Simplemente, Rufino y “Cartucho”
Simplemente, Rufino y “Cartucho”
Ramírez y Corthey han formado una de las mejores parejas (¿o la mejor?) de la historia del tenis criollo en Santa Fe. Nosotros los juntó a 60 años de una de sus hazañas.
TEXTOS. ENRIQUE CRUZ (H). FOTOS. MANUEL FABATÍA Y ARCHIVO EL LITORAL.

Septiembre de 1953. La ciudad de Santa Fe tenía a sus dos equipos militando en el torneo de la B, pero había otros deportes con muchísimo auge por aquellos tiempos. El básquetbol era uno de ellos, pero no le iba en zaga el tenis criollo, un deporte con raíces netamente santafesinas.
Setiembre de 1953 no pasará desapercibido para la historia de este deporte porque, como se señala en el sitio web del tenis con paleta, “en el marco del Campeonato Argentino, la recordada pareja integrada por Rufino Ramírez y Adolfo ‘Cartucho’ Corthey consiguió el primer puesto, escoltados por el binomio Edmundo Yunges y Fortunato Cáceres, que representaban a la Sociedad Amigos del barrio Sargento Cabral, y la dupla René Lorenzutti y Roberto Mercado, que lo hacían por el Club de Regatas. Esta clasificación fue por la zona Santa Fe. Posteriormente, se jugó la final de las zonas, correspondiendo en doble caballeros el primer puesto al club Ferroviario, cuya pareja Ramírez-Corthey consiguió vencer en la final a Roberto Puebla y Deolindo Gómez, que representaban a la Asociación Rosarina”.
“Mencionar a Rufino Ramírez -continúa-, quizás la figura más representativa del tenis criollo de nuestra ciudad, y a ‘Cartucho’ Corthey, un jugador de notable calidad técnica y sabiduría, es rememorar los viejos y consagrados tiempos de este deporte auténticamente santafesino. Sin lugar a dudas, en la década del ‘50 (el episodio de referencia es de 1953), el tenis criollo vivía una época de fulgor, que se trasladó hasta fines de la década del ‘70 y principios de los ‘80. Ramírez y Corthey fueron grandes exponentes de este deporte, y vale el recuerdo de aquel campeonato que tanta alegría trajo a la gente de Ferroviario y a los amantes del tenis criollo en general”, reza el escrito.
AMIGOS, CASI HERMANOS
“Cartucho” ha formado una familia a su gusto y semejanza. Compartir una mesa con ellos es casi un privilegio. Máxime si en esa mesa también está Rufino y su esposa, que son dos más de la familia Corthey.
Oscar, uno de los yernos, se “gasta” mutuamente con Cartucho. Son esas relaciones en las que parece que el cariño de yerno a suegro y viceversa va mucho más allá. Y Nosotros lo observa y se lo dice: “Vos le decís de todo a ‘Cartucho’, te peleás con él pero si le llega a pasar algo, te morís”. Y Oscar no dice nada, por aquello que “el que calla, otorga”.
Los hijos de Corthey juegan al tenis y los nietos también. Uno de ellos, Lautaro, de apenas 15 años, fue campeón argentino recientemente y se tiene que “bancar” los permanentes desafíos de su abuelo. El pibe, respetuoso, no dice nada, aunque por dentro se debe frotar las manos.
Claro que él no imagina -o quizás lo hará en el futuro- lo que ha sido “Cartucho”, o el “Flaco” Corthey, brillante exponente de una técnica depurada que lo convirtió en uno de los mejores jugadores de la ciudad.
Rufino Ramírez observa el panorama y se divierte tanto como nosotros. Y agrega: “Cartucho fue el mejor compañero que tuve, hicimos ‘capote’ con él. En dos años y medio perdimos un solo partido. Nos confiamos ese día. La dupla que nos ganó fue Antonio Marco, un muchacho que jugó al fútbol en el ascenso en Unión, que hacía dupla con René Lorenzutti. Ellos eran de Regatas y nos vencieron en una eliminatoria para un Argentino. Fueron y salieron campeones. En la red, era un mago... Y también un gran jugador de bochas”.
- ¿Cómo era la pareja?, ¿cuáles eran los atributos de cada uno?, ¿cómo rendían mejor?
