ALAN LADD
ALAN LADD
El rostro impenetrable

Fallecido a los 50 años, Ladd es uno de los rostros de la edad dorada de Hollywood. Foto: Archivo El Litoral
Juan Ignacio Novak
Rever las grandes películas norteamericanas de los ‘40 y ‘50 es un ejercicio apasionante, necesario. Gran parte del cine actual -grandes directores como Martin Scorsese lo certificaron- debe mucho al que se gestó en estas décadas. En la inmensa galería de estrellas que poblaron la pantalla grande de la época figura Alan Ladd, conocido actor de policiales, películas bélicas y westerns, quien falleció un 29 de enero de 1964, hace 50 años. Con su rostro impasible, y a pesar de su contextura pequeña, encumbró la figura del cowboy de oscuro pasado, protector de los indefensos.
En los ‘40, Ladd compartió cartel con divas como Loretta Young, Susan Hayward y Donna Reed y sobre todo, con la hermosa Verónica Lake. También intervino en numerosos westerns como “Red Mountain” (1951), “The Iron Mistress” (1952), “Saskatchewan” (1954), “The Big Land” (1957), “Guns of the Timberland” (1960) y “One Foot in Hell”, (1960).
Y fue precisamente su intervención en una película del oeste lo que selló su destino y lo terminó de moldear como estrella: “Shane, el desconocido” (1953). En este filme, muy querido por los aficionados, Ladd interpreta a un pistolero de expresión cansada que llega a un valle donde los granjeros son asediados por un grupo de ganaderos que no los quiere en sus tierras. Comienza a trabajar con uno de los colonos, Joe Starret, pero cuando las armas salgan a relucir, Shane debe acreditar su pasado y actuar en defensa de los campesinos.
Imborrable
Pese a que pasaron más de 60 años, “Shane...” aún figura entre los hitos del género. No por su originalidad, sino por la potencia con la que George Stevens, el director, forjó la historia y los personajes. Ladd con su baja estatura, su jopo inamovible y su vestimenta color clara; el pequeño Joey (Brandon de Wilde) con su mirada diáfana; el granjero Joe (Van Heflin) con su tosca bondad; su valiente esposa (Jean Arthur) y el letal asesino vestido de negro que contratan para expulsar a los granjeros (Jack Palance) son íconos muy utilizados desde entonces.
A cinco décadas de su trágica muerte, sus trabajos resisten el paso del tiempo y su rostro -junto a tantos actores que marcaron una época- siempre será el vestigio de una manera de entender el séptimo arte, hoy extinta.