.

Al Museo Meadows lo llaman “El Prado de la pradera” de Dallas por la extensa colección de arte español que ha ido recopilando y, hasta el 19 de abril, con “Sorolla y América” como gran atracción. “Las obras están iluminadas por luz natural, tal y como pintaba Sorolla”, se enorgullece Mark Roglán, director del Meadows.

Sorolla recordaba sus cuatro meses americanos como laboriosos y productivos; trabajaba tanto que aprovechaba las cartas de menú de los hoteles para hacer bocetos, más de 200, expuestos ahora en parte en Dallas. Desde el hotel en Nueva York, pintó mucho las vistas de la habitación, unos dibujos que la exposición reúne en su totalidad: la velocidad y el trajín de los coches, viandantes y tranvías de la ciudad a través del trazo más rápido y libre de Sorolla. La luz de Nueva York le recordaba a Sorolla la luz de Madrid.

Joaquín Sorolla, el pintor de la luz mediterránea, protagonizó en vida su particular sueño americano: retrató en la Casa Blanca a un presidente estadounidense.