- Él es mucho más alto. Estábamos tan acostumbrados a jugar juntos que yo jugaba a la derecha y él, a la izquierda. Todos se asombraban porque el que pega siempre es el de la izquierda, pero en nuestra pareja era al revés. A “Cartucho” le gustaba cortar en la red, dejarla ahí cerquita o sacarla de la cancha después del pique. En aquel entonces, allá por la década del ‘50, se hacía el Torneo Ciudad de Santa Fe. Se jugaba en las tres categorías, o sea singles, dobles y dobles mixtos. Era por simple eliminación y yo gané en las tres categorías. Uno de esos años me tocó jugar más de 20 partidos en una tarde. Terminé como a la 1 de la mañana en Regatas y me acalambré y me caí. No podía caminar más. Pero había ganado todo, algo que ninguno pudo conseguir.
ANÉCDOTAS Y MÁS ANÉCDOTAS
Con tantos años (de edad y de deportistas), es inevitable que las anécdotas florezcan. Dicen que uno muestra adentro de la cancha lo que es afuera. Y se nota que Rufino, más callado, pensante y serio, llevaba el mayor peso de la pareja. Y que “Cartucho”, más “vago”, era el de las excentricidades y jugadas impensadas.
“Cuando jugábamos bien temprano me costaba levantar. Entonces, yo le pedía a Rufino que en el primer partido de la mañana me ‘bancara’, que yo después le iba a rendir. Y así era”, dice Corthey. Y Rufino asiente con una mirada cómplice.
Rufino empezó a jugar al tenis a los 7 años en el club Ferroviario, que estaba en Talcahuano y la 26 sin nombre, donde prácticamente se terminaba la ciudad, allá por los comienzos de la década del ‘40. “Mi madre era guardabarreras de la 26, que hoy es Ángel Cassanello. Los socios del Ferroviario se bajaban ahí e iban caminando al club. Había en ese entonces un colectivo que le llamaban ‘la cucaracha’, que comunicaba al club con la avenida General Paz. Ahí estaba la línea D, que actualmente es el 8. Así que a mí me llevaban al club cuando era más chiquito todavía, tenía 4 ó 5 años. Me decían ‘amuleto’ porque traía suerte, me ponían atrás del arco cuando jugaban al fútbol y no le convertían goles. Más todavía, pocos sabían que me llamaba Ramírez porque me decían ‘amuleto’. Me quedó ese sobrenombre”, cuenta con orgullo Rufino.
Y así se va la noche, entre risas, anécdotas y un clima familiar muy especial. Al abuelo “Cartucho” se le “cae la baba” cuando habla de sus nietos, pero los desafía. Uno duda de que “Cartucho” todavía esté para estos trotes pero confieso haberlo visto jugar hace muchos años. Y era bueno de verdad, tenía clase y magia, como asegura su amigo Rufino.
La noche se hace trasnoche y madrugada. “Vamos papá que los muchachos se tienen que ir y vos seguro que te vas a emocionar y te vas a largar a llorar”, le dice Romina, su hija más chica, cuando Corthey demora la despedida.
La pasamos muy bien con estos dos próceres del tenis con paleta, sesenta años después de uno de sus grandes logros y en compañía de la familia. Algo queda claro: los apellidos Ramírez y Corthey significan mucho, muchísimo, para el deporte de Santa Fe. Esto es incuestionable.
En el Club Policial, Corthey (segundo desde la izquierda) y Ramírez (el primero desde la derecha), junto a Buiese y Gómez, una buena pareja de esos tiempos.

Corthey y Ramírez no sólo formaron una dupla notable y ganadora, sino que se hicieron amigos y esa relación perdura después de tantísimos años.
Más recuerdos
“Regatas era el principal club hace 70 años porque ahí nació el tenis criollo. Aparte, estaba Vitro, La Guardia Fabril (en La Guardia), Ferroviario, Transfuerza, Ford, otro en Juan de Garay al fondo, Círculo Italiano, Unión y Trabajo, Unión y Progreso, entre otros”, recordó Rufino Ramírez. Considerado por muchos como el mejor jugador de tenis criollo de la historia santafesina, cuenta cómo era este deporte en su momento de mayor auge.

La encantadora familia Corthey a pleno junto a Rufino Ramírez y su esposa.

Rufino y “Cartucho” con Lautaro Corthey, una de las grandes promesas del tenis con paleta en Santa Fe.