editorial

  • El fenómeno conocido como rolezinho se extiende en Brasil. Miles de jóvenes de las favelas irrumpen masivamente en los principales centros comerciales.

La inequidad: factor de riesgo social

Las autoridades brasileñas están sorprendidas y preocupadas. En los últimos tiempos, comenzó a multiplicarse una novedosa situación conocida como rolezinho, que consiste en la irrupción de multitudes de jóvenes que bajan desde las favelas e ingresan a los shoppings más caros de las principales ciudades.

Las concentraciones se convocan a través de las redes sociales y los empresarios acudieron a la Justicia para prohibir el ingreso de estos grupos. Según informó Folha de Sao Paulo, al menos tres centros comerciales lograron medidas cautelares que prohíben estas reuniones perfectamente planificadas, con día y horario.

Como ya ocurriera en otras oportunidades, la policía brasileña reaccionó en un principio con violencia ante la presencia de estos jóvenes. Algunos jueces, incluso, hicieron lugar a medidas cautelares que restringen el ingreso de estos jóvenes cuando lo hacen en masa. En ese caso, son pasibles de multas.

Esta situación no representa un hecho aislado. Durante el año pasado, centenares de miles de “indignados” irrumpieron en los principales centros poblados del país. En general, reclamaron contra la corrupción generalizada y las profundas e históricas diferencias económicas y sociales. El detonante, en este caso, fue la organización de la Copa Mundial de Fútbol, que demandó millonarios gastos en nuevos estadios e instalaciones turísticas, mientras existen enormes carencias en materia educativa y sanitaria a lo largo y ancho de Brasil.

El gobierno analiza con preocupación lo que viene sucediendo, y reconoce que nada de esto es fruto de la casualidad. De hecho, Brasil sigue siendo el país más desigual de Latinoamérica, la región más inequitativa del planeta. En otras palabras, las diferencias entre ricos y pobres comienzan a transformarse en una suerte de volcán a punto de hacer erupción.

Lo que estos jóvenes buscan no es otra cosa que hacerse visibles. Llamar la atención y reclamar el acceso a un nivel de vida que difícilmente puedan alcanzar por sus propios medios.

Desde la Pontificia Universidad Católica de San Pablo, la antropóloga Silvia Borelli consideró que “los rolezinhos son una práctica por la cual los jóvenes pobres quieren más participación y ciudadanía, pero no lo hacen a través de los partidos, ni dentro de reglas institucionalizadas”.

Mientras esto sucede en Brasil, el Foro Económico Mundial acaba de dar a conocer el informe Global Risks 2014, en el que advierte que la brecha entre los ingresos de los ciudadanos más ricos y los más pobres es el riesgo que más probabilidades tiene de causar graves perjuicios a escala mundial en la próxima década.

Más de 700 expertos internacionales participaron de la elaboración de dicho estudio. Advirtieron que existen al menos cinco grandes categorías de riesgos inminentes: económicos, medioambientales, geopolíticos, sociales y tecnológicos.

Sin embargo, el mayor peligro radica en las potenciales rupturas sociales generadas por la inequitativa distribución de ingresos. No sólo entre un país y otro, sino, sobre todo, en el seno de algunos de los países más pobres y en las conocidas como “naciones emergentes”.

Y en un mundo absolutamente interconectado, se acrecientan las posibilidades de que las crisis locales terminen replicándose a escala global.

Desde el Foro Económico Mundial advierten de los riesgos que generan las enormes diferencias entre ricos y pobres.