Hablemos del latín
Hablemos del latín

Sabemos que es la lengua del Lacio y madre del español. El Lacio es la región de Italia entre Toscana al norte y Campania al sur, a lo largo del mar Tirreno. Los romanos, en su afán de conquista y expansión, llegaron hasta Hispania, nombre latino de la península Ibérica.
El español deriva no del latín clásico o lengua literaria, sino del latín vulgar, llamado así porque lo hablaba la gente del pueblo y los soldados que colonizaron el imperio romano. Lo de “latín vulgar” no es exacto en realidad. Se trata del “latín común o general”, que dista tanto de la categoría de la lengua literaria como del modo de hablar del “vulgo”. Para circunscribirnos a nuestro propósito, diremos que la estructura lingüística del latín es muy complicada. Consta de las mismas clases gramaticales de palabras que el español: sustantivo, adjetivo, pronombre, verbo, etc. Los sustantivos, adjetivos y pronombres se declinan, es decir, que adquieren distintas formas según estén en los distintos “casos”, seis para el singular y seis para el plural. Ensayemos con “homo”. Caso nominativo: “homo” (hombre, un hombre); genitivo: “hóminis” (del hombre). En latín, las palabras no se tildan; pero lingüistas y gramáticos aconsejan acentuarlos a la española, para que su pronunciación sea correcta. Proseguimos: dativo: “hómini” (a o para el hombre); acusativo: “hominem” (al hombre); vocativo: “homo” (oh, hombre); ablativo: “homine” (con, por, sin el hombre, y otras preposiciones más). Otro tanto ocurre con el plural: seis casos con sus correspondientes traducciones. Respecto de los adjetivos, existen con una, dos y tres formas: férox: vale para los tres géneros; brevis- breve: la primera, para el masc. y fem.; la 2ª. para el neutro; y bonus-bona-bonum: una forma para cada género.
Las conjugaciones son 4: terminación -are: amare (amar), en -ere (grave): monére (avisar), en ere (esdrújula): légere (leer), en-ire: audire (oír), con sus respectivos modos y tiempos; voz activa y pasiva. El diccionario presenta para cada verbo 5 formas: amo, amas (la. y 2ª. del presente); amavi (la. del pto. perfecto); amatum (supino); amare (infinitivo). Ej.: “Si vis pacem, para bellum” (Si quieres la paz, prepara la guerra): Si, conjunción condicional; vis: 2ª. pers. pte. de ind.; pacem: objeto directo, acusativo: para: 2ª pers. del imperativo; bellum: objeto directo, acusativo neutro. También consta de preposiciones, conjunciones e interjecciones: “Per saecula saeculorum” (Por los siglos de los siglos); “Et verbum caro factum est” (Y el verbo se hizo carne). “¡Vae, victis!” (¡Ay de los vencidos!).
Hay expresiones latinas que se construyen con preposición u otro aditivo, pero las palabras, en general, ya conllevan la preposición, que está incluida en el “caso”, y por lo tanto es error agregárselas. Así la expresión “cálamo currente”, que significa “al correr de la pluma”, no admite agregados como “con, a, de, por, según, etc.”. Es error decir: “Resumo con ‘cálamo currente’”, O “Me encanta escribir a ‘cálamo currente’”. Lo mismo ocurre con las siguientes expresiones: “Deo volente” (si Dios quiere); “honoris causa” (Por razón o a causa del honor); “lato sensu” (en sentido amplio); “motu proprio” -no propio- (por propia voluntad); “prima facie” (a primera vista), etc.
Nos sorprenden también sus cuatro clases de verbos: activo, pasivo, deponente y semideponente. Los deponentes, llamados así porque renuncian a su característica pasiva para expresar actividad: ej. “lóquor, lóqueris” no se traduce: soy hablado, eres hablado, sino hablo, hablas. Los semideponentes mezclan tiempos activos (los simples) con los pasivos (compuestos). Por ej. “áudeo”: me atrevo; “áusus sum”: me atreví. Y se suman más sorpresas: una conjugación “perifrástica” activa y otra pasiva. Perifrástico es sinónimo de circunlocución, es decir, rodeo de palabras. Se hace con el fin de matizar la expresión. Ejemplo: no es lo mismo decir “yo alabo” (laudo) que “yo estoy por alabar, tengo la intención de alabar, estoy a punto de alabar” (laudaturus sum).
No creemos haber agotado el tema. Sólo se trató de un breve pantallazo para acercarnos a él.
Enrique José Milani